Capítulo 23: Un calendario muy particular (1era parte) / Sin ti

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Día 1: Viernes, 8:45 am.

Para muchos, el día Viernes es sinónimo de juergas, fiestas, parrandas, reventones... como en algunos países se os suele llamar, ya que la gente sale a des-estresarse un poco de sus trabajos, de lo rutinario. Vais al cine, a tomar algunos tragos, etc... Pero a Quinn Fabray, le iban a salir canas verdes en su dorada cabecita y aún no eran ni las 9:00 horas de la mañana, de ese día.

— Que ya voy llegando a la oficina padre....... Claro que si joder!!! ¿Qué puedes decirle a mi madre que deje de gritar del otro lado de la línea? Parece a la suplicante llorona...... Está bien....... Os deseo suerte en la reunión y me avisas cuando lleguéis a Los Ángeles, pero trata de llamarme tú y no la loca de tú esposa....... Que también te quiero y sí...... está loca — Dijo colgando la llamada, mientras estacionaba su coche en el parqueadero de la empresa.

Bajó del mismo y tomó todas sus cosas personales, incluyendo un maletín que Judy le había solicitado llevar a diario, donde tenía varios documentos importantes de los que debía hacerse cargo. Había discutido con su madre por aquello diciendo que parecería sicario de mala muerte si andaba con eso de arriba a abajo y hasta que perdería el glamour y su estilo con tantas cosas encima, comentario que por cierto Judy ignoró muy bien, obligándole a comportarse como toda una ejecutiva en su ausencia.

— Buenos días señorita, Quinn — Saludó el portero muy amablemente — Sus padres no llegarán hoy? Aún no los he visto.

—Buenos días, Ray. Habéis salido a una reunión fuera de la ciudad y me han dejado sola con todo el paquete — Respondió la rubia mientras llamaba el ascensor — Así que dentro de poco verás a un montón de personitas desfilar por aquí con caras largas o tal vez una ambulancia preguntando por mí — El hombre rió.

— No sea exagerada señorita, verá que si podrá usted sola con la empresa — Comentó más esperanzado que la propia ojiverde, quien ya subía al aparato cuando éste abrió las puertas.

— Deséeme suerte Ray o usted también irá dentro del mismo desfile — La chica le guiñó el ojo mientras el elevador cerraba sus puertas, dejando a un Ray casi perplejo al escuchar aquellas palabras no tan alentadoras.

El elevador marcó el piso 8 y abrió sus puertas dejando salir a Quinn, que al encontrarse con la oficina en el mismo estado "normal" en que la había dejado el día anterior, pudo pensar que las cosas no iban a ser tan difíciles si la gente colaboraba y no daban tanta lata.

Caminó directamente hacia donde se encontraba su senil asistente, quien arreglaba algunos papeles dentro de varias carpetas.

— Buenos días... Ehmmm...

— Martina, señorita Quinn — Respondió la mujer que parecía llevar esa sonrisa tatuada en su rostro.

"Por qué siempre está tan feliz, rayos"— Pensó — Buenos días Martina, cómo le va? — Preguntó abriendo la puerta de su despacho, dejando caer sobre su escritorio toda la parafernalia que llevaba entre sus manos. Martina la siguió como su sombra.

— Buenos días, señorita. Estoy organizando unas facturas que debe presentar en media hora, con los supervisores en la junta — Quinn detuvo en seco su cuerpo en el aire mientras se disponía a colocar su firme trasero sobre la silla.

— ¿¿¿Junta, reunión, comité??? ¿Media hora? — Estupefacta se irguió mientras veía que su asistente la observaba con la misma cara que ella seguramente la estaba viendo, claro, sin tantas líneas de expresión encima.

— Si pues, en la agenda de su madre indica que hoy tiene junta con los empleados a partir de las 9:30 am para conversar sobre la nueva política de los bancos. Ayer se la dejé acá en su escritorio, mire... — La mujer, quien iba a comenzar a buscar sobre el edificio de papeles que la rubia tenía sobre su abarrotado escritorio, se detuvo en seco cuando Quinn le gritó, o al menos su débil audición así lo acató.

— No!! — Hizo que la pobre mujer se sobresaltara — Quise decir, no — Dijo un poco más calmada y en voz baja — Es que ya recordé que sí tengo junta Martina, esto... — Sacó la agenda electrónica de Judy debajo de varios papeles y la agitó en el aire — ... Se me había olvidado... claro... pero de inmediato termino de acomodar mi trasero en el asiento y salgo para allá — Sentándose, colocó el notebook encima de su escritorio para dirigirse de nuevo a la mujer con sonrisa perpetua — Ah...Tráigame dos Tylenol con un litro de agua, un café negro bien cargado y una aplanadora.

Amigas Con DerechosWhere stories live. Discover now