73| Cobarde.

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"Luchar es la única salida a nuestros miedos"

Ángel.

Me reuniré con Bella en el borde del territorio de Alex. Existe un descampado medio desierto cerca de la carretera Fernbrook St, donde dejamos a Martin.

— Hablaré con Bellamy, tú te quedas dentro — murmuro.

El coche nos conduce por calles poco concurridas, apartados de la vista de todos, lejos de donde Alex sospecharía encontrarnos.

— ¿Bella... es su amiga?

— No — aclaro — ni siquiera sé su color favorito, solo somos dos caras de la misma moneda. Compartimos miedos, también poseemos el mismo objetivo — digo, cerrando mi mano en un puño — solo... necesito librarme de esta carga.

Noto que la carretera por la que viajamos está desierta mientras me preparo para encontrarme con ella. Tres vehículos pasan a toda velocidad por nuestro lado, haciendo que Vincent detenga el vehículo y suframos un pequeño derrape. Cuando el coche se detiene, cruzado en medio de la calle, salimos solo para ver alejarse a los dos todoterreno negros.

— ¿Quién coño corre así?

Me encojo de hombros — no sé.

Ambos nos quedamos algo aturdidos, pero pronto seguimos nuestro camino hasta el lugar. Allí, con la reja de metal blanco rota, veo el vehículo de Bella.

Salgo del coche de un salto. En el suelo hay marcas de un par de vehículos que han derrapado en direcciones diferentes.

Avanzo con un arma en mis manos, en alto. Vincent ha bajado del coche al ver que me he puesto en defensa. Camino hasta el coche de Bella y la veo detrás, en el suelo.

Observo a mi alrededor, mis pasos son firmes, pero silenciosos. Una vez llego a ella, coloco mi peso sobre mis pantorrillas y me agacho hasta poder tocar su rostro con mi mano.

Mis ojos se abren.

Tiene una herida en la cabeza. Otra en el pecho y un tercera en el hombro. Su sangre no es la única que ha creado un charco bajo su cuerpo. No muy lejos de ella hay otro gran cúmulo de sangre, pero no hay nadie más allí.

Acerco mi mano a su cuello solo para darme cuenta de que todavía respira.

— ¡Vincent! — chillo.

Hospital Monte Sinaí

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Hospital Monte Sinaí. Un centro donde pueden atender a Bella sin hacer muchas preguntas, allí trabaja una joven llamada Ria. Esa mujer, de alguna forma está comunicada con Bellamy.

Cuando llegamos, Adam ya estaba en la entrada con todo preparado y esperando junto a esa mujer. Una vez la introducen en el interior del hospital soy capaz de respirar de nuevo.

— Tendría que cambiarse, está empezando a levantar sospechas, señora.

Asiento ante la insistencia de Adam, me he quedado inmóvil, pegada a una pared y llena de sangre.

Adam me conduce hasta una habitación vacía y me entrega algo de ropa y una peluca de cabello negro. Sonrío al recordar que solía usarla cada vez que salíamos a cazar a alguien de la ruleta.

Adam me recibe con una sonrisa cuando abro la puerta.

— Ahora parece un poco más usted.

— Puede — suspiro.

Adam me dirige a través de los pasillos del hospital hasta Vincent. Se encuentra en la sala de espera más cercana al quirófano, listo para escuchar órdenes.

— Probablemente sobrevivirá — dice a mi llegada.

No es como si ella pudiera elegir morir en paz. No nos alzamos para vivir en paz. Fuimos la esperanza para todos aquellos niños y nuestro deber, es sobrevivir hasta acabar con ellos.

Reconozco haber sentido miedo al verla en el suelo, caminando en el borde entre la vida y la muerte. Algún día yo podría estar ahí.

— ¿Alguien sabe qué ocurrió?

— Ría lo sabe — contesta Adam — ella vendrá en unos minutos.

Asiento, me dejo caer en una silla y cruzo mis manos. No dejo de decirme a mí misma que hemos empezado una guerra que no podemos ganar. Una cosa fue atacar a la R.R pero Bellamy perdió el control de ella misma y arrastró a su hermano con ella.

Tampoco puedo culparla, de haber estado al mando probablemente también hubiera hecho lo mismo. Pero yo la utilicé para protegerme.

El día que me liberaron... yo pude haber sido la líder. Todavía recuerdo la cara de todos ellos, observándome cuando Bella me dejó el mérito y cómo, aterrada, la utilicé de escudo ante mis propios miedos e inseguridades.

Ella, a diferencia de mí, dio un paso al frente y brilló.

Ella no fue una cobarde.

Sumisa ©Where stories live. Discover now