XLV: ¡YA VIENEN!

1K 77 15
                                    

6-31 DE DICIEMBRE DEL 2000.

La noche fue maravillosa. ¿Cómo no sentirse levitar entre pétalos de rosas?

Harry despertó a su esposa esa mañana con un casto beso en los labios. Astoria se removió entre las sábanas girándose para quedar cara a cara con Harry, quién la admiraba con una sonrisa amplia en el rostro.

— Buenos días, Harry...

Harry enarcó una ceja, sin borrar la sonrisa.

— ¿Harry? Mmm... Yo esperaba al menos un «Buenos días, guapo» —bajó y subió las cejas varias veces de forma pícara y jocosa.

Astoria lo besó, mostrando una sonrisa antes de decir.

— Buenos días, guapo...

— Mucho mejor...

Media hora después, ya bañados y listos para irse a sus respectivos trabajos, bajaron a desayunar a la cocina. Dónde ya se encontraba Pansy, Teddy y Emma, quién se encontraba echando su papilla al suelo desde el portabebé. Harry les dió los buenos días a los tres, besando en la coronilla de la cabeza a sus dos hijos antes de tomar asiento frente a su hermana y al lado izquierdo de Teddy. Astoria lo imitó, terminando por sentarse al lado de su cuñada y justo al lado de Emma.

— ¿Podrían dejar de sonreírse como bobos? —bufó Pansy, mirando de Astoria a Harry—. Me hacen sentir, literalmente, como la tercera pierna... Y para información extra, les puedo asegurar que toda media ciudad se enteró de su encuentro... Íntimo —Harry escupió el jugo, haciendo reír a los dos niños. Astoria se ruborizó hasta las orejas.

— ¿Qué has dicho? —murmuró Harry a Pansy, aclarándose la garganta.

— ¿No silenciaste la habitación? —dijo Astoria a Harry, quién tragó grueso balbuceando un «no» apenado.

Pansy rió del bochorno de ambos.

— Ay, hermanito, ¿al menos te cuidaste no? —Harry se ruborizó, volviendo a llenar el vaso con jugo y beberlo de un trago—. Vaya, a éste paso habrá más Potter que Weasley —bromeó la azabache.

Harry y Astoria palidecieron. Se disculparon, despidiéndose de todos antes de irse al a sus trabajos; Harry al Ministerio y Astoria a San Mungo.

A pesar de lo avergonzada que Astoria se llegó a sentir, la felicidad plena que ya la albergaba desde horas tempranas, no desapareció. Más bien incrementaba con cada recuerdo de la noche anterior.

— Sonríes... —Astoria dió un respingo al escuchar la voz varonil detrás de ella—, eso es bueno.

Ella asintió, terminando de firmar el alta de un paciente para luego caminar en dirección al ascensor. Jeffrey la siguió, con las manos dentro de la túnica blanca del uniforme; era muy común éste acto casual en él.

Los dos ingresaron al ascensor, en silencio.

Jeffrey era buen mozo, con un aire de chico problemas vestido en un fino uniforme de Medimago. Su pelo azabache lo llevaba al ras, con un flequillo bien peinado hacia el lado derecho. Ojos grises; parecían tormentas encapsuladas en dos esferas de cristal. Espalda ancha y brazos fornidos pero no cayendo en lo exagerado, una complexion atlética ganada en sus tiempos en el Instituto Durmstrang ya que fue un excelente cazador de Quiddicth. Así que, en otras circunstancias Jeffrey MgCauly hubiese sido un gran candidato para ser considerado alguien más que un amigo, pero, no eran otras circunstancias sino la realidad que ellos vivían.

— ¿Cómo está la pequeña Emma?

Le preguntó, pretendia estar mirando hacia al frente más en realidad veía a Astoria de soslayo.

Ley Matrimonial Mágica: "Siempre Fuiste Tú".  [TERMINADA]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu