Capítulo 30. Entre la espada y la pared

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Se levantó despacio de la cama, sin hacer mucho ruido para no molestar a la mujer que había pasado toda la noche a su lado.

Buscó una bata para cubrir su desnudez y se quedó un rato de pie junto al lecho, contemplando la sensual silueta que yacía boca abajo cubierta por una sábana de satén hasta la cintura y una cascada marrón, cubriendo su espalda. No podía creer aún que Rachel hubiera pasado toda la noche con ella, sin importarle nada.

Pasó sus manos por su cabello despeinado y despacio se inclinó para dejar un beso en la espalda de la morena, para luego salir de la habitación.

La mañana estaba fresca y el día resplandeciente, tal como su ánimo en aquel momento.
Se desperezó ya estando en la sala mientras veía como las persianas de los ventanales se abrían, dando paso a la luz del sol que iluminó rápidamente el salón. Se percató del desastre que la noche anterior ambas dejaron regado por cualquier rincón y comenzó a levantar las ropas que en su camino encontraba. Negaba feliz con la cabeza mientras lo hacía.

Era una locura!

Fue hasta la cocina, luego de haber colocado las prendas sobre el sofá, dispuesta a prepararse una buena taza de café. Tenía mucha hambre y no era para menos.

Menuda batalla campal habíais tenido la noche anterior dentro de la ducha... Whoa!!!

Comenzaba acalorarse de nuevo de sólo pensarlo.

Se acercó hasta el estante y se puso de puntillas para poder alcanzar el tarro donde guardaba el café. Al volver a su posición inicial, unas manos le recorrían la cintura desde atrás haciéndola estremecerse de inmediato y soltar el envase de las manos.

— Dios Rachel, me asustaste — Dijo mientras comenzaba a sentir que su cuello era invadido por dulces y sofocantes besos.

— Lo siento hermosa — Dijo Rachel — Pero no sabía que lucías tan bien en bata — Continuó repartiendo besos sobre Quinn. La rubia sentía que de un momento a otro se iba a derretir.

— Puedo lucir muchísimo mejor sin ella — Añadió con picardía, comenzando a contonearse dentro de los brazos de su amante. Apretando más sus nalgas contra el sexo de la otra chica.

— No me tientes, Quinn — La castaña también bailaba al mismo ritmo de aquel cuerpo que comenzaba a enloquecerla... Si es que ya no lo estaba.

Quinn se giró y esta vez quedó de frente. Rachel apoyó sus manos sobre la encimera, arrinconando entre ésta y su cuerpo a la ojiverde.

— Eres tan hermosa, tan perfecta... Dios Quinn, ¿qué me estás haciendo, pequeña?

Calor... Volvía el horroroso calor a apoderarse de las cuatro paredes y de ambas. De sus cuerpos. Quinn se sentía gelatina al ver a Rachel despacio abrirle su albornoz y comenzar a besarle el torso desnudo. Recorrió lentamente aquel espacio hasta llegar a sus pechos. El ansia misma, les podía a ambas.

Quinn, al percatarse que Rachel estaba completamente desnuda, una oleada de calor y excitación le recorrió la espina dorsal, sintiendo aún los besos bien proporcionados por todo su torso. Echó su cabeza hacia atrás, para que la castaña tuviera una mejor visión y pudiera completar su trabajo sin ningún tipo de dificultad.

Mmmmm!! Que colaboradora.

Rachel, avivada por las caricias y los jadeos de Quinn, le arrancó de un tirón la prenda haciendo que cayera en el frío suelo. Como pudo, la alzó y girando con ella en brazos logró apoyarla sobre la encimera de la cocina, haciendo que Quinn temblara al chocar contra el frío de la misma. La atrajo hacía ella y con sus respiraciones entrecortadas, el sudor apoderándose de sus cuerpos y el deseo instalado en su achocolatada mirada, le abrió las piernas, pasando su mano abierta sobre el sexo húmedo de Quinn, enterrando su rostro en el cuello de la rubia, incitándola, excitándola, haciendo que la deseara más.

... Si... Si... Si...

Quinn gemía de placer agitada entre aquel cuerpo en el cual sólo quería fundirse, estar piel con piel...tatuarse de Rachel.

Enloquecida por el deseo y sin decir palabra alguna, la cogió en volandillas para ponerla a su altura y apoyándola contra la heladera, sentía como Quinn se aferraba con sus piernas a su cintura. La besó. La besaba con desesperación. Quinn se dejaba llevar por todo el deseo cuando ella también invadió la boca de Rachel con su lengua, mordiendo el labio inferior para ahogar un hermoso gemido al sentir los dedos de la castaña entrar en su mojado interior. 

Amigas Con DerechosWhere stories live. Discover now