XXXIX

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[...]

Horacio se quedó mirando a Gustabo por un segundo.

Era como si su mente tratara de decidir si estaba alucinando o si realmente estaba viendo a su hermano consciente después de tanto tiempo (tres o cuatro semanas, para Horacio fue mucho).

Tras un momento para que el de cresta tratara de organizar sus pensamientos, volvió en sí en cuanto Gustabo soltó esa pequeña risilla adolorida. Su hermano realmente estaba bien, bueno, un poco demacrado, pero estaba bien dentro de lo que cabía...

Frunció el ceño y sus ojos lentamente comenzaron a verse como si fuese a llorar, Horacio caminó hacia el rubio para casi saltar sobre él y con gusto, Gustabo lo recibió con un abrazo que se sentía débil con tan solo verlo.

Horacio se apartó por un pequeño segundo para ver el rostro herido del contrario con más claridad.

—Gustabo —Habló con un nudo en la garganta y después lo abrazó de nuevo —, ¿qué te pasó?

Otra vez, el rubio rio para dar a entender que todo estaba bien.

—Estoy bien —le respondió para tranquilizarle —, me pase de copas ayer y terminé peleando con un grupo de idiotas en un callejón, creo que olvidé donde estaba mi departamento y al final terminé aquí…

Oh, se había pasado de...copas.

Bueno, eso de alguna manera explicaría el hedor a alcohol que sobresalía de su ropa, sin embargo, ¿a cuántos tipos tuvo que haberse enfrentado como para que le dejaran la cara de esa manera?

Su labio estaba roto, de su nariz aun salía sangre y tenía una que otra mancha violeta sobre el rostro en forma de moretón.

Evidentemente aquello no había sido tan solo una pelea. Gustabo había dado una excusa más que falsa, pero a decir verdad, ni siquiera Horacio sabía si realmente quería saber que le había pasado a su hermano o no. Él se sentía aliviado de que su compañero ahora estuviese bien, pero todas esas heridas eran… terribles.

Horacio no estaba del todo seguro, aunque Gustabo sí que solía ser bastante escandaloso cuando se trataba de su ebriedad…

Tal vez podría haber un poco de verdad en aquella mentira tan despreocupada.

De cualquier forma, tratar de creerle al contrario era mucho mejor que imaginarse una situación que pudiese ser aún peor …

El de cresta tan solo se concentró en quedarse abrazando a su hermano por unos momentos más, después recordó que no se encontraban solos y giró la mirada por encima del hombro de Gustabo.

Volkov captó la mirada de inmediato, Horacio le sonrió de una manera leve como agradecimiento. El ruso se sintió avergonzado, sus mejillas se pusieron un poco rojas y desvió la mirada con una sonrisa casi inevitable sobre el rostro.

También tenían que arreglar eso.

También tenían que decirle a Gustabo las cosas que habían ocurrido en Nueva York (no todas, por su puesto, el rubio no necesitaba todos los detalles).

Al menos por ahora iban a tomarse un pequeño descanso. Un break para poder respirar y relajarse, ya después vería si le contaban o no al rubio de sus aventuras amorosas...

Prontamente y después de unos minutos ese extraño pacifismo fue interrumpido por el toque de la puerta del departamento y el timbre del mismo también.

Volkov se ofreció a abrir de inmediato, para que así ambos hermanos pudieran seguir reencontrándose sin tener que ser molestados. Horacio volvió a agradecerle y el ruso se encaminó hasta la puerta.

Tomó el pomo y lo giró.

Se encontró con un… gigante.

Oh bueno, era más bien un hombre mucho más alto que Volkov, el cual empujó al ruso antes de que este pudiera siquiera mirarlo de la manera correcta.

Gustabo volteó para ver lo que ocurría y en seguida se alarmó cuando cruzó la mirada con aquel sujeto. Devolvió la mirada al de cresta y le dio un par de palmaditas alarmantes para que este voltease.

Horacio se apartó de su hermano y giró la cabeza para ver lo que ocurría, sin embargo antes de poder hacerlo fue atacado por el intruso que ahora invadía su hogar.

Se le había tirado encima al de cresta. Lo estaba abrazando por el cuello y ahors besándolo como si fuera eso lo último que quisiera hacer.

Volkov abrió bien los ojos y Gustabo se apartó de ambos con cierta dificultad en sus pasos.

—Bastante humedo, ¿no? —Preguntó Gustabo, tratando de hacerse el gracioso con el ruso. —, es impresionante lo rápido que es este tío cuando se trata de venir a ver a Horacio…

—¿Cuando se trata de venir a verlo..? 

Horacio trató de levantarse, pero el contrario no parecía dejarle. 

La boca de Horacio parecía estar bastante llena de la saliva de ese completo extraño para Volkov.

—¿Así se saludan con sus amigos? —Habló de manera irónica el ruso. Gustabo rio y le dio un par de palmadas en la espalda al contrario.

—Se llama Ford —Aclaró el rubio. —, es el novio de Horacio..

—Ah, ya….

La escena estaba comenzando a ser incómoda.

Las manos del señor llamado "Ford" ahora estaban deslizándose por los pantalones del de cresta.

—¿Deberíamos dejarlos solos o te gusta mirar este tipo de cosas…?

—¿A lo voyeur..? —pregunta volkov frunciendo el ceño al mirar a la pareja en el suelo —, no, eso no es… no me gustan esas cosas...

Gustabo asintió con levedad para demostrar que le prestaba atención al contrario. Volkov estaba sintiendo náuseas en el estómago.

Al final decidió girarse y comenzar a caminar hacia la puerta, donde tomó su maleta y fue alcanzado por Gustabo.

—¿Dónde vas? —Le pregunta el rubio un poco cojo con sus pasos — ¿te has incomodado?

—Si —Respondió con sencillez y miro el reloj en su muñeca —, además, también debo ir a otro lugar. 

Volkov giró la mirada hacia Gustabo.

El rubio le sonrió.

—Fue un gusto, Gustabo —Dijo el ruso sonriendo levemente y alzando su mano. —, espero que sanes pronto…

El contrario asintió, dándole los cinco al ruso, siendo totalmente informal. Volkov en realidad esperaba un apretón de manos, pero se conformó con aquello y terminó por salir del departamento sin la intención de esperar por una explicación.

En realidad, Volkov había tenido un ataque de autoconfianza repentinamente. Se sentía como si aquello no le importase en lo absoluto, como si supiera que Horacio realmente no fuera capaz de "traicionar" al ruso.

Tal vez estaba equivocado.

Pero esa era la parte buena de drogarse con el sentimiento del amor.

Oh, quizá volkov estaba demasiado segado…

Las puertas del elevador se cerraron apenas se vio a Horacio corriendo como un desesperado tras Volkov. 

El ruso sonrió avergonzado porque sabía que lo estaba buscando para darle una explicación. 




Abre bien los ojos Volkov ….

Café Mentolado || VOLKACIOWhere stories live. Discover now