Capítulo 39: Un nidito en Columbus

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Rachel recorrió el pasillo que conducía nuevamente al lugar de la fiesta. Sus pasos eran firmes y decididos. Acomodaba su chaqueta y vestimenta cuando la silueta de una persona parada en el corredor le hizo detenerse en seco.

— Señora Berry, ¿podemos hablar unos minutos? Sino va tan apurada, claro está.

Rachel giró su cuerpo en dirección de donde provenía la voz y pudo confirmar que Judy Fabray la miraba muy decidida y penetrantemente. Sintió un escalofrío recorrerle la columna vertebral cuando cayó en cuenta de lo que había pasado y posiblemente las consecuencias que tenía que acarrear.

— Discúlpeme señora Fabray, no me había percatado de su presencia — Dijo. Judy, comenzó a caminar de regreso, por donde precisamente Rachel había venido.

— Sígame, por favor — Dijo para ponerse en movimiento. Había dado nos cuantos pasos, cuando se detuvo al ver que la morena se había quedado de hierro en el mismo sitio. La chica no la estaba siguiendo — ¿Qué sucede? — Habló por encima de su hombro — Le dije que me siguiera.

— Señora Fabray... Yo... — Suspiró. Agachó su cabeza y decidió obedecer. De una vez por todas, tenía que enfrentar lo que no podía seguir negando.

Las dos mujeres miraron hacia el corredor avanzando, cuando escucharon aproximarse unos pasos bastante apresurados. Britt venía hacia ellas bañada en llanto, sin detener en ningún momento su trote. Parecía desconcertada, al menos para Judy Fabray, quien posó su mirada sobre Rachel de nuevo una vez que la joven rubia pasó a su lado y pudo confirmar que la morena tampoco dejaba de mirarla hasta que se perdió de vista.

Quinn, salía del baño cuando se encontró con su madre de pie frente a ella. Rachel, estaba a un metro, justamente detrás.

"Lo que faltaba", dijo mentalmente mientras trataba de poner sus ideas en marcha. No era momento de darle paso a la flaqueza ni de languidecer. No le tenía miedo a su madre... Jamás lo tuvo. Judy la miró de arriba a abajo.

— Vamos a hablar tú y....la señora Berry. Vais a escucharme. Seguidme — Dijo y empezó andar por el corredor en dirección contraria.

Rachel miró a Quinn algo confundida. La rubia se encogió de hombros y decidió ir detrás de su madre. Escuchó los pasos de Rachel seguirla.

Aquel pasillo le parecía infinito. No sabía hacia donde se dirigía Judy, pero de algo si estaba segura y era a donde iba a dirigir la conversación. Jamás había transitado ese lugar ni mucho menos conocía el hotel. Judy, al parecer sí, y de sobra. Era un corredor bastante solitario. Solo podía escucharse el taconeo de las tres haciendo eco alrededor.

Al fin la rubia mayor se detuvo frente a una puerta que parecía ser una habitación. Giró la perilla y entró. Quinn miró por encima de su hombro y Rachel le hizo señas que continuara, cosa que la rubia ignoró por completo y entró también emitiendo un torpe bufido, haciendo que Rachel rodara los ojos.

Que malcriadez!!!

La habitación resultó ser un estudio muy elegante, ciertamente algo antiguo. Debió haber pertenecido o mandado a decorar para alguien muy importante, y fiel fanático de la historia antigua. Los ventanales estaban adornados con sendas cortinas color burdeos con cintas doradas, muy renacentista.

Rachel seguía el recorrido de la habitación con los ojos, era una verdadera belleza muy remota. 

Su mirada rozó con la de Judy. Pudo sentir el hielo entre su piel.

— Explícame Quinn, ¿qué tipo de relación tienes tú con la señora Berry? Y quiero toda la verdad! — Rompió el silencio cruzando sus brazos y esperando una respuesta. Quinn, dirigió la mirada hacia su madre.

