Capítulo 22: Mienten tan bien?

222 8 0
                                    

Sólo quedaban escasos minutos para las 14 horas de la tarde y Rachel miraba a Quinn mientras ésta se vestía y notaba que estaba quemándose el coco, pensando en que demonios iba hacer.

— Sabes que no me importaría en lo absoluto enfrentar a tus padres — Anunció Rachel colocándose el brassier lo más rápido que podía, mientras veía a Quinn lanzarle una mirada escalofriantemente aterradora.

— Me gustas Rachel, de eso no cabe la menor duda — Dijo terminando de amarrar su albornoz, después de haberse colocado la ropa interior — Pero me gustas más si quedas viva, respirando... No muerta! — Rachel detuvo la acción de colocarse la prenda de manera inmediata.

— Pero... No creo que tus papás sean tan mente cerrada o es que acaso no le has dicho que tú eres...bueno...

— ¿¿¿Lesbiana?? — Completó la rubia — Claro que sabéis que lo soy. Pero a ver Rachel... — Se sentó en la cama con toda su calma, como si se dispusiera a dictar una clase para un preescolar — Os podéis enfrentar cuantas veces te de la gana, créeme que la cara de mi madre sería mejor que la de Bruce Willis en Armagedón cuando se enteró que iba a morir, pero... dónde metes TU anillo? — Señaló la joya que la castaña llevaba en su mano — Y a TU mujer cuando os enteréis? — Preguntó rodando los ojos. Rachel se acercó pacientemente para sentarse a su lado.

— Lo sé Quinn, sólo me dejé llevar por un instinto de protección. Lo siento... No quiero que tus padres te juzguen solo porque estás saliendo conmigo además... sé que estoy casada y que si tengo que enfrentar algo, lo haré siempre con la verdad por delante, porque no quiero que sufras — Tomó las manos de Quinn mientras ésta bajaba el rostro sintiéndose un poco triste.

— Lo sé Rachel, lo sé. Pero esto está pasando tan rápido que tengo miedo de que se acabe tal cual como ha comenzado. Créeme que me gustaría, que al entrar ellos por esa puerta, seamos las dos quienes salgamos a dar la cara, pero es difícil y sé que en algún momento lo harías... Sólo queda, por ahora; esperar a que pase el tiempo y dejar que todo fluya, aunque... — Se interrumpió, quedando pensativa por unos segundos, mirando a la nada. Rachel se agachó frente a ella sin soltarle las manos.

— Qué pasa hermosa?

— Que me reiría mucho al ver la cara de mi madre tratando de ahorcarte y mi padre tratando de separarla de ti — Dijo riendo a carcajadas mientras Rachel se ponía de pie, yendo por su camisa para terminar de vestirse.

— Quinn!! — Dijo en voz alta una mujer en la sala y ambas chicas se quedaron petrificadas en sus sitios sin saber que hacer. Cuando la rubia reaccionó, le hizo señas a Rachel para que se metiera en el baño, entregándole un puñado de ropa en las manos y prácticamente obligándola a empujones a que entrara al lugar.

Rachel quería reír por la situación incómoda pero, sabía que estaba lo suficientemente nerviosa como para que una sonrisa se le dibujara siquiera sobre sus labios rosas.

— Ya salgo madre! — Gritó Quinn apoyada sobre la puerta ya cerrada del baño y lanzando un suspiro.

Si Judy entraba en aquel momento, posiblemente no sospecharía nada. Siempre llevaba su habitación algo desordenada y lo que verían vuestros ojos en ese entonces, le haría saber que solo era un día común en su vida. 

Pasó por el espejo y se acomodó el cabello un poco, alisando su albornoz como si vistiera un vestido carísimo y escondiendo un poco su cara de pánico recién fundado. Abrió la puerta.

— Hola madre... padre, que hacéis acá? Que sorpresa! — Dijo cerrando la misma y caminando hacia el recinto donde Russell se encontraba sentado en el sofá y Judy de pie junto a éste — Parecéis una fotografía de una familia de la realeza — Indicó para luego sentarse frente a ellos.

— Siempre tan sarcástica y elocuente hija — Dijo Judy, tomando asiento en el sofá siguiente — Veo que por lo menos mantienes el apartamento decente, sobre todo la sala... no quiero imaginarme tú habitación.

— Justamente, acaba de pasar por allí un torbellino — Rodó los ojos. Russell sonrió sin quitarle la mirada de encima. Judy volvió a tomar la palabra.

— No lo dudo... En fin...— Quinn entrecerró los ojos sospechosamente — Supusimos que no ibas a regresar a la oficina porque te has tardado demasiado en el almuerzo, así que tu padre y yo decidimos conversar contigo aquí, sin que pongas una excusa.

— ¿Qué estabas haciendo pequeña? — Preguntó Russell levantándose de pronto del sofá yendo al mini bar.

— Pues, me di una ducha rápida y estaba acostada un rato. Me duele la cabeza — Mintió — Y con respecto a tu comentario mamá, creo que existe algo llamado, teléfono. Podías haberlo tomado y marcado, decir que querías hablar conmigo y cuando terminara de descansar, tal vez me dirigía hasta vuestra casa y hablaba con vosotros. Para eso se inventó ese aparato... madre — Miró a Judy con cara de fastidio, viendo a su padre servirse una copa de vino. Todo al parecer estaba normal en aquellos dos seres. Al menos su madre seguía atorrante como siempre.

— En fin, solo será breve lo que conversaremos y luego tendrás tiempo de seguir durmiendo, si quieres. No consideramos tu padre y yo que esto debía discutirse por teléfono y más cuando de por medio hay una responsabilidad — Judy se levantó del asiento. Quinn lanzó una mirada fugaz hacia la puerta de su habitación. Al menos la castaña no había hecho ningún sonido sospechoso que llamara la atención. Sólo esperaba que continuara respirando.

— Bien madre, te escucho y tu papá, no me gastes el vino que después no tendré con que celebrar las buenas noticias que me dais a diario — Russell bebió un trago negando con la cabeza. Judy caminaba hasta el ventanal del apartamento, encontrándose un cielo un poco despejado.

— Tu padre y yo nos vamos a Londres de vacaciones de invierno y debido a tu última notificación, de que te quedarás, porque no te da la gana viajar, hemos llegado a un acuerdo — Dijo dándose la vuelta para quedar frente a Quinn y su marido — Nuestro viaje será por una semana entera y queremos que te hagas cargo de la empresa durante ese tiempo — Quinn arrastró su cuerpo sobre el amplio sillón, viendo a su madre de manera retadora.

— ¿Cuál es la maravillosa noticia, Judy? — Preguntó bastante desinteresada. La rubia y madura mujer rodó los ojos ante la actitud de su hija.

Amigas Con DerechosWhere stories live. Discover now