XIII

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Unas gotas comenzaron a descender del cielo, cayendo sobre el largo cabello azabache de Jake Park, este se hallaba a un lado de Michael Myers, el cual también, percibió que había comenzado a llover.

Freddy Krueguer, de inmediato se levantó del suelo, agarrando firmemente su sombrero con una cara no muy agradable, una expresión siniestra que reflejaba enojo y confusión.

—Mierda, Michael. Si tú no lo harás, podría haberlo hecho yo pero ya qué, para ti tu obsesión es una jodida importancia sin razón, pero no me importa —Dijo el asesino, furioso, hablando entre dientes mientras levantaba su mano —Mi amado sombrero se moja. Me retiro de aquí. Y una última cosa, no quiero ver durmiendo a ese sobreviviente porque para mi zapato, él será hormiga —. Finalmente acabó de hablar, cerrando su puño, desapareciendo en solo un pestañeo.

Jake miró desconcertado a Michael Myers, con algo de miedo en sus ojos y precisamente por eso, apretó sus brazos en la cintura del asesino, intentando olvidar que él, era su verdugo con el intento de sumergirse en una fina tranquilidad sin pleitos.

Michael no sabía que hacer. Había entendido perfectamente lo que Freddy quiso decir pero importancia no le dió, ya que desde siempre había recibido amenazas de ese estilo y nunca hicieron nada con el fin de no meterse en sus asuntos.

Todos le temían y aquello le agradaba. Un asesino sanguinario y frío, no era nadie como para demostrar sus verdaderos sentimientos tachados de "Inexistentes".

La lluvia comenzó a hacerse más fuerte y continua, sin contar el hecho de que esta ya estaba mojando las prendas de ambos, incluyendo de que hasta incluso, limpiaba la sangre.

—Me estoy desangrando —Exclamó entre susurros Jake, aún con la mejilla en el pecho de Michael, mirándolo inseguro mientras proseguía a agarrarlo de los brazos, apretando suavemente y añadió—. Y también mojando.

Michael lucía desconfiado, realmente no creía en el hecho de que aún Jake continuase herido. El joven asesino sabía que la posibilidad de que él solo no pudiera hacerle daño existía, aunque no era muy probable porque tranquilamente podría mandar a alguien a asesinar a su obsesión, el cual era Jake Park.

Por eso mismo, lo alejó, doblando los brazos haciendo que el otro lo suelte y ahí, extendió su mano, tocando el abdomen de Jake, pasando sus dedos por allí para posteriormente mirar sus yemas.

—¿M-Michael? —Preguntó el azabache, nervioso, sin entender muy bien lo que Myers quería hacer —. ¿Pasó algo?

La dirección de la máscara subió hacia el frente, ya mirándose directamente. En ese preciso instante, Jake, sintió un terror insano en su pecho, algo que su corazón le avisó con unos potentes latidos que le martillaban los oídos.

Algo que el asiático no se había percatado, era de que en la mano de Michael Myers, no había nada de sangre, solo un poco la cual, probablemente era seca. Eso comprobaba que realmente era inmune a cualquier corte u herida hasta el día de su programada muerte.

El asesino sin pensarlo, lo agarró del cuello, apretando con mucha fuerza y a toda velocidad, le enterró el cuchillo en el pecho, doblando el arma punzante mientras metía más, sacándole el grito más doloroso e agonizante al sobreviviente, quizás placentero para Michael.

La sangre comenzó a salir por la comisura de los labios de Jake, esparciendose como un pequeño hilo rojo pero la lluvia comenzó a limpiarlo de inmediato, aunque algo perturbó a Michael Myers.
Aquél espeso liquido negro se dió a conocer, y eso, le hizo apartar el cuchillo con rapidez, observando como toda la cuchilla se hallaba cubierta con el fluido del mismo color.

—¿Q-Qué me hiciste? —Preguntó Jake, intentando respirar pero la supuesta "sangre" no dejaba de salir y aquello le hacía toser a la hora de querer respirar—. N-No... Puedo... ¡Respirar!

Bonhomía → Michael Myers x Jake Park ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora