3| Normas.

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"A menudo los humanos se contradicen, porque a veces habla su cerebro, y otras domina el corazón"

"A menudo los humanos se contradicen, porque a veces habla su cerebro, y otras domina el corazón"

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Ángel.

Después del accidente de tráfico pasé una semana en el hospital, perdida en un mar inmenso de recuerdos que no podía poner en orden por mucho que lo intentara. Lo primero que pude organizar en mi memoria fueron las imágenes de mi madre, Lia Deberaux. Su cabello dorado y su cálida sonrisa me arroparon durante mis largas y frías noches en ese lugar. Lo siguiente, fue a mi padre. Jensen Deberaux, recordé que no era su hija biológica, aún así era su pequeño "diamante azul"

Los médicos me encontraron deambulando por las cercanías del hospital, la policía hizo una rápida investigación y encontraron los rastros del coche calcinado tras la explosión. Para cuando los recordé, me obligaron a asimilar que ellos ya no estaban en este mundo.

No puedo describir el dolor adentrándose como estacas ardientes hasta llegar a mi corazón. La falta de oxigeno pese a notar que seguía respirando o el pavor de saber que estaba sola en el mundo.

Entonces Alex entró en mi vida.

No soy tonta, sé que me aferro a él para no hundirme en el océano de dolor. Sé que me he enamorado porque perderlo a él sería morir en mi agonía. Está mal. Pero funciona para mi corazón mientras eventualmente logro recomponer las piezas que me faltan.

Las pesadillas que inundaban mi cabeza desaparecieron cuando empezó a gustarme él. Ya no era una mujer con un cuchillo manchado de sangre persiguiéndome por unas grutas de piedra lo que soñaba, empecé con algo inocente, tomando su mano en un paseo por la playa, y acabé fantaseando con él pasando sus labios por cada parte de mi cuerpo o inundándome de besos apasionados.

Esta noche ha sido la gota que llenó la copa del deseo, incluso pude sentir que era a mí a quien penetraba con fiereza en la cama donde esas dos mujeres disfrutaron de él la semana anterior.

Los días y noches transcurren con demasiada lentitud en la mansión desde ese día. Pese a la cena de la que disfrutamos fue difícil desayunar juntos a la mañana siguiente, no pudimos mirarnos a la cara durante todo el tiempo que pasamos en el comedor y el empezó a evitarme.

Creo que fue lo mejor porque tenerlo delante es la tentación hecha realidad.

<<Todavía mojo mis bragas al recordarlo desnudo>>

Dios Santo.

No debería ser legal obligarme a vivir con él sin poder pasar mis manos por sus definidos abdominales. Aparte de que ha quitado mi único pijama sexy, robándome la oportunidad de seducirle.

Las luces de la mañana me saludan golpeando silenciosos, los cristales de mis ventanas junto a los copos de nieve que persisten en su intento por cubrir toda la ciudad en un manto blanco de hielo. Intentando retrasar todo lo que puedo bajar a desayunar, paso por una larga sesión de belleza entre cremas y mascarillas con mi música favorita sonando en mi teléfono.

Sumisa ©Where stories live. Discover now