143 | Las sombras y el pequeño demonio.

12.3K 995 219
                                    

"Te quiero, mamá"

Ángel.

Noviembre, 2011.

Actualidad.


Es aquí. 

Puedo verla a través de la reja del conducto de aire donde me encuentro. Amber está sentada en una esquina de la jaula, con sus manitas aferrándose a la jaula. Sus ojos están llenos de lágrimas y veo las heridas en su cuerpo. Muerdo mis labios en un intento por no correr como loca allí donde ella está. 

¿Qué hago?

Está encerrada y no es una cárcel que pueda romper sin bombas. Pero ella es mi hija, no tenía el derecho a arriesgar la vida de alguien más con tal de protegerla. Lágrimas caen por mi ojos, este lugar explotará en menos de media hora. 

¿Qué hago?

Prometí sacar a Amber con vida de aquí. 

Intento respirar despacio y pensar con calma. Ellos no van a matarla. 

¿Verdad?

Siempre han querido a Ámber entre sus manos, pero hasta ahora, en todas las oportunidades que tuvieron, jamás la han matado. No lo hicieron cuando me la arrebataron esa noche, hace ya tres años, no lo harán ahora. Por lo menos, no de momento. Porque los verdaderos dueños de la R.R. no la quieren muerta. 

¿Quién es en realidad mi hija?

Respiro con tranquilidad y dejo escapar el último de mis gases por la escotilla. 

Debes ser fuerte, Ámber. 

Es el último. 

Algunos caen rendidos, muertos. Otros, son inmunes a él. No me extraña, ya me había enfrentado a algo parecido, por eso siempre creo venenos nuevos. Los altos cargos son inmunes a los venenos. Eso incluye a Reyan. 

— Él Ángel Oscuro ha llegado en busca de la basura — se burla. 

Ámber dirije sus ojos en mi dirección en cuanto salto dentro de la sala desde el conducto de ventilación.

— ¡Máma! — jadea — ¡Mami!

Respiro con fuerza y corro hacia ella sin importarme nada, como puedo meto mis brazos en la celda y la abrazo con todas mis fuerzas. Tras unos segundos me obligo a apartarla para poder observarla mejor. Sus ojitos están hinchados y tiene algunos rasguños en sus mejillas. 

— Mami... — jadea — ¿Dónde estabas?

— Estoy aquí mi amor — le digo — tranquila, ¿si? Pronto nos vamos a casa. Todo va a estar bien mi vida.

Amber asiente y veo cómo su cuerpo se relaja. Tomo entre mis manos su rostro y limpio sus lágrimas con mis dedos. Ella me sonríe y le devuelvo el gesto. Mis ojos ahora se encuentran con los del hombre que hay a mi izquierda. Está apoyado en una pared, Reyan fue uno de los tantos que se encargaba de torturarme. 

— Ha pasado algún tiempo, ¿no es así? — se jacta.

En la mitad de su cara tiene una cicatriz, de cuando nos enfrentamos por última vez. Todavía es incapaz de abrir bien su ojos y eso me llena de orgullo. No fue diferente a esta ocasión, aquella vez utilizó a Alice para atraparme, ahora utiliza a mi hija. 

— Crees que vas a vivir — gruño, levantándome. 

Pese a darle la espalda a Ámber, todavía tomo sus pequeñas manos. Ella se aferra a mí como puede. 

Sumisa ©Where stories live. Discover now