XXXVII

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Horacio estaba esperando a su compañero en seguida de las puertas del elevador.

Las puertas del edificio y las paredes que lo rodeaban eran de cristal, así que no era muy difícil echarle pequeños vistazos al contrario mientras éste estaba afuera.

Ya estaba tardando.

Había dicho que era una llamada de trabajo, pero cuando se giraba y volteaba de vez en cuando, su rostro de preocupación y tensión lo delataba totalmente.

Tal vez algo salió mal en sus asuntos laborales….

Horacio suspiró y se recargó en la pared ya un poco cansado. Miró hacia arriba, luego a sus pies, luego a las maletas y luego de nuevo hacia arriba…

Estaba comenzando a ser aburrido.

Quizá debía intentar llamar a Gutsabo otra vez, pero probablemente aún estaría dormido para esa hora.

De pronto una chica entra en el edificio. Tiene una falda que se acopla a su figura y una camisa blanca que es cubierta por un saco.

Estaba helado afuera, pero parecía que la joven mantenía el control en sus pasos para no temblar o mostrar incomodidad ante la baja temperatura.

Bastante elegante…

De pronto, aquella volteó explorando el lugar con la mirada; se encontró con Horacio y Horacio se encontró con ella.

Ahí es cuando el de cresta lo notó. Ella era la recepcionista del edificio. Horacio una vez la llevó hasta su casa cuando ella estaba ebria porque su novio la había dejado.

La señorita lució sorprendida y cambió su rumbo hacia la dirección de Horacio.

—Horacio —Le llamó con una sonrisa —, está de vuelta, es bueno verlo otra vez.

Horacio le regaló una sonrisa simpática y una pequeña risa. La verdad era que aquella chica lo ponía nervioso, era bastante alta y aún así usaba tacones de plataforma altos. Se veía un poco intimidante de cierta manera…

—¿Cómo pásate tus navidades? —Le pregunta el de cresta.

—Oh, bueno, mi papá se quedó calvo y mi mamá quiere preñarse otra vez a sus 62 años. Bastante tranquilo, realmente…

—Creí que tu padre se había hecho un trasplante de cabello.

—Le dio una reacción alérgica y ahora se le pone la cabeza morada cada vez que se pone el shampoo que el doctor le recomendó… —Responde con bastante sencillez. Horacio ríe con levedad —. Oh, es verdad, hubo un sujeto, ese que siempre venía contigo… me dijo que le avisara cuando llegaras de tu viaje.

Oh. ¿Sujeto?.

Ah, claro, Gustabo.

Quizá ella podría llamarlo y contactar con él. 

Horacio ansiaba tanto ver a su querido hermano. Estaba deseando abrazarlo y darle de esos empalagosos besos desde hace rato.

Sería bastante bueno verlo.

—¿Debería llamarlo y avisarle ? —Le pregunta la chica.

—Ah, si —Responde Horacio rápidamente —, aunque no será un poco difícil que puedas contactarlo, él suele estar durmiendo por las tardes…

De pronto, una silueta camina tras la chica. Horacio se asoma y se da cuenta de que Volkov camina hacia ambos con los ojos concentrados en su teléfono. Cuando finalmente llega, mira a Horacio y se guarda el móvil en el bolsillo.

Café Mentolado || VOLKACIOWhere stories live. Discover now