IV

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Los números que estaban anotados en la pizarra le aburrían demasiado y eso que no entendía nada, pero Jake Park, no estaba para nada decidido en levantar la mano, quizá de esa manera se hubiera sacado todas las dudas que tenía encima.

Ya tenía diecisiete años, pero para el reloj el cual marcaba la finalización de la clase de física no era suficiente, ni siquiera las cinco horas en donde se la había pasado allí oyendo y oyendo un montón de explicaciones las cuales sabía que no les iba a servir de nada en su joven vida.

Jake apoyó el mentón en la palma de la mano y miró a la ventana, fijándose en la vegetación del campus del colegio y más a los otros alumnos que festejaban por la fiesta de fin de año que se aproximaba, no estaba del todo emocionado por ello pero le alegraba por fin acabar el colegio y además de que faltaban pocos días para su cumpleaños número dieciocho.

—Jake Park, ¿Te interesaría pasar a resolver este cálculo? —Le llamó la profesora de forma irónica. Jake la miró, notando como esta estaba de brazos cruzados recostada en la pared a un lado del pizarrón.

—Con todo el respeto del mundo, Curtis... —Respondió en un tono misterioso, mientras lentamente se paraba de la silla, y añadió—No entiendo absolutamente nada de su clase y eso indica que no podré resolver eso.

No le interesaba ni lo más mínimo si reprobaba alguna asignatura o incluso se le escapaba algún insulto. Ninguno de sus maestros le respetaba por su nacionalidad coreana y los que lo hacían, eran simplemente unos lamebotas por el hecho de que Jake provenía de una familia adinerada.

Los Park eran tan solo una familia más con millones de propiedades y incluso, empresarios, Jake Park tenía la certeza y el suficiente conocimiento para saber que él seguiría el mismo camino que su padre aunque el problema era de que no deseaba seguir con aquél legado, no quería tener la cabeza quemada por inversiones o caer en la quiebra, según Jake, él no era un robot.

—Entonces ven y vamos a resolver —Lo. La mujer se detuvo al oír el potente timbre que avisaba que las clases ya habían acabado—Tuviste suerte, Park.

Jake asintió con una sonrisa en sus carnosos labios, de repente, un brazo rodeó su cuello y el azabache se alejó algo exaltado para ver de quién se trataba, realmente aquél toque le había asustado y tomado de sorpresa.

—A que no me reconociste —Exclamó sonriente la del pelo rosado, acariciando la nariz de Jake para darle cosquillas—. Hoy en la noche hay fiesta.

—Lo sé...—Jake no sabía si asistir, probablemente sus padres le iban a regañar y le dirían que su única obligación era estudiar, eso le entristeció pero no deseaba demostrarlo —. Debo salir, nos vemos luego.

La joven mostró sus dientes, los cuales los adornaban los característicos frenos y achinó los ojos para posteriormente alzar la mano así de esa manera la movía de lado a lado.

—¡No faltes, Jake!

—No faltaré, Susie —Prometió, sin saber que aquella sería la última vez en donde la vería como una persona normal.

Salió de la clase, entre el amontonamiento de todos los alumnos que correteaban a su lado con la lucha de ser finalmente libres de estudios u tareas. El azabache sentía la misma emoción pero para él, física sería un problema muy grande aunque era el último año y se la debían aprobar sin reproches.

Sostuvo con fuerza el gancho de su mochila mientras aún caminaba y procedió a bajar las escaleras con el cuidado de no caerse por las personas que por poco, lo tiraban. Jake logró bajar con éxito, luego, se dirigió a las afueras de la secundaria para a lo lejos apreciar el carro de sus padres aparcado en el estacionamiento.

Bonhomía → Michael Myers x Jake Park ©Where stories live. Discover now