131 | Venganza

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"Viví el día que me diste tu amor, moriré el día que ya no lo tenga"

El sudor en la frente de Alice cae por su cien hasta perderse en su cabello

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El sudor en la frente de Alice cae por su cien hasta perderse en su cabello. Su cuerpo se mantiene caliente pese al frío envolvente segundos antes de que Ángel le administrara alguna clase de droga.

El ángel oscuro fue conocido por acabar con clanes enteros gracias a sus venenos. No pensé que también creara estos para ayudar a las personas. Aunque eso explicaría porqué ellos atacan con gases nocivos sin preocupación de ser afectados por estos.

Jade mantiene su mano entrelazada a la de Alice. Veo lágrimas contenidas en sus rojos ojos. Su mandíbula está tensa. Ambos intentamos controlar el dolor, no podemos dar rienda suelta a nuestros sentimientos en medio del desierto, pudiendo ser atacados por alguien.

— Estaba llorando — susurra Jade — el día que se enfrentó a Sebastian para salvar a tu líder, ella lloraba tu nombre.

Trago el nudo en mi garganta — cree que no la amo.

— ¿Lo haces?

— Sí.

Jade suspira — ¿y crees que Ángel te deje estar a su lado?

— Estoy aquí.

Su mirada asesina cambia el instante en el que Alice presiona su mano con fuerza y suelta un quejido cargado de dolor.

— Alice, estoy aquí.

Ella apoya su cabeza en mi pecho, llevándome hacia los días donde compartíamos casa y ella me esperaba con una de sus extrañas recetas para preparar la cena juntos.

— Alice, cariño — murmullo.

— Misión... — sale de sus labios.

— Está bien, Ángel está allí, nada ocurrirá — intenta tranquilizarla Jade.

Alice no abre los ojos, pero el alivio se refleja en su expresión — Bjorn...

— Estoy aquí, cariño, estoy bien. Por favor, guarda energías. No te dejes arrastrar, ¿entiendes? Lucha.

Lágrimas salen de sus ojos cerrados. Ella asiente antes de perder la consciencia de nuevo. Su cuerpo abandona cualquier expresión. El viaje es demasiado largo para mi gusto. En cuanto llegamos a la ciudad más cercana, ya hay un equipo médico completo esperando en el helipuerto. Arrebatan a Alice de mis manos, Jade tiene que empujarme hacia atrás para dejarlos hacer su trabajo.

Una vez la han asegurado en una camilla procedo a seguirlos, Jade se queda atrás. Ella no puede permitirse dejar de trabajar incluso cuando su amiga está muriendo. Los labios de Alice están azules. Palidezco cuando, en el ascensor, cortan su ropa para encontrarse con un charco de sangre. Pese a los vendajes que pusimos en el helicóptero, no fue suficiente para detener su pérdida de sangre.

Sumisa ©Where stories live. Discover now