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"Tus pensamientos, serán tu peor forma de destrucción"

Ángel.

Escucho un murmullo lejano.

Apenas puedo saber de qué se trata. Las voces se mezclan con risas y golpes. Se puede diferenciar una entre todas ellas. La de Alex.

Lentamente, me reincorporo en la cama y observo a mi alrededor. La habitación está a oscuras y por las cortinas de los grandes ventanales apenas entran algunos rayos de Luna. Es de noche, aunque desconozco qué hora es.

Mi teléfono, ese que Alex me regaló y normalmente descansaba en mi mesita de noche, no se encuentra allí. Probablemente Alex se lo habrá llevado como parte de su plan por aislarme del mundo.

Mi cuerpo se siente frío, comprendo el porqué cuando miro hacia abajo. Estoy desnuda. No lo estaba cuando me desmayé, pero sí ahora. Él... ¿me habrá usado mientras dormía?

Un miedo empieza a crecer en mi corazón, estoy a punto de levantarme cuando mis dedos se topan con una caja de cartón acomodada a mi lado. Hay una nota encima, acerco mis dedos a esta e intento leerla en voz baja.

"Ponte esto y baja, será divertido compartir"

Es una nota del puño y letra de Alex. MI corazón empieza a latir con fuerza porque conozco muy bien sus malditos castigos. Está furioso porque me escapé y ahora debo pagar las consecuencias.

Muerdo mis labios, preguntándome por qué incluso en situaciones así no puedo odiarle. Muchas veces me he burlado de las protagonistas de mis novelas, incluso las he regañado por ser débiles ante un hombre que les había hecho tanto daño. Y ahora que me encuentro en esta misma sensación, arrastrada por los deseos de mi corazón, solo siento vergüenza de mí misma.

Con todo el valor que puedo reunir, me visto con el contenido del interior de la caja y me detengo ante el gran espejo que separa la habitación de mi vestuario. Llevo un traje de marfil blanco, con decoraciones de encaje y perlas incrustadas alrededor del sujetador. Es bonito, la clase de estilo que suelo utilizar, en realidad. El problema es que me aterra pensar el porqué quiere que me lo ponga.

oAlex nunca me ha puesto la mano encima más allá de los azotes, pero siempre me aterra la idea de que en algún momento se sobrepase. No conozco sus límites y dudo que los tenga. Él es demasiado impredecible y debí pensarlo mejor antes de involucrarme con él, aunque en aquel momento tampoco tuve demasiadas opciones, mi tiempo era limitado, al igual que mis ideas.

De pie frente a la puerta, evito pensar cuán diferente sería mi vida ahora si mi madre siguiera con vida. Si tan solo hubiera podido reunir el valor y contarle la clase de persona que era, probablemente ella me hubiera explicado acerca del lugar de donde viene. Lo poco que descubrí acerca de su pasado nunca me llevó a ningún sitio.

Las voces se hacen más fuertes mientras avanzo hacia las escaleras a través del largo pasillo. Estoy descalza, porque mis zapatos desaparecieron en alguna parte. Solo una bata de seda separa mi desnudez de ser vista. El conjunto de ropa interior apenas puede llamarse de ese modo. Incluso para mí, esta ropa es demasiado atrevida pese a su belleza.

Bajo las escaleras con un nudo en mi estómago, imaginándome el castigo de Alex.

Me detengo dos veces más antes de llegar a su zona de recibimiento para tomar aire. Y una vez en la esquina, asomo mi cabeza gracias a la puerta entreabierta. Hay dos mujeres semidesnudas bailando sobre una mesa, alrededor de ellas, un gripo de hombres está sentado en los sofás de cuero. Todos llevan traje, y entre ellos, en la parte izquierda, puedo diferenciar a Alex con una copa de vodka en la mano.

Sumisa ©Where stories live. Discover now