XLIII: NADA BIEN

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01 DE DICIEMBRE DEL 2000.

Las dos semanas y media viviendo en el apretado departamento no bastó para acostumbrarse del todo. A Ginny le costaba conciliar el sueño debido al chirrido molesto que hacía el catre al ella dar un mínimo movimiento; además que los ronquidos de Ron, quién dormía a su lado en el suelo, no ayudaban mucho.

Las pesadillas en dónde era poseída por Voldemort regresaron, incluso más intensas y realistas. También soñaba que Draco se llevaba lejos al bebé.

Conforme pasaron los días, se fue dando cuenta de las malas decisiones que había tomado. Una de ellas, era separarse de sus seres queridos que tanta falta le hacían.

- Ya es la sexta carta que recibo de mamá -anunció Ron, lanzando sobre el mesón roido la carta. Se giró hacia Ginny, con aspecto preocupado-. Ginny, no es que te esté echando, pero mamá y papá están muy preocupados por tu "desaparición" -hizo comillas con sus dedos. Suspiró-. Y aunque me enfade admitirlo, Malfoy también lo está. Cada día se publicó tu foto en el profeta, y por cómo vimos ayer, también en los diarios muggles.

Ginny se aferró a su cuerpo, recostándose en el catre. Ese día sentía mucho malestar; una debilidad que no podía explicarse. Podría deberse a lo mal que se estaban alimentando. Ron consiguió un empleo muggle, como vigilante de seguridad de un hotel de tres estrellas, pero su sueldo no alcanzaba para sustentar a los dos. Ella tenía algunos galeones ahorrados en Gringotts, más no se atrevía a ir por esos lados sin el temor de ser reconocida. Así que ni modo, tenía que comer lo poco que su hermano proveía.

Lo bueno de su estadía, era que ayudó a Ron a desenvolverse un poco mejor en la cocina y en otros quehaceres. Hasta el apartamento tenía un aspecto más hogareño.

Aunque la convivencia a veces se tornaba un tanto forzosa, pues ambos pelirrojos tenían un carácter impulsivo y volátil. Sin embargo, al finalizar el día volvían a contentarse como si nada. Ellos sabían perfectamente que solo se tenían, en ese momento, el uno al otro.

- No volvamos a tocar ese tema, Ron -dijo ella, con el semblante pálido-. Me siento muy agotada, ¿podrías cocinar por mí?

Ron hizo una mueca. Ginny le había enseñado a encender la estufa, hacer espaguetis y como freír huevos, también a como no dejar que la sopa de lata no se le evaporara. Más con todo y eso, no le encantaba la idea de cocinar, en ningún caso.

- Bien, pero si comemos huevos rostizados y espaguetis aguados, no me culpes -alzó sus palmas, antes de girarse e ir al refrigerador.

La pelirroja no dijo nada, sus ánimos no estaban para seguir hablando y menos de algo tan tonto. Así que se giró, quedando defrente a la pared, y se subió la colcha hasta que le cubrió media mejilla.

«...Eres una pobre chiquilla que piensa que Harry Potter se fijará en ella...»

«¡Ya déjame ir!»

«¡Jamás!»

«¡Estúpida niña, estúpida niña, estúpida niña! Me quedaré con ese bastardo y será mi más fiel seguidor. Como todos los Malfoy»

«¡No! ¡Cállate! ¡No más!»

- ¡Ginny!

El grito asustado de Ron le hizo abrir los ojos de golpe. Él estudió sus facciones, con la preocupación brillando en su ojos azules.

El corazón de Ginny latía a un compás acelerado, su pecho bajaba y subía errático y en su pecho una opresión fantasmal que le negaba el aliento. Sentía como su cuerpo temblaba, empapada de sudor, y un frío que le caló hasta los tuétanos de forma violenta.

Ley Matrimonial Mágica: "Siempre Fuiste Tú".  [TERMINADA]Where stories live. Discover now