Capítulo 5. Conociéndome, Conociéndote (parte 2)

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Habían transcurrido casi dos horas, cuando salió de la ducha. Un gran lujo que podía darse cuando de verdad quería hacer desvariar a su madre. Era, (por decirlo así) un ritual para despejar su mente y poder comenzar con buen pie, su día. Salvo que la mañana, había empezado hacía más de seis horas.

— Hola?... –Contestó al tercer repique – Bien papá... Si, lo siento. Me quedé dormida....Está bien, voy saliendo para allá... Pues, dile que no se lance entonces del edificio sin yo antes haber llegado... bien, bien... lo siento... hablamos.

Colgó la llamada luego de rodar los ojos y procedió a vestirse. Con aquella que atendió, contaba fácilmente unas catorce que le había hecho Judy, tratando de localizarla.

Escogió una hermosa falda de tela Barràge colorbeige que le llegaba más arriba de las rodillas para combinarla con una camisablanca de mangas largas y cuello ancho. Arriba, una chaqueta de cuero marrón,hacían conjunto con unas botas de tacón del mismo material y tonalidad. Teníaestilo y glamour a la hora de lucir una vestimenta. Uno de sus hobbiespreferidos y que compartía con su mejor amiga Britt, era el ir de compras.

Estaba consiente que ya era tarde, así que no tenía porque llevar prisa. De igual manera tendría que soportar el sermón de su madre y las miradas de comprensión que le regalaba su adorado padre. No podía negar que Russell era su héroe, su modelo a seguir. Lo admiraba demasiado y si algún día pudiera hacerse cargo de todo, trataría de copiar la manera en que aquel hombre dirigía todas las empresas. Pero para eso faltaba mucho, por lo menos unos mil años más, junto a treinta lunas galácticas.

Como era de esperarse. Al poner un pie en la oficina, Judy salió a su encuentro. Al parecer la olía a kilómetros o quizás le había incrustado un GPS mientras dormía y ella no se había percatado. Optó por pensar en la última idea, pero más tarde revisaría todas sus pertenencias. Nunca se sabe.

— Buenos días madre. Sé lo que vas a decirme, ya me conozco el sermón así que, déjame seguir a mi oficina y así nos ahorramos un disgusto, te parece? — Dijo toreando a Judy que detuvo su andar en el pasillo, apenas la rubia pasó por su lado.

— No puedes estar haciendo lo que se te venga en gana cada vez que quieres, Quinn Fabray — Dijo la rubia mayor siguiendo hacia el despacho de la chica y cerrando (no tan delicadamente) la puerta — Se puede saber qué es lo que te pasa? – Alzó la voz, sin quitar su mirada de la de Quinn – Primero nos dices a tu padre y a mí, que querías trabajar, que necesitabas hacer algo distinto porque te "aburrías" de gastar dinero sin habértelo ganado. Se te da una oportunidad para que no andes sin hacer nada ya que tampoco piensas retomar tus estudios... Tú padre confió en tí, colocándote como gerente general de la empresa, porque sabemos tú potencial, y mira lo que haces... De qué sirvió entonces pagar todos los educadores, todas las clases extracurriculares? Para que te quedes dormida? — Concluyó la mujer un tanto ofuscada. Quinn permanecía sentada en su silla solamente escuchando lo que su madre vociferaba.

A veces deseaba tener la imperiosa necesidad de quedarse sorda para no tener que estar escuchando como tenía que hacer su vida. Todo le parecía un vil juego del destino que la obligaba a desperdiciar los pocos años que apenas tenía de existencia.

La puerta se abrió, dando paso a Russell queescuchó desde afuera parte de los gritos que daba su esposa.

— Qué está pasando aquí? — Preguntó Russell al entrar al despacho — Puedesbajar la voz un poco, Judy? Criticas a tu hija por hacer espectáculos y estáshaciendo uno en este momento. Creo que las cosas no se solucionarán a gritos.

— Pues papá, al parecer a tu esposa no le han enseñado que no debe estar gritando y mucho menos dentro de una "RENOMBRADA" empresa como la vuestra. No es así madre? — Se levantó de su asiento y se colocó al lado del rubio.

—Está bien. Voy a calmarme un poco y siento haber gritado – Suspiró – Simplemente le estoy haciendo saber a Quinn, que tiene que tener un poco más de responsabilidad. Estás viendo la hora que es, Russell? — dijo señalando su propio reloj — Son más del mediodía y a estas horas, es que tú hija viene a presentarse en el trabajo. No se supone que la ley empieza por casa? Por esa razón, los empleados quieren alebrestarse y hacer lo que les venga en gana.

— Hay una pequeña diferencia, madre — dijo acentuando la última palabra — y es que yo soy la hija de los dueños y puedo llegar a la hora que me sea conveniente llegar — dijo con demasiada prepotencia. Judy abrió los ojos y resopló fuerte comenzando a perder la paciencia. No había escuchado eso, o sí?

— Es mejor que me vaya a mi oficina porque sino, voy hacer algo de lo que mañana tenga que arrepentirme.

— Tienes tanto sentido de arrepentimiento... — Susurró la rubia. Russell escuchó. Judy quiso hacerse la sorda y salió totalmente dolida de la oficina, cerrando la puerta detrás de ella.

— Quinn, por favor. Tienes que dejar de ser tan dura con tu madre. Ella sólo está tratando de ayudarte a que seas una chica responsable y mira como te pones, hija — Russell pasó su brazo por encima de los hombros de la joven — Siento mucho que tengas que pasar por todo esto. Pero, todo lo que pisas, todo lo que ves, todo esto –Abarcó espacio con sus brazos — Será tuyo algún día. Eres una chica inteligente, por más que hayas dejado tus estudios a un lado, por rebeldía, por lo que haya sido, pero sabes que te adoro mucho beba, y necesito que entiendas, que aprendas, que ya eres una mujer. ..Que tienes que asumir compromisos. Ahora vives sola Quinn, algo de responsabilidades debes de tener a cuestas.

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