Capítulo 35: El que busca encuentra.

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Russell, apresuró el paso mientras se acercaba hacia donde se encontraban las dos mujeres. Quinn, no dejaba de mirarlo sorprendida. Jamás imaginó ver a su padre allí, bueno, que la hubiera visto con la mujer morena. Rachel, quien por fuera se veía calmada, por dentro estaba completamente nerviosa.

No conocía a aquel hombre rubio, salvo las pocas horas que estuvo con él en la reunión junto a su madre. Hoy, había descubierto que nada más ni nada menos, era el padre de su... amante. 

— Quinn, acompáñame. Tenemos que hablar — Dijo el hombre con la mirada puesta sobre Rachel. La morena no le quitaba la vista de encima a Quinn, quien llevaba el semblante un poco pálido.

— Padre, estoy hablando con Rach... Con la Dra. Berry, puedes esperar...

— Quinn, ve con tú padre por favor — Respondió Rachel. La rubia la miró desconcertada mientras su padre la tomaba del brazo.

El rubio asintió cuando la morena al fin había conectado con su mirada. Ésta vio alejarse a ambos unos cuantos metros, sintiéndose culpable en aquel momento. Quizás, si hubiese seguido su camino y no hubiese girado en "U" a mitad de la primera avenida, nada de aquello estuviera pasando.

Russell colocó ambas manos sobre los hombros de Quinn y resopló. Miró algún punto de la nada y volvió a encontrarse con la mirada de la rubia que estaba algo expectante.

— Terminad de hablar lo que tengáis que deciros y tú y yo hablaremos en privado. Padre e hija, ¿entendiste? — Quinn asintió, bajando la cabeza mientras volvía a tomar la dirección para encontrarse con Rachel, quien al divisarla, solo le dedicó una mirada de pena.

—Lo siento, Quinn. Debí haber seguido mi camino hacia el hotel y no haberme devuelto. Todo es mi culpa — Dijo una vez llegó a su lado. Quinn solo la miró en silencio, algunos segundos, antes de responder.

—Mi padre no es tan autoritario como Judy, al menos nos hemos salvado de que nos haya visto ella, creo que ya el FBI estuviera en la entrada del estacionamiento —Rachel sonrió a medias, mirando de reojo que Russell aún estaba allí, a unos cuantos metros.

—Supongo que tu padre quiere hablar contigo — La rubia asintió —Yo debería hablar con él...

—Espera — Interrumpió la otra chica — No tentemos a la suerte. Russell Fabray nunca me ha puesto un dedo encima, ni me ha llamado la atención por mis actos, pero eso no significa que el rol de padre, no esté allí — Rachel suspiró, sabiendo que la chica estaba en lo cierto — Eres la hija de una cliente muy importante para él, y los negocios es lo que mueve a los Fabray en esta vida y sé que he pasado los límites, ¿entiendes? — La morena judía volvió asentir, pasando una mano por su cabello.

—Ve con él. No quiero que lo hagas esperar más y por favor... —Dijo con una ligera intención de tomarle la mano a la rubia, pero desistió de inmediato — Solo mantenme al tanto de la conversación que tengas con tu padre.

— Lo haré.

Rachel alzó la mirada y el rubio no las había dejado de observar ni un segundo. Ella asintió a manera de despedida, subiendo a su coche para dejar el lugar.

Media hora más tarde, se encontraban en algún café de la ciudad. Ninguno de los dos había objetado nada luego que subieron al coche. De vez en cuando, el rubio miraba de reojo a su hija quien se encontraba con la mirada perdida, viendo el paisaje que pasaba frente a sus ojos a 60 km/h. El pavimento estaba mojado. Había llovido.

Al llegar al lugar, Quinn fue la primera en bajar sin esperar a que su padre le abriera la puerta del auto. Le gustaba atenderla como a su pequeña damita. 

Caminó hasta entrar al café. Un minuto más tarde lo hizo Russell. El rubio se sentó en la mesa que había escogido Quinn mientras la veía jugar con una servilleta de papel. Le hizo señas al mesero de que no querían pedir nada y se sentó. Quinn llevaba la cabeza agachada, símbolo de respeto hacia su padre.

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