7: Alicia y asaltos en esquinas

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No abandonaron las calles nocturnas del barrio. Siguieron caminando entre la niebla a la espera de que saliera una oportunidad de las esquinas. A lo lejos, escucharon dos campanadas que les llegaron ahogadas por las nubes. Habían dado las dos de la mañana, a Alix le pesaba el cuerpo y le dolían los pies, le rebotaba el silencio. Las farolas fundidas le oscurecían el pensamiento y le ahogaban las palabras que bogaban por salir de sus labios en un intento de romper la soledad en la que Nix parecía que no le acompañaba, aunque caminara a escasos metros de él.

Alix apresuró el paso y se acercó a él. Le miró extrañado, pero no dijo nada.

—¿A dónde estamos yendo?

—A ningún sitio en particular.

—¿A qué esperamos?

—A que vengan a por nosotros.

—¿Qué pasa si nos asaltan o intentan matarnos?

—No lo lograrán.

—¿Cómo está tan seguro?

Nix suspiró y detuvo la marcha. Apoyó las manos en ambos hombros de Alix y le miró debajo de una de las pocas farolas que iluminaban levemente, como con un foco que cayera sobre ellos. El mango del bastón y los nudillos de Nix se le clavaron a Alix en el hueso del final de la clavícula, pero no dijo nada.

—Escúcheme. ¿Confía en mí?

Alix asintió, atemorizado y encogido, con los brazos pegados al cuerpo y casi de puntillas.

—En ese caso, deje de preguntar.

Nix se separó y siguió caminando. Alix dudó unos segundos antes de correr para ponerse a su altura.

Había sonado la campana de la media hora hacía no tanto cuando una sombra se abalanzó sobre Alix y le sujetó el cuerpo con una mano y un cuchillo sobre su cuello. La figura estaba oculta por la noche, la niebla y una gorra. Nix se detuvo cuando escuchó los gorgoteos de su amigo a sus espaldas. No pareció asustarse cuando evaluó la situación y comprendió que les estaban asaltando.

—Ponga las manos en alto —ordenó la figura. Nix obedeció despacio. Levantó las manos, doblando el pulgar de la derecha sobre el mango del bastón para que no se cayera.

—Buenas noches, querido criminal nocturno. ¿En qué podemos ayudarle?

Nix advirtió cómo el cuchillo, posiblemente lleno de infecciones, se apretaba una pulgada de más contra el cuello de Alix, que se volvía lívido por momentos. Casi pudo ver un hilo de sangre reptando por su garganta. Temía que se desmayara sobre el asaltante.

—Os he visto en la taberna, preguntando por esa chica rubia. Ibais bien vestidos y tú en particular llevabas los bolsillos bien repletos. Vacíatelos y dámelo todo o degollo a tu amigo aquí presente.

Nix se dio cuenta de un detalle de la voz del asaltante. El tono grave era forzado. Debajo de este, había un toque femenino que trataba de enmascarar. Nix decidió seguirla el juego.

—Está bien. ¿Quiere venir usted a por el dinero o bajo las manos y se lo entrego yo mismo? Está en una bolsita de piel en mi bolsillo.

Nix movió la cabeza para señalarle el bolsillo izquierdo. La asaltante pareció pensárselo unos segundos. Finalmente, volvió a forzar la voz.

—Iré yo.

Arrastró a Alix con ella con cuidado de no matarle sin querer. Se posicionó junto a Nix.

—Recuerde que, si se mueve, muere desangrado —le advirtió a Alix. Este no fue capaz de asentir por miedo a clavarse él mismo el cuchillo. La asaltante liberó la mano que rodeaba el cuerpo de Alix y la metió en el bolsillo de la gabardina de Nix. Cuando aferró la bolsa de dinero, Nix giró. Por la inercia, la asaltante no tuvo más remedio que sacar la mano del bolsillo antes de que se la llevara con él, y Nix aprovechó para golpearla con el bastón en una rodilla que no tapaba el cuerpo de Alix. La chica soltó el cuchillo, que cayó al suelo, y se echó para atrás levemente agachada. Nix volvió a darle un bastonazo, esta vez en el diafragma, entre el estómago y el pecho, y la asaltante cayó sobre el suelo, sin aliento y adolorida. Apoyó el bastón en ella para que no se moviera cuando abrió los ojos. En la caída se le había caído la gorra y una de las farolas le alumbraba el rostro. Tenía el pelo cortado por debajo de las orejas para que pasara por el peinado de un hombre, y unos ojos alargados y verdes. La nariz puntiaguda y la boca apretada en una fina línea.

Cenizas en la nocheМесто, где живут истории. Откройте их для себя