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Jake Park recorrió cada centímetro del lugar en donde se hallaba, esquivando obstáculos y mirando hacia a todos los lados fijándose en si Michael Myers le estaba acechando en algún costado entre los árboles.

No estaba interesado en quedarse allí, bueno, debía ayudar a sus compañeros y luego por último, él escaparía en aquella salida sobrenatural la cual se trataba de alguna clase de portal. Jake reconoció el hecho de que estas no tenían sonido como las escotillas, más bien, eran bastante similares a las contrapuertas.

Los constantes escalofríos le llamaron la atención, los había sentido desde hace tiempo, al principio supuso que podría ser por el frío ambiente pero luego recordó que de ser así, ya no podría ni caminar y trataría de escudarse en alguna clase o correr para entrar en calor.

—¿Por qué me pasa esto? —Se preguntó, acariciándose los hombros con ambas manos mientras volteaba para ver detrás suyo.

Poco a poco, el aura rosa apareció, mostrando la figura de Michael Myers, aquél hombre que medía 1.96 metros con la misma vestimenta de siempre incluyendo las acciones, después de todo lo que habían pasado juntos, Jake conocía la forma de actuar del asesino.

Se alejó en algunos pasos hacia atrás, sintiendo como su pecho comenzaba a subir de arriba a abajo, le desconcertaba pensar en cuanto tiempo Michael le habría estado observando o incluso acechando esperando el momento digno para atacarlo.

No lo pensó, bueno, ni siquiera tenía tiempo de pensar por estar preso del pánico. Su única escapatoria era comenzar a correr a toda velocidad hasta que el agotamiento le ganase.
Desde las penumbras, Michael lo miraba, su vista clavada en Jake, el cual se alejaba pero este no podría contra su desenfrenada celeridad.

Las voces de su cabeza le gritaban que era momento de actuar, que deje de perder el tiempo entre sus mórbidos y moribundos pensamientos. Michael Myers tenía la sensación de sentirse sofocado, bueno, siempre la tuvo. Las voces lo agobiaban cada vez más y nada indicaba parar.

"Si acabas con él, es un paso a tu hermana. Podrás matarla y serás libre".

Prometieron, y Michael les creyó.

[...]

La Legión, aquél típico grupo de asesinos los cuales la mayoría empezaron el trayecto de crueldad por una persona, y aquella era Frank Morrison, un joven de diecinueve años mal aprovechados.

Quizá, cualquier ser pensante diría que los integrantes seguían las demandas de Frank y la verdad, es que al principio fue así pero en el final, todos se acostumbraron a matar hasta tomarle el gusto.

Y por ello mismo, Frank, luego de una intensa persecusión con otro grupo de sobrevivientes en el instituto conmemorativo Lery, se dirigió a Ormond con ayuda del Ente, cruzando los pastizales hasta una escalera que le llevó hasta abajo, en donde daba un subterráneo en la gran casa del dichoso lugar.

—Dos, seis... Cuatro y seis... —Contó con los ojos cerrados, repitiendo los pasos como había acordado con la Entidad, de esa manera, lo llevaría al lugar en donde residía con Julie la cual era su pareja, Susie y Joey.

Cuando hizo todo, finalmente levantó los párpados y Frank, logró ver la nieve que caía sobre sus zapatos junto a algunos copos que se alojaban en sus hombros.
No le molestaban, al contrario, le parecían bonitos y eso le hizo sonreír, después de ello, caminó hasta la pequeña cabaña en la cual todos compartían. Morrison sabía que por ahí, alguno de sus compañeros o inclusive su pareja estaba dentro pero eso mucho no le interesó, deseaba ser el primero para poder dormir tranquilo y descansar.

Alargó el brazo y giró la muñeca para luego, girar la perilla y adentrarse en la habitación, Frank cerró la entrada con el pie para posteriormente mirar al frente, encontrándose con una escena poco agradable.

Bonhomía → Michael Myers x Jake Park ©حيث تعيش القصص. اكتشف الآن