XXVI

2K 192 63
                                    


Han pasado horas desde que estuvo encadenado de manos y pies a la pared. Quizás sin tener una precisa exacta noción del tiempo, estaba ahí solo, sin ninguna presencia en aquél cuarto que olía a muerte.

Tenía miedo, mucho miedo y no tenía ni idea de como afrontar la situación en la que se hallaba profundamente sumido.

Sumido en miseria y del miedo a ser torturado o tal vez, finalmente, caer en las garras de la muerte.

El sudor se deslizaba lentamente en su frente y la mirada se posaba sucesivamente en cada esquina de la habitación, la cual, era un diminuto sótano pero sin ganchos.

Estaba tan agotado y aterrado que Dwight Fairfield solo lograba pensar en alternativas para salir de aquél infierno en donde Evan MacMillan, el trampero, lo había encerrado.

Le había mentido a Evan para proteger a Jake. Dwight sabía que si se lo contaba al asesino, este metería en grandes aprietos a Michael Myers, generando conflictos y peleas de cuerpo a cuerpo.

Sin darse cuenta, una lágrima se escapó de su ojo, pasando rápidamente en su mejilla para posteriormente caer al suelo.

Desesperado, Dwight movió sus manos con violencia y oyó como las cadenas tronaban pero estas aún continuaban unidas sin ningún ápice de que están al borde de romperse.

Quizás no tenía libertad pero la hallaría de alguna manera.

Ya sea escapando o literalmente muriendo.

Las piernas le dolían demasiado por hacer esfuerzo y además, Dwight notó como las muñecas estaban raspadas por las cadenas y lo mismo con los tobillos del pie. No le quedaba nada más que esperar hasta que Evan hiciera algún movimiento u algo con Fairfield.

En ese preciso instante, la puerta de aquél sótano se abrió con lentitud, generando un leve rechinido el cual sobresaltó a Dwight.
Los pasos hicieron eco por los pisotones en los escalones, atrayendo la atención del sobreviviente el cual estaba mirando entre los agujeros de la madera con un aire de sorpresa y espanto.

Dwight logró escuchar la respiración de aquella persona la cual había entrado a la habitación y eso, se le hizo bastante familiar.

Lo suficientemente familiar como para reconocer que se trataba precisamente de Evan MacMillan, su propio ejecutor.

El asesino llegó al final de las escaleras y se quedó inmóvil. Al principio estaba mirando al frente y se quedó así por algunos segundos los cuales parecieron ser eternos pero repentinamente se volteó para mirar al pelinegro.

—No... —Susurró el sobreviviente con los ojos bien abiertos y también con las lágrimas inundando todo su rostro— No ahora —Murmuró entre dientes mientras que agachaba la cabeza, notando desde abajo los zapatos azabaches de el trampero acercándose a él—. Ugh.

Evan se puso de cuclillas y desató las muñecas de Dwight, este de inmediato se movió y los brazos bajaron, relajándose ya que estos habían estado sobre su cabeza durante un buen tiempo y aquello le había provocado un gran agotamiento difícil de manejar.

El asesino agarró la mano de Dwight y la apretó, entrelazando los dedos y luego, lo miró a los ojos como si fuera con desdén pero en realidad, en el fondo, el sentimiento no se lograba describir con exactitud.

Era extraño.

Al principio ver el sufrimiento en los ojos de su obsesión le fascinaba y en ese momento, también pero algo en él, se ablandó.

Evan se sintió extrañado pero decidió dejar los pensamientos de lado, solo concentrandose en lo importante. Allí, chasqueó los dedos, llamando la atención del pelinegro.

Bonhomía → Michael Myers x Jake Park ©Where stories live. Discover now