IX

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ADAM

Las gotas de sudor recorrían mi espalda, mi respiración cada vez se volvía más pesada, me encontraba sujetado de la barra, flexionando mis brazos de tal manera que mi propio peso me ayudaba a trabajar mis músculos.

Ese mismo día tendría que ir con Lucille a arreglar los asuntos por los cuáles vinimos hasta acá, todo parece ir de maravilla con ella.

LUCILLE

Lucille se encontraba en su recámara, salía de la regadera mientras envolvía una toalla en su cuerpo desnudo, se posó frente al espejo y comenzó a secarse el cabello, el sonido de su celular la sorprendió por un momento.

-Lucille C. ¿Con quien tengo el gusto?- contestó por altavoz para poder seguir con lo suyo.


-Hace unos días creí que eras Lucille Leto... ¿Haz decidido algo importante estos días?  Creo que debería de saberlo- Era Jared, el simple echo de escuchar su voz la puso intranquila, pudo sentir como su corazón latía a mil por hora.


-¿Qué quieres Jared? No tengo tiempo para tus juegos, en unos minutos tengo que salir a la oficina.- Lucille le dijo sin más.

-Por favor Lucille no quiero perderte, eres mi mundo entero... prometo que cambiaré, nada de lo que te he echo volverá a pasar- dijo Jared, como todas las veces.

-No necesito esto, sería más fácil para ti si nos divorciamos, así podrías  estar con tu secretaria sin tener que fingir que aun sientes algo por mi- Lucille se quitó la toalla para colocarse un poco de crema.

-Si ese es el problema... puedo dejarla, solo me interesa estar contigo, ella no significa nada para mi- Respondió Jared, ella estaba cansándose de la situación.

-Blah-Blah-Blah, ya tengo memorizado tu discurso de siempre...¿Sabes..? Tú tampoco significas nada para mi- colgó repentinamente, estaba furiosa, casi podía escupir fuego de la rabia que tenía por dentro, sabía que esta conversación no serviría de nada, ella sabía que no podía divorciarse de ese animal tan fácil.

Lucille volteó su cabeza en dirección a la puerta para salir por su ropa, pero justo en ese momento sintió un gran dolor recorrerle el cuello, el hombro y el brazo. Ella gimió de dolor y cayó al suelo sobre sus rodillas.


ADAM


Cuando iba caminado hacia mi habitación para tomar un merecido baño después de aquella fuerte rutina de ejercicio, mi celular vibró, era Lucille, inmediatamente contesté.

-¡Lu! ¿Como amaneciste?- trate de no sonar muy desesperado por verla.


-No muy bien... creo que necesito ayuda- sonaba adolorida, me alerté en ese instante. -Estaba saliendo de la ducha y... creo que me lastimé- gimió.

Corrí hacia su habitación, use la llave que ella me había dado por si acaso.


-¡Estoy en el baño!- Gritó Lucille, recorrí el pequeño pasillo hacia ese lugar y toque la puerta.


-¿Puedo pasar?- pregunté antes de abrir la puerta y pasar así sin más.

-Si...solo cierra los ojos cuando entres, cuando sentí el dolor no pude permanecer de pie, estoy desnuda... en el piso- dijo, sonaba algo avergonzada.


No pude evitar sentir una punzada en la base de mi pene, miles de escenas pasaron por mi mente. Pero tenía que controlarme, abrí la puerta lentamente y busqué por una toalla para cubrirla, fue casi imposible mantener los ojos cerrados, de alguna manera tenía que ver dónde estaba para taparla.

Cuando la toalla cubría parte de su cuerpo me sentí con la libertad de abrir los ojos por completo. La tomé con delicadeza entre mis brazos, pegándola contra mi cuerpo y levantándola del piso mientras ella gemía de dolor.

-Apestas- dijo ella, tratando de cortar la tensión en el aire. Reímos juntos mientras la sacaba del baño.

La deposité en su cama y la cubrí con las cobijas, ella apenas podía moverse, el dolor la dejó inmóvil,


-Voy a darme una ducha rápida y vengo por ti en 15 minutos para llevarte al hospital- ella asintió mientras trataba de ocultar su cara, estaba roja como un tomate.

Le sonreí ampliamente y corrí hacia mi habitación.



Después de quitarme el olor a sudor y reemplazarlo por una colonia. Ayude a Lucille a vestirse, a pesar de que ella no quería, como si no hubiera visto el cuerpo de una mujer, sobre todo el de ella.


Rápidamente la llevé al hospital más cercano, donde estuve con ella en todo momento, tuve que mentir y decir que era su esposo para poder hacerlo.



Cuando era hora de irnos, un doctor quiso hablar conmigo, parecía molesto, Lucille estaba esperando en la sala de espera.


-Señor Driver me temo que tendré que levantar un reporte contra usted- dijo el doctor de baja estatura, mirándome  con enojo.


-¿Que? No entiendo- pase mi mano sobre mi cabello y suspire algo molesto.


-La señora Charlesstone tiene varias lesiones en las costillas que siguen sanando, además de varias contusiones internas recientes, ¿Qué cree usted que le da el derecho de tratar el cuerpo de su esposa como su liberador de estrés? Señor me temo que está en graves problemas.- se cruzo de brazos, aquello fue como una cubeta de agua fría sobre mi, pero supe cómo manejarlo.


-No..no.. usted no entiende.. mentí ¿Ok? Yo no soy su esposo, soy solo un amigo que la ayudó, no quería dejarla sola, tenía que decir eso para poder acompañarla... su esposo por el momento no está disponible- dijo Adam apenas contendiendo la furia que crecía en su interior, ese malnacido iba a pagar.


-Si lo que dice es cierto, entonces le aconsejo que esté al pendiente de ella, no sabe la cantidad de denuncias por maltrato que pasan desapercibidas en el sistema, no se imagina la cantidad de mujeres que tenemos al año por muerte "accidental",es un horrible sentimiento el saber que se pudo haber echo algo y sobre todo ver a los esposos irse sin recibir castigo alguno- dijo el doctor y mis entrañas quemaban.

DAMAGED [Adam Driver] |SEGUNDA PARTE|Where stories live. Discover now