XXXVI: NUESTROS HIJOS

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12 DE AGOSTO DEL 2000.

El día comenzaba y los esposos Krum-Granger desayunaban en el jardín de la Mansión Krum.

Viktor dio un sorbo a su juego, sin dejar de ver a Hermione. Ella movía los trozos de frutas con el tenedor de un lado a otro, con la mirada distante, como si algo estuviese precupándole.

— ¿Herms? —tanteó Viktor, Hermione alzó la vista—. ¿Ocurre algo? —ella suspiró, negando. Viktor dejó el cubierto a un lado y extendió su brazo sobre la mesa, rozando con el pulgar el dorso de la mano de ella—. Todo saldrá bien. Mañana tenemos consulta con el Medimago y nos dirá cuándo nacerán los bebés...

Hermione asintió, pasándose la mano libre por su barriga. Uno de sus hijos pateó fuerte, lo que le hizo hacer una mueca mezclada de dolor y felicidad. Le gustaba sentir el mínimo movimiento de sus hijos.

— ¡Viktor, siente! —tomó la mano del pelinegro colocándola justo donde se sentía los movimientos. Ambos sonreían. No era la primera vez, pero de igual forma no dejaban de emocionarse—. ¿Vez? A bebé uno le gusta escucharte.

— ¿Bebé uno? —preguntó Viktor, riendo.

Hermione asintió como si nada. Y con ese tono filosófico que usaba cuando quería argumentar sus puntos de vista.

— Sí. Es que no sé cuál es cuál —bajó la vista a vientre, tocando su lado izquierdo—. Aquí está bebé dos, se mueve y patea considerablemente aceptable —su esposo asintió. Luego tocó su lado derecho, dónde aún seguía la mano de Viktor—. Aquí está bebé uno, se mueve y patea (muy fuerte por cierto) cuando escucha tú voz...

Viktor en un arrebato de emoción, tomó la barbilla de Hermione y la besó. Ella se sorprendió, más luego de unos segundos se dejó llevar. Después de todo no estaba haciendo algo inmoral, Viktor era su esposo.

— Lo siento... —se disculpó Viktor, acomodándose de nuevo en su asiento—. Sé que aún no estás preparada y...

Hermione lo calló con su mano en la boca de él.

— No hiciste nada malo... —le sonrió.

La sonrisa de Hermione se borró, pasando a una mueca de dolor. Ella se aferró a su vientre, gimiendo.

Viktor saltó de la silla, colocándose a su lado en un segundo.

— Hermione, ¿qué te duele?

Ella respondió con otro gemido, en su rostro se reflejaba el malestar que sentía.

— Vik... ¡Ah!

— ¡Aleksandar! —llamó a su hermana a gritos—. ¡Wingy! —la elfina apareció delante de ellos al instante—. ¡Wingy, infórmale a mi hermana que vaya por el Medimago Glethky!

— ¡Los bebés ya vienen, Viktor! —exclamó la castaña llena de miedo—. Todavía no es tiempo... Viktor... ¡Ah, duele mucho!

Nervioso y preocupado, Viktor llevó a Hermione a la habitación. La acostó en la cama, pidiéndole que inhalara y exhalara.

— Hermano, aquí está el Medimago Glethky —anunció Aleksandar, indicándole al anciano Medimago que entrara.

El Medimago Glethky avanzó hasta la pareja y sacando la varita conjuró un hechizo diagnóstico.

— Ha llegado la hora, señora Krum.

— ¿En serio? ¿Tenía que hacer un maldito diagnóstico para saberlo? —gruñó Hermione irónica, con los dientes apretados—. ¡Sólo míreme!

Aleksandar y Viktor miraban boquiabiertos la transformación de Hermione. En cambio el Medimago no se perturbó en lo más mínimo. Tenía tantos años en la profesión, que sabía que no tenía por qué darle importancia a palabras dichas por futuras madres.

Ley Matrimonial Mágica: "Siempre Fuiste Tú".  [TERMINADA]Where stories live. Discover now