Capítulo 36. Dinero y sentimientos.

140 4 0
                                    

Al despertar, sintió pesadez en sus ojos. Apenas había dormido unas cuantas horas, las suficientes. El reloj digital despertador, marcaba las 6:30 am. No había sonado la alarma. No hacía falta, jamás lo hizo.

Después de haberse dado un baño, bajó hasta el comedor para desayunar. Frunció el ceño por la rareza de no encontrar a su esposa desayunando. Hizo caso omiso a aquello y se sentó. De inmediato, una chica del servicio comenzó a servirle, haciéndole entrega como siempre del periódico, el cual revisaba con interés cada mañana mientras disfrutaba de su espacio y tiempo.

— Disculpa Agnes, ¿pero sabes si mi esposa sigue dormida?

— Señora, su esposa salió hace más de una hora y no quiso desayunar — Rachel consultó su reloj de pulsera. Las 7:18 am.

— Gracias Agnes — La chica asintió saliendo del comedor. Rachel dobló el periódico y lo colocó sobre la mesa, bebiendo un sorbo de su café con leche.

[...]

Quinn, había llegado algo retrasada a la oficina aquella mañana. Había parado un momento por un vaso de café para poder espabilarse un poco. Llegó al estacionamiento. No sabía de donde le quedaban ganas para seguir de pie, pero ya se encontraba dentro de las empresas Fabray para comenzar otro día rutinario. Alguien la interceptó cuando bajó del coche y abría la puerta trasera para sacar sus pertenencias.

— Joder!!! Maldita sea, me has asustado, carajo! — Gritó cerrando de bruces la puerta y comenzando a caminar apresuradamente.

— Quinn, espera por favor. Necesito hablar contigo, no me dejes así — Marley caminaba detrás de ésta, sin percibir ni un segundo de atención.

— Ya te dije que no tengo que hablar contigo de nada. Hazme el favor y te vas — Marley apresuró el paso hasta colocarse delante de Quinn.

— Sólo quiero que me escuches por favor. Sólo cinco minutos nada más — Quinn trató de esquivarla. Había llegado al elevador. Pulsó el botón.

— Cuántas veces quieres que te diga... DIGA!!! Que no tengo nada que escucharte ni menos, que hablar contigo. Desaparece de mi vista.

— Quinn, por favor!! — Gritó la castaña — Al menos dame una oportunidad para explicarte. Por favor te lo suplico.

Resopló al terminar de escuchar las súplicas de Marley. Iba tarde y su secretaria le había anunciado que al parecer un cliente necesitaba hablar con ella. Por otra parte, no quería ser el centro de atención de los demás empleados que seguían llegando a la empresa ni mucho menos, tener que toparse con su madre. Mala leche!!

Giró sobre sus pies y caminó de regreso a su coche. Marley limpió algunas lágrimas que bajaban por sus mejillas, mientras veía la actitud de la rubia en aquella oportunidad. De pronto, vio como la ojiverde se detuvo en seco y le miró por encima de sus hombros.

— ¿Piensas quedarte allí? Tendrás tus cinco minutos Marley.


[...]

Con una sola llamada telefónica, varios datos memorizados y una fuerte cantidad de dinero de alto valor, se podían descubrir muchas cosas y más si el apellido López, estaba de por medio.

Andrés López, fue conocido en el gabinete legislativo del parlamento de América, como uno de los políticos más renombrados en los años noventa.

Debido a su influencia y regodeo con el alto mandatario de la nación, había dirigido una parte muy importante de lo que ahora es EE.UU.

Hace algunos años atrás, dejó viuda a Maribel López y huérfanos a sus tres hijos, dejándoles a cada uno, una fuerte suma de dinero con la que podían olvidarse de pasar malos ratos, por el resto de vuestras vidas.

Santana López, había siempre querido mantener su apellido de soltera. No le importaba llevar el apellido de Rachel, su esposa. Siempre lo había considerado algo "demasiado básico" solo para que el mundo supiera que le pertenecía a alguien.

Era una mujer de armas tomar cuando lo ameritaba la situación y esta vez, alguien iba a enterarse que ella había nacido, para luchar siempre por lo que era suyo.

Después de haber escuchado la conversación que Rachel había tenido con su "ex" mejor amiga por lo que supuso, era a través de una vídeo llamada, se dirigió a su habitación sin percatarse siquiera de la chica de servicio que a su lado estaba.

Amigas Con DerechosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora