Capítulo 27: Un calendario muy particular (8vo día) / Choco-Torta.

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Día 8. Viernes 6:32 am. ITALIA.


Madrugar era su principal virtud. Siempre lograba hacer todo lo que se proponía durante el día si al mismo lo atacaba desde tempranas horas de la mañana, así que allí se encontraba, en la estación Roma Tiburtina, con una valija junto a ella. Vestía con una larga gabardina toscana color negra. Llevaba una bufanda color azul cubriendo su esbelto cuello del frío de la mañana. Sus manos, iban enfundadas en guantes de cuero del mismo color de su vestimenta, las cuales resguardaba entre sus bolsillos para darse más calor. El boleto que la llevaría hasta Florencia, se dejaba ver desde el interior de su bolsillo izquierdo mientras, como una ciudadana más, esperaba pacientemente para poder abordar el tren y así en aproximadamente una hora, estar en la capital regional del país.

El tren ya estaba en marcha. Le esperaban 279 km de camino y los nervios le estaban escociendo todo el cuerpo. Hacía mucho tiempo que no veía a su hermana, a su melliza y aquello le ocupaba un sentimiento de ansiedad bárbaro. Desde que logró hacer las paces con Rossie, no pensaba en otra cosa que encontrarse con ella y platicar de las muchas anécdotas que habían ocurrido durante todo el tiempo que estuvieron distanciadas. Le había comentado acerca de Quinn, de aquella chica que había aparecido en su vida para cambiársela de arriba a abajo y quería conocer la opinión sincera de su hermana acerca de lo que ya comenzaba a sentir.

Leía un libro sobre arquitectura romana para hacer del viaje más llevadero. Le encantaba la lectura y todo lo que tuviera que ver con la historia y sus grandes descubrimientos. Necesitaba apaciguar sus ansias y sus nervios.

Bajo sus gafas oscuras que siempre le acompañaban, repasaba las letras y los párrafos mientras que afuera, el paisaje pasaba a toda velocidad delante de sus ojos que en aquel momento hacían caso omiso de toda la belleza que les rodeaba. Pensó en Paola y Massimo y en su invitación cordial al almuerzo. Con un pesado suspiro cerró el libro y sus ojos ahora si se deleitaban con el paisaje del camino, aunque su mente de repente cambió de pensamientos y esta vez lo hacía con su esposa.

Amablemente sus amigos quisieron hacerle una grata atención de despedida y ésta sólo había logrado groseramente denigrarlos por no compartir los mismos gustos culinarios, círculos sociales ni mucho menos, tener la misma cultura de ella. 

Resopló aún con la divagación sobre su rostro, logrando sentirse mal por aquello. Volvió a mirar hacia su libro y aunque no tenía ganas de seguir leyendo, simplemente lo devolvió sobre sus piernas y se dedicó a disfrutar de la vista y del trayecto.

Llegó a la estación Florencia Campo de Marte después de una hora con treinta y cinco minutos de viaje en el Eurostar. Descendió del mismo y el reloj de pared digital marcaba las 8:16 am. Buena hora para poder preparar lo que era la estancia y darle la bienvenida a su hermana Rossie que seguramente, llegaría sobre las 16:00 hrs desde su lugar de residencia, Munich - Alemania.

Con su maleta en mano, ubicó un taxi desde allí hasta la residencia de sus padres. 

La Viale Gramsci, estaba algo congestionada para ser muy temprano. Seguramente que por la época, las atracciones principales como el Duomo y el Palazzo Vecchio estaban por tener una abarrotada visita de turistas y así lo confirmó cuando el chófer le informó que aquel día, llegaría una cantidad numerosa de viajeros. Eso le alegró, porque pensaría pasar por allí luego. Primero lo primero: Rossie Berry.

Bajó y caminó hasta la puerta del edificio donde recordó haber vivido tantas anécdotas de su niñez y algunas en su adolescencia, antes de terminar internada en aquel lugar donde según su madre, saldría regenerada y se le olvidaría que las mujeres no eran lo suyo y que procuraría ser una chica normal. Pero todo aquello había fallado porque ella era feliz tal cual como se sentía: Sin Tabú.

Subió hasta el piso cinco por las escaleras sin prisa alguna, cargando su valija en manos. Se mantenía en forma precisamente por sus largas caminatas y sentía todavía poder hacer aquel tipo de hazañas, siempre y cuando sus lesiones del pasado no pasaran factura en el presente. 

Amigas Con DerechosWhere stories live. Discover now