XXXVI

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El conductor del taxi les había cobrado 17 dólares por el viaje desde el aeropuerto hasta el edificio donde residía el de cresta. Horacio los pagó aún cuando el ruso planeó hacerlo desde el momento en que habían llegado.

Al final, por alguna razón Volkov salió del auto a la par que Horacio. Sin embargo, cuando se dio cuenta de que aquel no era su destino, el taxi ya se había ido y no parecía haber más coches de servicio que le pudiesen llevar hasta la mansión de su padre.

La reunión con su familia empezaba a las 5 p.m., afortunadamente en Los santos era aún la 1 de la tarde; el cambio de horario era el único que parecía estar haciéndole un favor al ruso.

Por otro lado, Horacio se veía bastante aliviado de haber llegado a su casa finalmente. Tenia esa mirada y ese brillo en los ojos, aparte de esos pequeños suspiros que parecía gritar "joder, estoy en casa"

Cada vez que Volkov lo veía… oh, era como si quisiera disculparse y abrazarlo aún cuando él no había hecho nada malo.

Tal vez Horacio tampoco habia hecho nada malo. Tal vez solo no fue lo suficientemente importante para él, como lo fue para el ruso.

Lo que sea que fuera le había dolido en el corazón a Volkov.

Tragó saliva y negó con la cabeza para tratar de desviar sus ideas hacia un lugar donde no pudieran molestarle. Volkov tratando de ser lo más firme posible camina hacia la recepción. Rápidamente Horacio comienza a seguirlo, lo cual lo pone aún más tenso.

—Hey —Habló Horacio alcanzando su paso —, ¿podemos hablar un segundo..?

Volkov voltea para verlo, pero prontamente desvía la mirada otra vez.

—Lo siento, tengo que.. pedir un taxi. Tengo una reunión importante más tarde.

—Solo tomara un segundo, ¿puedes..  posponerlo por un rato?

Volkov toma el asa de la maleta con fuerza. 

Horacio está haciendo ese rostro y esa es la razón por la cual el ruso no se atreve a mirarlo.

Sabe que cederá si lo mira a los ojos.

Sabe que querrá besarlo y decirle "está bien, te perdono" aún si el contrario no se disculpa.

Ah, eso era estar enamorado.

Ser vulnerable. 

Eso era…

Horacio tenía el corazón del ruso en su mano y estaba jugando con él como si fuese pelota de béisbol…

—¿Para que…? —Pregunta el ruso —, ¿si solo tomara un segundo entonces para qué debo quedarme?.... , lo que sea que tengas que decir entonces solo dilo ahora…

—No tenemos que estar así —Responde rápidamente —, quiero decir, puedo fingir que a ti te gusto mi sorpresa y tú puedes fingir que estuve ahí cuando despertaste…

Volkov frunce el ceño.

Comienza a caminar de nuevo.

—Voy a pedir un taxi e iré a casa, te llamaré luego..

Horacio lo sigue otra vez.

—No —Insiste con un tono desesperante —, solo resolvamos esto, porque siento que me ahogo cada vez que haces eso…

—¿Cada vez que hago que? —Pregunta bruscamente, dándose la vuelta para enfrentarlo.

—Cuando me evitas con ese gesto en el rostro. Me hace sentir como si me odiaras…

Café Mentolado || VOLKACIOWhere stories live. Discover now