XXXIV

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6 días.

Las palabras no fueron suficientes como para detener al mismísimo Michael Myers. Estaba sumido en la rabia, después de todo lo que le habían hecho pasar, el desconcierto de que en algún podrían descubrir su relación clandestina.

El miedo que sintió cuando vió a su obsesión rodeado de puros psicópatas sin escrúpulos. La preocupación que lo enloqueció cuando oyó los sanguinarios planes de sus subordinados.

Ahora era imparable. Nadie le detendría, ni siquiera la persona la cual juró proteger.

—No irás a ver, ¿No? —Jake Park le preguntó preocupado. Manoteó la manga del overol de Michael y estiró con el objetivo de detenerlo—. Te ruego a que no vayas. Aquello revelaría en donde estamos y más, si vas a reclamar... Nadie te creería.

Era cierto, no podía hacer nada más que desquitarse haciendo nada. Tenía tantas ganas de enterrar el cuchillo de cocina en la garganta de Frank Morrison y Danny Johnson, la desesperación de querer provocar el sufrimiento a base de una lenta y dolorosa tortura.

Jake sabía lo que Michael pretendía hacer, era bastante obvio, conocía sus reacciones, no era normal verlo respirar como si fuera un animal salvaje y también, su postura. Myers se hallaba con el cuchillo alzado a la altura de la cabeza, se ve que por inercia, a través de la furia, esta provocó que sin pensarlo, fuera a intentar asesinar a ambos asesinos.

Respiraba tan lento y pesado.

—Lo descubrirán los otros pronto —Jake le prometió con una mano en el corazón, quizás con eso, su amado podría cambiar de parecer— Deberíamos atravesar la cabaña o de alguna manera hacer algo —Resaltó— No podemos quedarnos mansos aquí o de incluso, meternos cuando están en su "momento" —Hizo comillas con sus dedos— Sé que para ti, Michael, sería un momento esencial digno para atacar cuando están distraídos pero... No, debes guardar la calma, bajar el cuchillo —Jake, el cual hace unos segundos se hallaba agachado en el suelo, se levantó lentamente hasta poner la espalda recta. A paso lento se acercó a Michael y con las manos temblando, bajó el cuchillo hacia abajo—. Así está mucho mejor.

Michael agachó la cabeza apenado, sí, nuevamente había tenido una reacción impulsiva. El enojo y miedo le estaban empujando a hacer cosas de las cuales quizás, luego se arrepentiría de ello.

La atención de Myers se desvió cuando un cristal cayó al suelo, el sonido era semejante a una ventana rota. Danny y Frank dejaron de besarse al instante, incluso en el momento de separarse, ambos se colocaron sus máscaras y miraron a sus alrededores extrañados.

—Frank... -Le llamó preocupado su compañero—. ¿Escuchaste eso? ¿Y si hay alguien aquí? Peor... ¿¡Y si hay un fantasma!?

—Psss, cállate, vas a llamar la atención —El hombre le golpeó en el hombro al otro con la intención que este hiciera silencio— Se cayó lo que parece ser un cristal, ¿No? —Mencionó inseguro, Frank sabía perfectamente que ese sonido solo lo podría haber causado una persona—. Alguien debe de estar merodeando por aquí y de ser así, estamos jodidos.

—Esto es una mierda —Danny suspiró y recostó su palma en la frente en señal de estrés-. Seguramente es Jason. El otro día hablé con él y le pedí de que no dijera nada de lo que vió u escuchó.

—¿Qué hiciste qué? —Preguntó ingenuamente— ¡Danny, eso es un peligro! ¡Mira si nos trai-! —Frank no pudo continuar hablando debido a que Johnson, le estaba impidiendo dicha acción al taparle la boca con su mano—. ¡Mmh! ¡Sacajla!

—Frank, baja el volumen de tu voz o te rajaré la garganta —Amenazó Danny con el cuchillo táctico— Ahora apresurate, primero vamos a vestirnos y iremos a ver —El del cabello pelinaranja apartó la mano de la boca del mayor y procedió a levantarse del suelo, tomó sus prendas, en especial su túnica y comenzó a colocarsela—. Vamos, rápido. No tenemos toda la noche.

Bonhomía → Michael Myers x Jake Park ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora