XLVII

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No pasó mucho tiempo después de que Volkov había salido del departamento de Horacio Pérez. Tomó el elevador y ni siquiera se molestó en mirar hacia atrás para comprobar si Horacio le estaba siguiendo o no, sin embargo, aquello no habría hecho falta de todas maneras, pues el de cresta esta vez no salió apresurado para perseguir al oji-azul.

Tanta era la monotonía que se había producido en tan poco tiempo entre ellos dos que Volkov se atrevió a pensar que aquello lo arreglarían después, en algún momento del camino, sin embargo después de calmarse ligeramente se detuvo a considerarlo más detenidamente, y tras sentir como sus deliberados pensamientos comenzaban a desarrollarse se dio cuenta de aquello.

Si, era cierto.
Tenían peleas por cosas estúpidas, casi todo el tiempo.

Aunque, bueno, tal vez no eran estúpidas del todo, pero sí eran peleas que no tenían como necesidad separarlos el uno del otro para que luego ambos tuvieran otro ligero quiebre mental.

Eran más bien peleas que podían hablarse. Pero nunca lo hacían. Jamás se hablaban.

Porque Volkov era muy impulsivo, y le gustaba sacar sus propias conclusiones.
Y porque Horacio era muy emocional y era un fánatico de malinterpretar los pensamientos de las otras personas.

Tal vez, si trataban un poco más de... quien sabe, calmarse ...

No, no podía calmarse.
No en un momento como este.
No cuando Volkov no tiene hogar, ni familia, ni un propósito de vida.
No podía calmarse cuando había alguien tras de él, queriéndole hacer quien sabe que cosas por una cuenta con el saldo pendiente.

No podía calmarse sabiendo que esa gente era peligrosa y que harían cosas inimaginables para obtener lo que antes habían prestado con el pensamiento de que aquello se triplicaría.

Torturarlo.

Asesinarlo.

Tenía que ver por su seguridad y por la seguridad de lo que quería, por supuesto que no había tiempo de discutir por una pelea que en un principio él provocó.

Pero pensándolo bien, ¿él la provocó?

Ya que después de todo Volkov comenzó a presionar con aquel tema de nuevo.

Pero era importante.

No, no. Horacio lo dijo, quiere terminar sus estudios aquí, su familia y sus amigos están aquí. Todo lo que ama está aquí.

Pero si Volkov se va, ¿todo lo que ama seguirá aquí?, tenían que hablar de eso, es importante.

Pero a él le cuesta tomar una decisión tan repentinamente, en especial en una relación tan fugaz como la de él y Volkov, que tal si un día, ese sentimiento tan atemporal desaparece y se desvanece sin dejar ningún tipo de rastro tras él.

¿Por qué lo haría?,¿ por qué desaparecería?, Horacio debe mantenerse con Volkov, lo ama. Es así, el uno para el otro, son importantes.

Pero Horacio es tan inexpresivo.

Pero lo ha demostrado.

Pero ni siquiera puede decir que lo quiere.

Lo hace con acciones.

No puede decir que lo ama.

Es importante.

No lo es.

Es importante.

No lo es.

Somos importantes.

Café Mentolado || VOLKACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora