"El amor es una debilidad que no muchos se pueden permitir"
Alex.
— Si se te ocurre negarte y ponerme las cosas más difíciles voy a utilizar esto, ¿entiendes?
Angel observa el cinturón con los ojos muy abiertos.
— Pero no quiero... — se queja.
La desato y ella se queda inmóvil observando el cinturón que tengo entre las manos.
— ¿Alguna vez has azotado a una mujer?
Su voz tiembla mientras pregunta. Me siento en la cama y sostengo a Angel entre mis brazos.
— A veces — admito.
Ella tiembla un poco más y niega — no quiero, por favor, Alex. ¿No te vale con un poco de mi cabello?
— No es tan efectivo.
Ella se rinde y por fin puedo ordenar al médico que entre.
Una vez sostiene la jeringuilla después de haber atado el brazo de Angel, el médico empieza a buscar su vena. Es entonces cuando ella vuelve al ataque, justo cuando el hombre tiene que empezar el pinchazo.
Así que hago todo lo que se me ocurre.
Besarla.
Angel gime, primero sorprendida. Luego entrelazo mi mano con la suya y siento como poco a poco se relaja. Sus labios se abren un poco, permitiéndome acceder a su boca, busco su lengua con la mía y juego con ella.
El médico da por finalizado el proceso, pero mientras le indico que se vaya con un ademán de mi mano libre, no dejo de besarla. Angel busca más, y pronto está encima de mí.
Quiero seguir, pero sé que no podré detenerme si continúo adelante, así que la empujo lentamente. Angel entonces reacciona y se aleja, confundida.
Sus ojos muestran algo que no puedo descifrar. Hay algo en ella que todavía se me escapa. Pero no puedo preguntar o averiguarlo porque sale corriendo. Sus pisadas se escuchan hasta que llega a su antigua habitación en la planta baja y pega un portazo.
Algo ocurre, porque Angel no reaccionaría así por un beso.
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Sumisa ©
RomanceLibro 1 Sumisa: Seduciendo al dragón rojo. #SAGAMENTIRAS Alex Deberaux había logrado tener un nombre en el bajo mundo junto al poder que siempre había ansiado. El dragón rojo era sin duda el sueño de muchas mujeres, y también su perdición. El apodo...