XXXVIII

841 125 17
                                    

Volkov se había paralizado y Horacio se había dado la vuelta para encontrarle una explicación a aquel gesto aterrado que el ruso tenía sobre el rostro.

A lo lejos, al final del pasillo había un sujeto sobre el suelo, encogido en su propio cuerpo mientras miraba al elevador con una mirada sumamente cansada y débil. 

Horacio abrió bien los ojos cuando lo vio mientras que Volkov volvía a abotonar su camisa apresuradamente.

El hombre en el pasillo se desvaneció, provocando que Horacio soltara al ruso, dejándolo caer bruscamente hacia el suelo para así poder correr hacia aquel desconocido. 

Horacio se agachó rápidamente y lo miró con atención mientras le tomaba de las mejillas. Aquella persona parecía seguir consciente, sin embargo su rostro estaba ensangrentado, su mirada lucía vacía y su ropa estaba sucia y hecha un asco.

—Oye… —Le llamó con un tono algo desesperado.

El contrario lo miró con esos ojos verdes y ese cabello rubio totalmente desalineado. Sus ojos se cerraron una vez que se toparon con la mirada de Horacio; como si se hubiesen llenado de satisfacción antes de cerrarse.

Volkov desde el otro lado del pasillo se incorporó del suelo y con un poco de dolor sobre el trasero se apresuró a sacar las maletas y acercarse a Horacio rápidamente.

El de cresta estaba en shock (o algo parecido), mirando a ese desconocido mientras que las lágrimas en sus ojos se convertían en una pequeña cascada salada.

Volkov miró la escena y rápidamente reaccionó agachándose y tomando a al de cresta por el hombro.

—Hey.. —Le habló Volkov a Horacio con el tono más tranquilo que apenas pudo encontrar —, las llaves… dime donde estan las llaves del departamento..

—En la bolsa… —Dijo con una voz muy leve —, en la pequeña…

Su rostro lucía realmente afectado, sin embargo finalmente analizó la escena tras unos segundos y entró en pánico en cuestión de momentos.

—Va a morir…. —Le dijo a Volkov. —¡Volkov, va a morir, está perdiendo mucha sangre!

El ruso frunció el ceño tratando de evitar los lloriqueos de Horacio. Tomó la maleta del contrario y buscó de inmediato las tintineantes llaves que estaban regadas justamente en la bolsa que antes le habían indicado. Prontamente abrió la puerta, arrojó las maletas hacia dentro en un reflejo y se agachó para ayudar a Horacio a cargar a su compañero hasta el interior de la casa.

Unos pasos después llegaron y lo recostaron sobre el sofá. Volkov se acercó hacia él y un poco nervioso deslizó sus dos dedos (índice y medio) al cuello del rubio. Afortunadamente, los latidos de su corazón seguían siendo constantes, aunque estaban un poco más débiles de lo que deberían.

—Deberíamos llamar a la policía —Mencionó Horacio entrado en pánico mientras sus ojos lloraban a ríos y sus manos temblaban incontrolablemente —, deberíamos hacer algo Volkov, ¡Debemos hacer algo!

El ruso tragó saliva y miró otra vez al sujeto inconsciente frente a él.

Su estado no era realmente grave y desprendía un leve olor a alcohol de su ropa, lo cual podría significar que se había metido en una pelea recientemente.

Los golpes habían sido dados en puntos sensibles, por lo que lucían exagerados,sin embargo no parecía haber peligro de muerte u alguna otra cosa peligrosa.

—Esta bien.. —Se susurró así mismo el ruso y después se giró hacia el contrario —, debemos encontrar vendas, algodón y alcohol, ¿de acuerdo?

Café Mentolado || VOLKACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora