LIII: LA MELODÍA DEL CAOS

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05 DE JUNIO DEL 2001.

Si alguien le fuese dicho que la vida que idealizaba en sueños hacía muchos años atrás no sería ni la cuarta parte de lo que viviría en un futuro, pues realmente a ése alguien lo tildaría de mentiroso, charlatán y también lo dejaría petrificado de por vida.

Inseguridad. Terror. Pánico. Tristeza. Rencor. Rabia.

Así era como una vez se llegó a sentir Ginevra Weasley. Más ahora, viendo a su pequeño dormir entre sus brazos, el sentimiento de amor y felicidad le hinchaba el pecho.

Abraxas ya contaba con casi cuatro meses de edad, al igual que Frederick el hijo de Daphne y George, y con cada mes que pasaba no cabía la menor duda de que él era un Malfoy.

Tenía la esperanza de que cuando abriera los ojitos por primera vez, fueran azules como la mayoría de los Weasley o café como los de ella, pero muy en el fondo algo le avisaba de que esa esperanza era errónea. Y así fue, Abraxas sacó el tono gris tormenta de los ojos de su padre, cosa que tenía a Draco más orgulloso que nunca.

En la últimos meses transcurridos, ambos habían hecho sus mayores esfuerzos para que la relación de pareja y de padres, fluyera enteramente y sin interrupciones. Y vaya que tuvieron avance en ello.

Narcissa no dejaba de sorprenderse por los enormes cambios que notaba en su hijo. Y cada vez que podía le daba los méritos correspondientes a Ginny, a lo que ella siempre respondía: «Draco está cambiando porque así él lo quiere. Yo nada tengo que ver». Sin embargo, Narcissa tenía plena convicción de que aunque Draco estaba poniendo de su parte, el empujón se lo dió la pelirroja. De una u otra forma, la matriarca Malfoy estaba completamente orgullosa de los dos, y sobre todo, estaba más que encantada con su nieto.

Lavender ingresó al nuevo local donde se realizaba el Quisquilloso con una sonrisa radiante en el rostro. Gracias a los recursos financieros de Theo, el diario de los Lovegood fue mudado a un sector del Callejón Diagon, a unos cuantos locales de Gringotts.

Luna observó a su amiga perspicaz, mientras terminaba de redactar la columna sobre: "Cómo no dejarse embotar el cerebro". Columna que sorpresivamente tenía muchos adeptos, en especial de jóvenes adolescentes.

— Supongo que al fin Nev se te declaró —dijo Luna con una sonrisa pícara en los labios. Lavender intentó esconder el rubor de sus mejillas con mechones de cabello, pero ya Luna lo había notado—. ¡Vamos, Lav, cuéntame! ¿Te besó? O, ¡Oh! —se tapó la boca, ahogando una exclamación. Lavender se ruborizó más, si es que era posible—. ¿Tuvieron...?

— ¡Por Merlín, Luna! —exclamó Lavender, tapándose el rostro con las dos manos. Luna rió por lo bajo—. ¿Cómo dices esas cosas?

— ¡Oh, vamos, Lavender! —Luna chasqueó la lengua, levantándose de su puesto e yendo a sentarse sobre el escritorio de la castaña—. No te me hagas la santa... —Lavender la miró con la boca semi abierta, ofendida. Luna sonrió, guiñándole un ojo—. ¿Es que se te olvida todos esos besos fuera de tono con Ron? Medio colegio creyó que ustedes...

— Tú sabes que entre Ron y yo jamás pasamos de simples besos —se defendió Lavender.

— Claro, simples besos —comentó sarcástica Luna. Luego agregó—. Esos no eran simples besos, esos eran...

Lavender rodó los ojos, interrumpiéndola.

— A lo que me refiero es que nunca tuve relaciones sexuales con Ron —Luna enarcó una ceja. Lavender bufó—. Bueno, una vez estuvimos casi... pero McGonagall nos vio y nos mandó con Dumbledore. Ya después pasó lo del envenenamiento y luego descubrió que sí le gustaba Hermione y en fin... —suspiró—. Después de Ron no quise salir con ningún otro chico.

Ley Matrimonial Mágica: "Siempre Fuiste Tú".  [TERMINADA]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora