135| Sexo por teléfono.

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"Nos necesitamos, es un hecho, es una maldición"

Observo la cantidad de venenos creados años atrás, algunos de ellos provocan la muerte instantánea, con rastros mínimos en el cuerpo

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Observo la cantidad de venenos creados años atrás, algunos de ellos provocan la muerte instantánea, con rastros mínimos en el cuerpo. Lo único que jamás pude crear fue una droga capaz de ser indetectable.

Todos tenemos nuestros límites. Tal vez en un futuro Ámber pueda llegar a aprender un poco de todo esto. Podría dejarle una buena herencia.

— ¡Mamá! — chilla ella antes de que pueda hacerme una idea de haber dado la orden directa de traerla hasta mí.

La veo correr hacia mí con un bonito vestido de flores, tengo que ponerme en cuclillas hasta llegar a su alcance y permitirle abrazarme. Sebastian nos observa con una sonrisa en sus labios desde el arco de la puerta.

— ¿Se ha portado bien?

Él niega, Ámber es demasiado activa. Teniendo en cuenta todo lo que ocurrió en nuestras vidas me extraña que sea una niña tan alegre. Su comportamiento es algo caprichoso, pero la entiendo. Aquello por lo que jamás soñó está frente a sus ojos. La emoción de salir del círculo, ver el mundo, viajar, tener una madre.

Lia me llevó a un recorrido por diferentes ciudades cuando volví. Ella sonreía para mí durante el día, pero por las noches se derretía en los brazos de Jensen llorando, muerta en vida por no conocer qué había ocurrido conmigo esos años de ausencia. Quise decirlo, pero no pude romperla.

Así que simplemente fingí no recordar nada.

¿No era mejor para todos?

Nadie sufriría si no existía prueba alguna de ello, yo no quería hablar del tema. Ella estaba mejor en su ignorancia.

Ámber es igual, le he preguntado en algunas ocasiones acerca de sus recuerdos en la ruleta. Lo único que sale de sus labios es: "el chocolate que me daba mamá"

No puede engañarme, porque también tuve una madre por la que me preocupaba. Existió también para mí, una mujer que me tomó como a su hija pese a no serlo y dio su vida por mi. Por lo que ahora mi papel es el de aceptar sus deseos de no recordar.

— Mamá, he comido todo el brócoli.

Esta semana ya no le tocaba comer brócoli.

— Mentira — la acusa Sebastian desde la puerta.

Ella, enfurruñada, se gira para encararlo — ¡Te di un trocito de mi chocolate y así me lo pagas!

Prometiendo venganza, se gira hacia mí y sonríe.

— ¿Puedo comer un helado?

Estuve tres días sin verla debido al trabajo que supuso encontrar una cura para el veneno de Aleksey. Los que planearon el asesinato de Bella fueron cautelosos.

Sumisa ©Where stories live. Discover now