80 | Deseos prohibidos.

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"El deseo es peor que el amor"

Ángel.

— ¿Estás bien?

Solo escucho su voz en forma de un susurro lejano. Sus caricias sobre la piel de mi rostro también las siento. Mi cuerpo se siente demasiado pesado.

— Shh — chista Alex — estarás bien, descansa.

Siento que debería estar tan furiosa, pero apenas sé dónde estoy.

— Te odio — gimo.

Siento el roce de su mejilla con la mía.

— Ya lo se — suspira.

Volver con mi padre hubiera sido una buena opción, si no hubiera intentado venderme a Massimo. No soy su hija biológica, nada me ata a él para seguir sus planes, no mientras tenga los míos.

— Veneno... — jadeo.

Alex me acuna — no es veneno, es un paralizante, pero por lo visto eres alérgica a uno de los componentes, te recuperarás si duermes bien.

¿No intentaba matarme?

Vi la seguridad en sus ojos.

— No es veneno, Ángel, ahora descansa, estoy aquí.

Mis ojos se cierran. La calma se apodera de mi cuerpo por una vez, entre sueños, veo a Alex luchando con Massimo, ambos intentan utilizarme, solo soy un peón que quieren poseer, pero seré más lista que ellos.

Juro que voy a serlo.

Ganaré esto.

Acabaré con la Dinastía.

Hundiré a la ruleta rusa.

Y gobernaré este mundo.


🥀🥀🥀


El sol de la mañana me despierta. Deben ser las seis, Alex está sentado en una silla, al lado de mi cama. Despierto.

— Buenos días — saluda.

Inclino mi cuerpo hacia adelante, separando mi espalda del colchón, le observo en silencio.

— Si fueras un gato ya tendrías tu cola hacia arriba y todo tu pelo te haría ver más pomposa de lo que eres.

No me gustan los animales.

— Y eso, ¿qué?

— Bueno, nos hemos despertado con mal pie hoy.

Miro hacia la puerta, por debajo de ella puedo distinguir la sola presencia de un guardia. Sonrío.

De un salgo corro hacia la puerta, tomo el frío pomo y la abro de golpe. El aire que genero al tirar con fuerza remueve mi cabello. El hombre se queda inmóvil.

Aprovecho su distracción para tomar el arma y propinarle un duro golpe en la cien. Desplomado en el suelo ya no resulta un problema. Alex ha empezado a caminar en mi dirección, así que le apunto con el arma.

— Suelta eso — me ordena, aunque su voz tiembla.

— Casi me asesinas — le hecho en cara.

Toda mi cabeza empieza a dar vueltas, por lo que debo apoyarme en la pared para poder seguir disparando.

— Ángel, baja el arma — ordena Alex una segunda vez.

Tiene miedo.

Lo veo en sus ojos.

Sumisa ©Where stories live. Discover now