L: INSEGURIDAD

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DIAS DESPUÉS, MARZO DEL 2001.

El número 12 de Grimmauld Place se llenó de visitantes luego de que se corriera el aviso del incidente con Harry. Es decir, todas esas personas que él quería como familia.

Nadie puso en duda la especulación del Madimago Jeffrey con respecto a que Harry pudo ser envenenado. Era bien sabido que Harry tenía muchos enemigos que aún no habían sido enviados a la prisión mágica y que no descansarían hasta verlo muerto.

Con ese pensamiento negativo en la cabeza, Astoria prefirió quedarse a su lado todo el resto de la noche a cuidarlo con la varita en mano por si tenía que atacar. ¿A quién? No lo sabía, pero era  horrible sentir esa opresión en el pecho que le impedía el poder respirar con normalidad.

Debido a lo intranquila que se encontraba Astoria, Molly Weasley le pidió que dejara ir a Teddy con ella y Arthur a La Madriguera. Por la seguridad de su hijo, lo dejó ir no sin darle antes un abrazo fuerte y, con un beso en la mejilla, se despidió de ellos.

Theo, Neville y George se ofrecieron a quedarse para vigilar la casa y estar presentes por si algún inconveniente ocurría. Más Astoria se negó, despidiéndoles con una sonrisa forzada. Recelosos y con la promesa de que los llamarían si pasaba algo, los chicos se marcharon con sus esposas.

Fue así como Pansy se llevó a Emma a dormir a su habitación mientras Astoria velaba el sueño de Harry.

A minutos para que saliera el sol, Emma despertó entre llantos, despertando a su vez a Pansy. Adormilada tanteó hasta tocar la cuna de la pequeña, la cual ella hizo aparecer ahí a comienzo de noche, y cargando a la niña se dispuso a bajar a la cocina por el biberón mañanero de su sobrina. Se talló los ojos y con un bostezo, se desperezó, cruzando el pasillo. Tuvo la necesidad de pasar por la habitación a su lado para saber cómo había amanecido su hermano, pero dejó en segundo lugar ese pensamiento ya que la niña se removió en sus brazos hambrienta.

Terminó de cruzar el pasillo y descendió las escaleras, descalza. La fría madera bajo sus pies le puso la piel de gallina y dejando ir otro bostezo avanzó en dirección a la cocina. O eso pretendía hasta que oyó ronquidos a su espalda.

Pansy aferró a Emma contra su pecho y maldijo por lo bajo el no llevar consigo su varita. Buscó con la mirada algo que le ayudara a defenderse y hallando la palilla de la chimenea la tomó firmemente, empuñándola como si fuera una espada.

Las luces estaban apagadas, así que con la poca luz que se filtraba por las cortinas de las ventanas, le fue un poco dificultoso ver el rostro del intruso sentado sobre el sillón de una plaza.

Su cuerpo se tensó al ver la silueta del hombre removerse y cuando vio señales de que se estaba despertando, automáticamente alzó la palilla en su mano derecha (con el otro brazo sujetaba a Emma) y la dejó caer sobre lo que parecía ser la cabeza del intruso, el cual cayó al suelo emitiendo quejidos de dolor y una que otra maldición.

Pansy encendió las luces, descubriendo la identidad de aquel personaje.

— ¿Ronald? —dijo, desconcertada—. ¿Pero qué estás haciendo aquí?

Ron se sobaba la zona golpeada de su cabeza con un mueca en el rostro entre dolor e indignación. Miró a Pansy con el ceño fruncido y habló.

— ¿Así tratas a tu esposo?

Pansy casi estuvo a punto de echarse a reír, sino fuera por el mal sabor que le produjo esa oración.

— Bien, creo que te golpeé muy fuerte —dijo más para sí que para Ron—. No me respondiste, ¿qué haces aquí, Ronald?

Ley Matrimonial Mágica: "Siempre Fuiste Tú".  [TERMINADA]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant