14| Vuelta a casa.

81.9K 5.6K 3K
                                    

"Poco a poco, lentamente, así se ganan las guerras"

ALEX:

El eco de mis zapatos a cada paso que doy empieza a molestarme

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

El eco de mis zapatos a cada paso que doy empieza a molestarme. Cruzo los brazos sobre mi pecho una vez llego al lugar en el que suelo parar de vez en cuando. La mujer a la que le dedico una tétrica mirada debe haber notado mi prisa, porque mal dibuja una cruz sobre su rostro y tras ponerse en pie, se marcha de forma apresurada.

A paso lento, me acerco hasta el pequeño asiento desgastado. Me dejo caer sobre la dura madera y acomodo mis piernas como puedo. A desgana, dibujo una cruz imaginaria frente a mí y suspiro.

I don't usually do this.... but, I've  been a bad boy daddy.

*No suelo hacer esto, pero... he sido un chico malo, papi.

El sonido de un suspiro llega hasta mí.

For the last time, Alex. Is: forgive me father for I've sin.

*Por última vez, Alex. Es: perdóname padre, porque he pecado.

Noto su tono de voz algo cansado de mí, pero no puede hacerme nada, después de todo, somos familia. Aunque me parece algo irreal que sea primo de Jensen. Un cura y un mafioso. ¿Paga él los pecados de sus familiares?

¿No es lo mismo?

No.

— Vaya, pues llevo haciéndolo mal desde los doce años.

— Vienes a verme desde que tienes ocho.

Es verdad. Cuando mi padre me abandonó corrí hasta este lugar a refugiarme tras escaparme de casa. De poco sirvió Jensen golpeó mi culo de regreso a casa en menos de una hora. Aunque ese no es de mis peores recuerdos con mi predecesor. Al contrario, diría que es de los mejores, porque en aquel entonces, él se interesaba por mí.

Hago una mueca — bueno, procederé a confesarme, padre. Mi mujer se ha escapado, así que he matado a veinte personas en dos días. Me dio algo de... bueno, me divertí y eran mis enemigos pero... nadie tenía a mi mujer. Así que... vengo a disculparme. Igualmente no van a ir al cielo así que...

— ¿Te has casado?

— Me obligaron, padre.

El hombre, incrédulo, apoya su frente contra la rejilla del confesionario.

— A ti ni Jensen podía controlarte.

Sumisa ©On viuen les histories. Descobreix ara