XVIII

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Ambos estaban caminando bajo el intenso clima de Nueva York.

Volkov tenía las manos metidas en su saco, sin embargo, le daban escalofríos cada vez que volteaba a mirar al aparente amigo que consiguió en línea.
Él era totalmente diferente a lo que Volkov alguna vez imaginó. Un poco parecido, pero no demasiado...

Volkov lo había pintado a él con un rostro infantil, casi como un adolescente en la preparatoria o como un chico extrovertido que siempre está haciendo lo que sea para molestar a los otros y llamar la atención.

Como un Jack Conway joven...
Diablos, que espeluznante...

Resultó ser algo diferente a lo que Volkov había pensado.
Tenía un rostro grande y maduro, como el de un hombre adulto de 25 años, aunque el ruso no estaba seguro de haberle preguntado su edad al contrario...

Él también era más alto de lo que Volkok alguna vez pensó, tenía una graciosa cresta, aunque su rostro seguía viéndose dulce.

Sus labios eran grandes, no demasiado, casi medianos. Tenía unas cejas pobladas y desarregladas, y unos ojos oscuros, pero que se alcanzaban a ver cafés con el golpe de la luz del poco sol que se asomaba entre las nubes.
Su piel era morena y brillante...

Las fotografías mostraban algo completamente diferente a la realidad. Con tantos filtros y adornos en la app, Horacio lucía completamente diferente.

De nuevo, él estaba clavándole la mirada a Volkov.
El ruso fingía no notarlo, no porque le incomodara, sino que no quería que el otro se sintiera avergonzado al respecto, además de que en realidad no le molestaba que le observara en lo absulto.
Volkov volteó hacia sus pies, fingiendo no notar la clara mirada que el contrario le aportaba. Estaba concentrado en sus pasos, e ignoraba totalmente el ruido del bullicio a su alrededor. La ciudad no le molestaba al ruso, pero si podía mantenerse en un lugar aislado, apartado del ruido y la gente, probablemente lo haría.

Volkov sintió como algo tomó y tiró de su brazo de manera brusca. Tropieza hacia atrás y trata de no caer al piso. 
El contrario estaba sujetándolo con firmeza.

—Cuidado...  —La grave voz de Horacio hizo que Volkov lo mirara —, el semáforo está en rojo...

Volteó y miró hacia la calle, donde los autos estaban pasando sin algún tipo de control. La luz roja estaba encendida en el poste junto al paso de cebra del otro lado de la calle.

—Ah... yo... —La mano de Horacio se deslizó, soltando el brazo de Volkov. —, no lo ví, estaba... distraído.

Horacio le sonrió en cuanto el ruso volteó a verlo de nuevo.

—Descuida, solo... ten más cuidado, ¿de acuerdo?

Volkov asiente y cuando desvía la mirada intenta ahuyentar los extraños pensamientos en su mente. En cuanto la luz se vuelve verde para el paso peatonal, ambos comienzan a caminar con calma hacia el otro lado de la calle.

Por favor, Volkov. Eres mejor que esto. Le reclamó su cerebro. No puedes lucir como una puberta en su primera cita, eres un jodido hombre. Y eres un jodido empresario. Y no estás en la jodida adolescencia.

Volkov se sintió avergonzado de si mismo.

¿Por qué estaba comportándose asi?, tan cursi... y dramático... y ridículo.

Volkov, de nuevo, le dio un vistazo al contrario intentando analizar algo de él con un poco más de claridad. Tratando de encontrar algún defecto del cual sacar algún tema de conversación.

Su ropa, por ejemplo...

—¿No tenías algo más abrigado? —Preguntó mirando sus sudadera, su cuello estaba descubierto, tenía un... gran cuello. Con una manzana que subía y bajaba cada vez que el contrario reía y hablaba, bastante atractiva para Volkov — ¿No te estás congelando...?

Café Mentolado || VOLKACIOWhere stories live. Discover now