30 | Confesiones.

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"Sus palabras son dulces pero hasta el licor tiene sabor a frutas."

Alex:

— Angel, despierta

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— Angel, despierta.

Ella se niega a abrir los ojos. Sus manos se entrelazan alrededor de mi cuello y Sube la pierna que tiene sobre las mías un poco más arriba.

— Quiero dormir más — dice, haciendo pucheros.

Acaricio su estómago con la mano en la que está acostada. Su cuerpo es tan pequeño que llego con facilidad a tocar su ombligo pese a tenerla encima.

— Lo siento amor, tienes que darte una ducha. Hueles a orgasmo, y no te vas a librar de mi interrogación.

Sus ojos se abren. Ella se levanta de golpe y veo sus mejillas tomar un color rosado. Disimuladamente, huele su cabello y su hombro.

— Mentiroso — me acusa.

Sonrío y alargo mi mano para acariciar su mejilla con la yema de mis dedos.

— Venga, a la ducha.

Ella relame sus labios — Alex, necesito ropa — se queja.

— Camina desnuda para mí, ¿quieres?

Automáticamente Ángel niega — has abusado de mí toda la noche, ¿Y todavía quieres seguir torturándome?

Decido levantarme y apoyar una mano al lado de su trasero, con lentitud, me inclino hacia su oreja y dejo que pegue ese diminuto saltito de asombro que hace siempre que me acerco demasiado a ella.

— Ayer, mientras tus piernas se enredaban en mí y de tu pequeña boquita salían gemidos, no parecía abuso.

Ángel dibuja una fina línea con sus labios y arquea las cejas mientras susurra un "guess not"

*Supongo que no.

¿Porque de repente habla inglés?

Si, estamos en Nueva York. Pero ella ha hablado conmigo en español desde que la conozco.

Tuve que aprender el maldito Español para poder comunicarme con ella hace dos años y ahora sabe inglés. Quiero reprocharle, pero sus ojitos cansados y esos labios rojos curvados en un mohín me echan para atrás.

— Vamos, rápido, tienes algo de ropa preparada en el baño — me rindo.

Ángel asiente y se lleva las sábanas envueltas en su cuerpo, no sirve de mucho porque puedo ver su redondo trasero antes de que cierre la puerta del baño.

Cuando sale, una hora más tarde, envuelta entre el vapor de la ducha y una toalla enrollada en su cabello; semejante a un turbante inventado, puedo observar el conjunto azul de seda que lleva cernido a su cuerpo húmedo.

Sumisa ©Where stories live. Discover now