XXX

918 147 30
                                    


Volkov estaba en el parque.
Frente aquella banca que al parecer ya no era tan especial para Horacio.

Que desperdicio....

La tarde estaba bastante fría y el ruso tenía la sensación de querer vomitar cuando recordaba el rechazo que se había llevado hace unos momentos atrás, cuando estaba en el hotel, en la habitación de Horacio...

Había decidido irse cuando pasaron 20 minutos y Horacio aún no salía del baño. Asumió que el contrario había comenzado a sentirse incómodo así que tomó sus pantalones, una botella de whisky que aún tenía un poco de alcohol y su teléfono para irse a llorar a la habitación de a lado.

Entró en el baño en cuanto llegó y se metió en la regadera, se sentó en el suelo con la ropa puesta y comenzó a beber mientras que el agua helada de la bañera caía cruelmente sobre su cuerpo tembloroso. Horacio tocó su puerta una o dos horas despues, pero el ruso lo ignoró y luego de un largo rato el contrario se fue, dejando a Volkov solo, medio ebrio y deprimido.

Luego de hundir su rechazo en el alcohol salió al balcón con una ropa no tan abrigadora y aspiró con esfuerzo el aire congelado. Decidió que no era lo suficientemente doloroso así que tomó su abrigo y salió a la calle para buscar una forma de no pensar en lo que había ocurrido....

Al parecer estaba buscando distraer su dolor emocional con un dolor corporal.

Por eso ahora estaba sin zapatos, sobre la nieve que cubría el césped.
Con una botella de alcohol seminueva.

Volkov dio otro de esos tragos gigantescos a la botella de alcohol que ardía cada vez que cruzaba por su garganta.
Alguien a algunos metros de él se acercó con las manos en los bolsillos y los hombros encogidos.

—Disculpe... —Habló, una voz masculina y algo grave.

Volkov volteó la cabeza para encontrarse con alguien que era casi de su misma estatura. Un hombre que se veía un poco mayor que él, pero que parecía seguir siendo joven.

—Oh... —El hombre quien habló alza las cejas, aclarando la mirada —, usted fue el mismo que vino aquí ayer a las 5 de la madrugada...

Las 5 a.m. . Dos horas después de "quedarse dormido" en los cálidos brazos de Horacio.

—¿Quién es usted? —Pregunta el ruso,  girando su cuerpo totalmente hacia él.

—Señor, soy el guardia del parque. El jefe del mantenimiento, ¿recuerda? —Aquel sujeto abre su abrigo, mostrando un suéter de lana negro que lleva un gafete colgando de un pequeño bolsillo en el pecho.

—Ah... ¿y a qué viene ayer? —Pregunta otra vez Volkov.

El hombre vuelve a cerrar su abrigo, está vez mostrándole un gesto de leve preocupación a quien estaba tambaleándose por culpa del propio aire; aquel sujeto medio perdido por la embriaguez.
Suspiró y lo tomó por el hombro, dándole un par de palmadas y después sujetándolo.

—Venga, hace frío aquí afuera, se resfriara y eso podría ser una molestia...

—No tengo a nadie que se preocupe por mi —Dice, entonces comienza a caminar junto al sujeto siguiendo el camino de la grava que ha sido cubierta por la nieve. —, si muero de hipotermia los únicos que velarian por mi serían los forenses, aunque no estoy seguro de que a ellos tampoco les importe...

El mayor suelta una risa leve, después una tos que no suena tan grave en realidad.
Volkov golpea la espalda del contrario, tratando de ayudarlo, aunque golpea un poco... demasiado fuerte. 

Ambos caminan hacia la caseta del parque, una pequeña que se mantiene en condiciones. Volkov mira hacia el suelo, observando sus pasos y tratando de no caerse junto al sujeto que le ayuda a mantener el equilibrio, su cuerpo tiembla bastante y parece que va a desmayarse en cualquier segundo, pero después de unos pasos un poco acortados logran llegar para cruzar un lumbral que los abriga con un cálido clima, al cual Volkov parece rendirse de inmediato.

Café Mentolado || VOLKACIOWhere stories live. Discover now