LUZ DE LUNA

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17-18 DE ABRIL DEL 2000.

Neville se encontraba aun dormido. No era propio de él dormir tan tarde, pero debido a los tragos de Whisky de fuego que tomó junto a sus amigos el día anterior, fue inevitable no flojear.

Se desperezó un poco, minutos después que un rayo de sol le golpeara de lleno en el rostro, y medio dormido avanzó a la salida de la habitación. Arrastró los pies masajeándose circularmente las sienes; el dolor de cabeza que tenía era tormentoso. Agradecía internamente que su abuela Augusta estuviese de viaje por Edimburgo y no los visitara ese domingo, sino, la que le estuviese armando en ese momento sería descomunal. Ella no le hubiese permitido dormir hasta la una de la tarde.

─ ¿Aún no le has dicho? 

La voz chillona y acentuada de Parvati lo detuvo en seco. Alzó la vista del suelo encontrándose a varios metros de distancia con la imagen de su esposa, Lavender, y de su mejor amiga Parvati Patil. Miró a cada lado nervioso buscando una solución para huir sin ser visto. Terminando por esconderse detrás de la cortina carmesí que cubría el gran ventanal que daba al herbolario.

─ ¡Sshh! ─silbó Lavender, y por los sonidos que le vinieron después a eso, parecía que la voz de la morena se peleaba con su mano; o eso imaginó Neville desde su escondite─. ¡Cállate, Vati, ¿no ves que nos pueden oír?! 

Las risas y murmuraciones de las mujeres lo hicieron sentir más incómodo de lo que ya se encontraba. Respiró hondo e intentó calmar el temblor de sus piernas. Era un poco tonto la forma en como se sentía en ese momento; nervioso, tonto y asustado, sin ningún sentido. Esa era su casa. Pero en lo más profundo, el viejo Neville seguía ahí.

Pasos lejanos descendiendo al parecer por la escalera le hicieron aspirar hondo y soltar el aire con alivio. Neville secó el sudor frío de su frente con el dorso de su mano y asomando primero la cabeza por la tela de poliéster, examinó el lugar de izquierda a derecha.

Salió de su escondite con sigilo, y así caminó hasta el comienzo de las escaleras que daban al vestíbulo. 

─  Neville... 

Cerca de descender el primer escalón, una voz femenina a su espalda lo espantó provocando que fallara su equilibrio cayendo de trasero tres escalones. 

¡Jævla! ─expresó Neville sujetándose del barandal metálico de la escalera, que evitaba que siguiera cayendo más abajo─ ¡Jævla! ¡Jævla! ¡Jævla! ─siguió diciendo en tono molesto con el rostro rojizo.

─ ¡Neville, lo siento! ─dijo Lavender omitiendo las palabras raras que decía Neville, ahora poniéndose en pie─. No quería asustarte, no pensé que... ¡Lo siento tanto, Neville!

Neville la miró mal, mientras volvía a decir con ahínco directo hacia ella: "¡Jævla!". Se  sacudió el polvo inexistente de su pijama de rayas azules y, con el ceño aun fruncido, terminó de bajar las escaleras de dos en dos con Lavender detrás de él.

El camino los condujo hasta la cocina en dónde Donna, la elfina de los Longbottom, los recibió con una amplia sonrisa que solo Lavender correspondió.

─ Neville, no fue mi intención... ─repitió Lavender, para ese momento estaban en el comedor. Neville la miró de soslayo, sin embargo, no le dijo nada. Luego de dos minutos ella añadió─. Además..., ¿qué hacías espiándome tras las cortinas? ─Neville se ahogó con su jugo escupiendo un poco sobre el comedor. Lavender estuvo apunto de soltar una risa, más sabía que no era el momento de reír; no cuando había volteado la balanza a su favor. Ella continúo bajo la confusión en el rostro del castaño─: Sí, te vi. Debiste haber escondido mejor tus pies.

Ley Matrimonial Mágica: "Siempre Fuiste Tú".  [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora