Capítulo 37. Con el control al máximo!

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El cambio de temperamento de Quinn, comenzaba a fastidiarle un poco. A veces, se aguantaba las ganas de explotar, literalmente hablando, cada que la rubia tenía que hacerle un reclamo de manera "formal".

Quinn Fabray era un tanto ruda y fuerte al hablar. Cosa que chocaba con la personalidad calmada y fría de ella, pero nada que no pudiera controlar.

Se sentó en el amplio sofá que formaba parte de su despacho, a sopesar un poco lo que estaba pasando... Pero joder! Ni ella sabía lo que estaba ocurriendo ni el porque, del mensaje tan tajante de Quinn de querer que viajara más de ocho horas hasta Ohio.

Apoyó sus brazos sobre sus piernas, con una inclinación casi de 45 grados para tomar su cabeza con sus manos y comenzar a frotarse las sienes de manera pausada y relajante.

No estaba alterada. No se encrespaba por nada. No iba a comenzar a perder la paciencia gracias a una niña malcriada con un ataque infantil.

Si mal no recordaba, fue la propia Quinn Fabray que la dejó en una habitación de la casa de campo, después de haber hecho el amor con el alma, entregándose ambas a los sentimientos sumados al deseo. Yéndose, sin darle por lo menos una explicación del porque... de sus actos.

No supo de ella durante un día entero, por el simple hecho de no ser ella quien acabara haciéndola infeliz. Pero aquel mensaje venía cargado de una furia que no terminaba de entender... ¿A que jugaba Quinn?....

Caprichosa!

Se levantó y fue a por su teléfono móvil que descansaba sobre el escritorio. Resopló cansada y marcó el número de la rubia. Dejó que sonara unas cuantas veces y colgó. ¿Cuál era la prisa entonces?... Volvió a repetir la misma operación, hasta que obtuvo lo deseado.

— Hola...

Hola — Respondió una fría y tajante Fabray del otro lado.

— Quinn... Tengo un día bastante complicado acá en el bufete. No sé si pueda viajar a la...

Escúchame bien, Rachel. NO! NO! Quiero saber más nada de ti — La morena dejó de caminar de un lado a otro. Se dedicó a escuchar — No quiero saber si respiras, no quiero saber si ríes, si lloras, no quiero saber nada de ti. Ni que vuelvas a buscarme...

— Quinn... Quinn, espera, ¿me puedes explicar que te sucede ahora? — Cuestionó. Un silencio se produjo del otro lado. Escuchaba sollozos — Quinn, ¿por qué estás llorando?

Me cansé Rachel... Me cansé!!! Si estoy llorando o no, quiero que te deje de importar. Si soy feliz o no? Quiero que te deje de interesar... ¿Sabes?

Hubo una larga pausa. Rachel Berry rodeó su escritorio y se sentó en su silla. Miraba a la nada. Sentía ganas de llorar también.

Eres una maldita cobarde, eso es lo que eres. Una mujer que no lucha por nada solo por el simple hecho de que le importa una sola persona: ella misma y esa eres tú Rachel — Cerró los ojos y seguía atenta a cada hiriente palabra que le dedicaba la rubia — Me usaste como a una más de tú larga lista de mujeres fáciles y caí como la idiota más estúpida del planetita. Olvídate que existo... Olvídate que alguna vez me conociste.

— ¿Qué fácil es verdad? — De nuevo el acompañante del momento: Silencio... — Para ti, es fácil deshacerte de todo, porque supongo que ahora es otra quien ocupa parte de tú vida.

Con que descaro vienes a decirme si estoy o no estoy con alguien? Juro que de tenerte aquí, no dudaría ni un segundo en mandarte a la mierda!!!

— Ya lo hiciste Quinn!!! Ya lo hiciste!!! — Golpeó fuertemente con la palma de la mano, la base color caoba — Me hiciste a un lado aquella vez en la casa del campo, o acaso se te ha olvidado? No... No creo. Porque fuiste tú la que decidió acabar con todo esto y aunque esa vez no me dijiste tus intenciones, las deduje porque no soy una niña.

¿Cuál es tu propuesta?? Que tenga que esperar miles de años a que pueda ocupar un lugar en tu vida?? Carajos Berry!!!

Supo que Quinn había colgado la llamada al escuchar el eco de su propia voz cuando intentó responder algo... 

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