XXV

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[H]

Volkov se dio vuelta entre las sabanas y después de eso, abrió los ojos. Se encontró con el techo de la habitación y realmente no pasó mucho tiempo después de que comenzara a hacer uno de esos debates consigo mismo de nuevo.

Estaba pensando en qué estaba ocurriendo. Porqué estaba ocurriendo. En que momento había comenzado. Y porque él aún seguía metido en ello.

De pronto, la imagen de una mujer hermosa cruzó por su cabeza, haciéndolo sentir completamente culpable.

Paola Escobar era su prometida, y también su socia, y también su mejor amiga. Eso era todo de lo que necesitaba estar consciente para sentirse como si la estuviera traicionando.
Sí, desde un principio Volkov le había aclarado a la chica que él no sentía nada por ella, que no quería herirla y que haría su mayor esfuerzo para no hacerla creer que estaba sintiendo algo, sin embargo, aquello no pareció importarle, debido a que aún parecía que ella quería demostrarle lo mejor de sí para que pudiera enamorarse, o al menos llegar a gustarle...

Volkov comenzó a ignorarlo, sin ningún tipo de intención cruel claro, solo quería que su relación quedara más que clara como una unión profesional, pero en algún momento ella comenzó a tratarlo como si realmente fuera su prometido.
Pasaron los meses y Volkov simplemente no correspondía a los actos "cariñosos" de Paola, la cual en algún momento consideró romper el compromiso y simplemente retirarse del cargo para dejarle el poder total a Volkov.

Su padre se negó, al igual que los padres de Volkov, quienes le dieron un sermón a su primogénito.

Era por eso que Volkov ahora intentaba simpatizar un poco más con Paola, aunque los últimos días la había estado ignorando. Sus mensajes y llamadas, igual que las de sus padres y las de Conway.

Volkov suspira y se sienta sobre la cama, exhausto aún cuando se acaba de despertar de un sueño semi-profundo.

Hace días esos dos habían tenido una corta conversación acerca de dónde se casarían, ahora Volkov ni siquiera podía imaginarse vestido de traje en una iglesia.

Volkov suspira, pero un bostezo lo interrumpe.

El teléfono de Volkov comenzó a sonar, causando que este se sobresaltara en algún momento. Se sentó sobre la cama y dejó que este sonara por un rato hasta que finalmente terminó por cansarse, se levantó, apagó la música que sonaba gracias a la alarma que había preparado la noche anterior y se dirigió hacia el baño para darse una ducha tibia.

[...]

Horacio lo había citado. O algo así...
Era por eso que ahora estaba esperando en el comedor justo como el día anterior. Había bajado 10 minutos tarde, lo cual le causaba un poco de preocupación por que justamente las palabras de Horacio fueron...

"8:30 a.m., se puntual o no esperare"

Lo había dicho en broma, pero aquello le ansiaba ligeramente debido a que cuando le preguntó al mesero por la presencia del contrario, este le dijo que nadie más que una mujer había bajado en toda la mañana.
Oir eso lo tranquilizó un poco, sin embargo Horacio seguía sin bajar y ya habían pasado 28 minutos desde que Volkov había tomado su mesa.

Suspiró, intentó no lucir tan desesperado y miró su teléfono para revisar la hora de nuevo, justo como lo había hecho cinco segundos antes...

Tal vez el beso lo aterrorizó y lo hizo pensar que Volkov quería algo serio, por eso no bajó...

O tal vez al final se arrepintió porque Volkov no lucía como alguien con quien quisiera salir...

Café Mentolado || VOLKACIODove le storie prendono vita. Scoprilo ora