— Yo le puedo explicar señora Judy... — Habló Rachel mirando de reojo a la rubia quien no le quitaba la mirada de encima a su madre.

— ¿Ahora ella habla por ti, Quinn?

— Madre por favor, ¿qué quieres que te diga? — Preguntó cruzándose de brazos.

— ¿Cuándo pretendías o pretendíais decirme la verdad? Tú — Señaló a Rachel — ¿No te das cuenta de la gran diferencia que existe entre mi hija y tú edad? Y a ti Quinn, ¿ibas a pasar el resto de tú vida siendo la amante de esta mujer?

— Un momento señora Fabray, en ningún lugar esto se ha tratado de que Quinn sea mi amante — Rachel hizo ademán de moverse de su sitio, pero no fue así.

— Ja! Me ves la cara de imbécil o ¿no crees que no me sé tu vida? Dime Quinn — Volvió la mirada hacia la rubia — ¿Sabías que la señora aquí presente, lleva un matrimonio a cuestas durante tres años? Supongo que entonces se está burlando de mí, porque no encuentro calificativo más apropiado que el de "Amante" —Hubo una pausa algo incómoda— Responde Quinn. Estás al tanto que esta mujer, ¿vive dentro de un matrimonio?

Silencio nuevamente.

— Si — Asintió. A continuación solo se escuchó un fuerte golpe. Judy, sin ningún miramiento, logró atestarle una bofetada a su hija, la que dejaría una marca importante no tanto en el rostro de ésta sino en su propio corazón.

— No tiene ningún derecho de golpearle, señora! — Dijo Rachel avanzando unos cuantos pasos hasta detenerse detrás de Quinn, tomándola por los hombros.

— Ni tú, ni nadie tiene que decirme como debo reprender a mi hija. Sois unas desvergonzadas. Jamás Fabray, pensé que fueras capaz de hacer una bajeza como esta.

— Ella no tuvo culpa de nada señora...en los sentimientos nadie manda ni se obliga amar a nadie.

— ¿Que vais a saber vosotras de amor!!!!? Estáis completamente locas!! Quinn es muy joven aún, y tú... — Miró despectivamente a Rachel quien le supo aguantar la mirada — No eres más que una aprovechada e inmoral. ¿Qué ganabas seduciendo a una adolescente? ¿Dime? — Los puños de Judy se tornaban blancos por la presión ejercida.

— Por favor madre... No soy una adolescente ni tampoco una niña!!! Además, no eres quien para meterte en mi vida!! Tomo mis propias decisiones y decido con quien salgo o no... De quien me enamoro o no! — Logró zafarse del agarre de Rachel y su cuerpo se detuvo a unos cuantos centímetros del de su madre. Lágrimas comenzaban a bajarle por las mejillas — Me enamoré de Rachel Berry mamá y cuantas veces ella me pida ser su amante, lo seré.... No me importa!

Rachel se movió ágilmente para poder atajar lo que iba a ser otra bofetada segura para Quinn. La rubia cerró los ojos esperando el estallido en su cara. Al abrirlos, se estaba ejecutando un desafío de miradas entre su madre y la mujer que amaba con locura. De la que no había podido ocultarle más al mundo, sus sentimientos.

— Basta señora!!!! No voy a permitir que vuelva a golpear a Quinn en mi presencia!

— Suéltame descarada! Eres una abusiva!!

— NO!!! No lo soy porque al igual que su hija yo me enamoré de ella. Quinn no es una niña señora, Fabray. Entienda eso — Judy se soltó de un tirón.

— No voy a permitir que su relación aberrada continúe... ¡¿Esto lo has hecho solo para conseguir un contrato con las empresas de tú madre!? Usaste a mi hija...

— Un momento, señora!!! No he usado a nadie, con un demonio! — La respiración de Rachel era cada vez era más agitada y Judy se percató de ello. La mujer mayor comenzó a caminar de aquí para allá dentro del estudio, mientras su mente maquinaba algo en silencio.

Amigas Con DerechosWhere stories live. Discover now