132 | Ring

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"No importa los kilómetros, los océanos o el destino, siempre estaremos conectados"

"No importa los kilómetros, los océanos o el destino, siempre estaremos conectados"

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La cama se enfría el momento en el que ella se levanta de mi lado. Escucho el ruido de su ropa deslizándose a través de su piel, una vez cierra la puerta detrás de ella, abro los ojos y empiezo a vestirme.

Trago el nudo en mi garganta, intentando comprender dónde pude haberme equivocado. Íbamos a casarnos. Vi su sonrisa brillar por primera vez de verdad, esa noche en París fue nuestro primer baile juntos. Le di lo último de mí, incluyendo la capacidad de destruirme. Y en algún punto decidió alejarse.

Lágrimas cayeron por sus ojos mientras hacíamos el amor. No pensé que tenerla podría dolerme tanto. Más que un reencuentro, lo de anoche fue nuestra despedida.

Observo la bomba metálica, ahora vacía. Alargo mi mano para tomarla y comprobar que ha dejado escapar todo el contenido. El ambiente todavía está cargado de un tinte verdoso menos intenso. No estoy seguro de saber qué gas haya dejado escapar esta vez. La he visto intoxicar mansiones y destruir clanes con sus inventos, mínimo, esperaba que me dejara atontado con alguna mierda de las suyas.

A rastras, salgo de la habitación. Beau está parado en medio del pasillo a escasos metros de distancia, de espaldas a mí, observa a la nada en silencio.

— ¿Se ha ido?

Beau gira su cabeza, clavando sus ojos en mí, traga el nudo en su garganta.

— ¿No va a ir tras ella?

— No — niego, intentando mantenerme de pie sin la ayuda de la pared — no la perseguiré más, se acabó.

Beau solo agacha la cabeza.

Observo el metal ovalado en mis manos, su semejanza a una lata de cerveza es sorprendente. Aplasto el objeto con mi mano, sorprendido al ver que no me he cortado con el metal, la dejo caer al suelo y acabo de destruirla con mi pie.

La razón por la que sigo consciente pese a los gases de Ángel, es simple, Jensen solía administrarme toda clase de venenos en mi niñez, según él, para hacerme más fuerte. Lo logró.

Sin esperar a Beau, camino hacia la sala de control para chocarme con el recuerdo de Ángel asegurando mi posición como su marido frente a Melanie. Paso la lengua por mis dientes, despacio, saboreando la sangre tras haberme mordido con demasiada fuerza. Soy incapaz de sentir nada. Su abandono debería ser una lanza ardiendo en mi pecho, pero solo existe un vacío.

En la mesa hay un teléfono móvil, es lo único que queda. Ángel ha destrozado las máquinas. No vine aquí por información, pero me hubiera gustado conocer acerca de la ruleta rusa. El motivo por el que mantuvieron a Ángel cautiva, la razón por la que Jensen la protege tanto y entender de qué huía Lia.

Tomo el teléfono en una sola mano. Paso el dedo por el botón de desbloqueo, este lee mi huella y se abre. Observo las líneas de cobertura en la parte superior derecha. Mi teléfono no suele recibir señal aquí abajo, este lo hace. Señal de que es un regalo suyo.

Sumisa ©Where stories live. Discover now