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La llave se encajó en la cerradura y volteó hacia un lado, oyendo aquél sonido que avisaba que la puerta fue bloqueada con éxito. El joven con rasgos asiáticos, sonrió, sintiéndose agradecido por tener un lugar seguro con el cual podía convivir tranquilamente con la persona que en unos días, lo iba a, inevitablemente, asesinar.

Ni siquiera pensaba en eso, de hecho lo olvidó. Jake Park tenía tantos pensamientos en su mente, que incluso se quedó parado a un lado de la puerta. Apoyó la mano en la pequeña mesa y dejó todo el peso de su cuerpo ahí. Con su otra mano, nuevamente dejó caer la mascarilla sobre su cuello, dando a contemplar sus rojizos labios.

Michael Myers se volteó y se acercó a él, Jake se exaltó y casi chilló pero cubrió su boca con ambas manos, luego, soltó un suspiro de alivio y sin siquiera avisar, abrazó a Michael, se echó sobre su cuello y lo besó.

El mayor al principio reaccionó de una manera algo brusca, se impresionó por las inesperadas acciones por parte de su obsesión. Sin mucho esfuerzo y tímido, le correspondió.

Jake apoyó las manos en las mejillas de Michael y se alejó de él para posteriormente apartarse de una manera extremadamente lenta. El sobreviviente notó los ojos del susodicho, como estos resaltaban por su color tan brillante, aquél azul de diferente tonalidad que tanto le encantaba ver.

Aunque al mismo tiempo le perturbaba, aún no se acostumbra a verlo tan de cerca y desde esa pequeña altura. Michael lo acorraló contra el estante de libros que se hallaba precisamente detrás de Jake. El pelinegro cerró los ojos por inercia con el fin de evadir a Michael pero el asesino fue inteligente.

Entrecerró los ojos y bajó la cabeza, algo que Michael fue capaz de notar.

Con el dedo índice y el del medio, Myers levantó la barbilla de Jake obligando a mirarlo.

—¿Este es el mejor momento? —Le preguntó nervioso y continuó hablando—. ¿Ahora qué por fin estamos tú y yo solos escondidos en una habitación?

Michael ladeó la cabeza y se acercó a Jake. El menor dejó caer los párpados y entreabrió su boca, esperando a percibir los labios del asesino sobre los suyos pero nada de eso ocurrió.

No sintió nada y aquello lo hizo sentir extrañado, finalmente abrió los ojos y miró. Solo era el cuello de Michael rozando su nariz y luego se alejó, observando como este tenía un libro en su mano.

“¿Tan bajo soy? ¡1.78 contra 2.20 y algo no es tanta diferencia!

—Ah —Exclamó con las manos en la cintura— Asi que... Eh... Yo también buscaba un libro —Se excusó y dió media vuelta para posteriormente tomar un libro aleatorio— ¡Este! —Resaltó. Leyó el título mientras pasaba el dedo índice por las letras— “Torre de Mondstandt”. Mmm... ¡Tiene un nombre interesante! —Fingió interés— Vamos a ver de qué se trata —Pasó una página y la expresión de su rostro cambió a una de confusión. Arqueó una ceja y lo dió vuelta, después de unos segundos, repitió la misma acción y giró la cabeza— Tiene... Las letras parecen estar al revés. Es raro, parecen jeroglíficos —Intentó mentalmente voltear los dichosos símbolos pero aún así, no halló el sentido en el texto—. No... No puedo leerlo, no entiendo nada de esto.

Jake se mordió el labio y miró a Michael, el cual parecía estar sumido en aquél libro viejo. Park pensó que no le estaba prestando atención y por ello, apartó la obra de las manos de Myers, tirando de ello ligeramente hacia abajo.

Aunque el asesino no lo estuviera demostrando, realmente estaba escuchando a Jake y le prestaba atención.

—Michael —El susodicho alzó la cabeza— No quiero que pienses que tengo celos por ese libro —Advirtió— Solo... Y-Yo —Titubeó, inseguro de confesarle sus sentimientos—. Nada, olvídalo.

Bonhomía → Michael Myers x Jake Park ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora