Capítulo 8: Chocolate y... verde que te quiero verde? (Parte 2).

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Besos iba y venían. La temperatura era totalmente infernal dentro de aquella oficina donde varios códigos y reglas del supuesto manual inventado por una rubia de ojos verdes, se estaban violando, saltándose hasta las letras más pequeñas del contrato ficticio.

Si las infringía o no, a ella le daba igual.

Si la pillaban, el corazón de su madre podría estallar en pedacitos y ella seguiría en su propio mundo. Capaz y a Judy tendrían que internarla en algún sanatorio mental, y como medida de seguridad, colocarían un cartel que dijera: MANTENER FUERA DEL ALCANCE DE QUINN FABRAY.

Por todos los santos, apenas contaba con 20 años y unas hormonas que estaban más aceleradas que una locomotora, junto a una imaginación que valía oro, de la que podía sacar miles de películas pornográficas, haciéndola merecedora de un Oscar's por mejor actriz indecente.

Pero bueno, solo aquello ocurría cuando estaba encerrada entre cuatro paredes con una chica hermosa encima de ella, como estaba ocurriendo justo en ese momento. El nombre de la susodicha: Marley.

— Qu...Quinn, si...sigue nena. Diablos!! Eres espectacular te lo juro! — La castaña gemía aferrándose a la orilla del escritorio con sus dos manos, moviéndose al ritmo frenético de los dedos de Quinn, que entraban y salían de su sexo. La rubia, le había subido la falda hasta las caderas, encontrándose en una posición bastante cómoda para hacer lo que estaba haciendo, mientras su boca estaba entretenida con el pezón izquierdo de la castaña y su mano derecha? Afff!!! Joder, su mano precisamente no tenía una batuta dirigiendo una orquesta.

Aunque, aquellos gemidos ahogados que soltaba lachica, era lo más parecido que podía escuchar como un coro de ángeles. Sólofaltaba que Judy Fabray atravesara la puerta para tener el cielo y el infiernoen un mismo lugar.

— No grites preciosa, o se nos acabará la vida terrenal a ambas... Eres... Nosé como describirte mujer — Decía Quinn con la respiración entrecortada, de vezen cuando llevando su mano libre a la boca de la castaña para que no supieranque estaba pasando dentro de aquella sucursal del cielo en ese momento.

Cuando supo que ya Marley estaba por correrse, le tapó el gemido con sus besos,ahogándolos en su boca. Demonios, que sensación tan exquisita.

Ambas se quedaron un rato en la misma posición mientras sus anatomías seaclimataban y se liberaban por completo. El cuerpo de la castaña temblaba aúnsintiendo los espasmos causados por la ojiazul que a su vez se encontrabadejando un camino de besos por todo el perfecto cuello, que sus labios recorríanen ese instante.

— Espera un momento — Pidió Quinn mientras se separaba de ella, extrayendo del cajón continuo, algunas toallitas desechables con que limpiar el recién desastre. Nunca estaba de más un Kleenex. Santa higiene controlada en cajitas.

Limpió un poco las torneadas piernas de su amante, mientras ésta se subía rápidamente su ropa íntima.

Quinn era toda una experta... Rayos, Quinn tenía 20 años y demasiada imaginación que exportar a un país de desadaptados.

Acomodó ella misma sus ropas y volvió a tomar de la cintura a Marley, quien la veía con una sonrisa de Me he ganado la lotería y el comodín también.

— Estás loca, sabías? — Dijo la rubia besando los labios de Marley fugazmente. Ésta cruzó sus brazos sobre el cuello de Quinn.

— Loca? Por qué lo dices? — Dijo mirándola fijamente.

— Por aceptar tener sexo conmigo en mi oficina, en la que hay instalado un complejo y avanzado sistema de seguridad donde estamos siendo filmadas por algunas cámaras — La castaña abrió los ojos como platos, separándose inmediatamente de Quinn, quien comenzó a reír a carcajadas. En verdad, si en ese momento Quinn hubiese tenido algo con que grabar, con gusto hubiera subido la cara de espanto de Marley a alguna red social.

— Juro, que un día de estos, vas a matarme de un infarto, Fabray — Le dijo dándole un golpe en el antebrazo. La rubia no paraba de reír. En verdad la cara que puso su novia fue demasiado graciosa — Y mejor me voy, no vaya a ser que se cumplan vuestras profecías y la señora Judy, esté espiándonos y arda Troya.

Se despidió de la joven quedando en encontrarse más tarde. Era viernes y quería salir a bailar y tomarse algunos tragos. Nada mal tampoco para la segunda cita.


Después de aquella sesión de placer, su estómago reclamaba un buen plato de comida. Ella misma esta vez, ordenó algo para comer dentro de su oficina. No le apetecía salir. Con una llamada al comedor ejecutivo, esperaría sin prisa a que su almuerzo llegara.

Aprovechó para adelantar parte del trabajo que tenía atrasado, considerando que parte de la mañana la había empleado para hablar con cierta abogada que le gustaba hacer perder el juicio a algunas mujeres y luego, la sesión se sexo con Marley en su oficina le había ocupado casi todo el día.

Amigas Con DerechosTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon