T r e i n t a i d ó s.

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— Ah, hola Logan. — Sonreí de lado de manera tímida ante su conversación— Un poco, pero supongo que con crema batida quedaría mejor. — Intente voltear para terminar el dialogo pero fue en vano.

— Nunca te había visto por aquí. — Deslizó el pequeño cierre de la parte delantera de la billetera y sacó la típica tarjeta de descuento de estudiante— ¿Sabias que si llegas a los 10 sellos te ofrecen un café de cortesía? — Comentó campante al enseñarme la cantidad de sellos en la de él.

Apreté los labios asintiendo como respuesta a lo dicho por él.

— ¡Hola! Bienvenida, en qué te puedo ayudar. — La voz de la cajera indicaba mi turno y en menos de lo canta un gallo giré sobre mis talones para poder salir de la fila de una vez con mi pedido.

— Hola — Sonreí— Por favor, un Cold brew de caramelo con extra de crema batida.

— Claro, ¿cuentas con tu tarjeta de sellos?

— Sí, un momento un favor. — Murmuré mientras seguía buscando mi tarjeta de sellos dentro de mi billetera.— Creo que se me debe haber quedado en el bolso —Hice una mueca de decepción.

Una mano se adelanto a la altura de la caja y estiró un pequeño billete en conjunto a una tarjeta.

— Cobralo a mi cuenta, y sumale una nueva cartilla a la señorita. — Logan se coloco a lado mío mientras la cajera lo recibía.

— No, no es necesario. — Me negué con las manos delicadamente — No te preocupes, puedo volver a sacar otra, estoy segura que podré llenarlo pronto —Aprete los labios intentando forzar un gesto cordial, pero era difícil, había algo en este tipo que sinceramente me colocaba la piel de gallina.

— Entre pelear por aceptar y rechazar, creo que la cola se esta volviendo un poco larga ¿no? — Fiel a su estilo, lleno de confianza pero con un sutil toque de arrogancia me lograba intimidar, por lo que deseaba que esto finalizara.

Miré a ambos lados y dibuje una sonrisa torcida a la cajera que impaciente por la cola que se venía formando comenzaba a mirarnos ansiosa. Asentí delicadamente con la cabeza y busque de lejos a mis compañeros que observaban todo mientras sorbían de sus tazas, como fieles espectadores de este cruel espectáculo.

— ¿Puedo pagarte la taza? Creo que tengo efectivo en este momento.

— No te preocupes. — Logan guardo la billetera y posó su mano encima de la mía. Era fría, extrañamente fría.— Ya habrá oportunidad. Cuidate.

Sin decir nada más se dio la media vuelta y salió de la cafeteria. Sin nisiquiera un café para él. El llamado de la barista con mi pedido me distrajo del recorrido de la vista hacia su espalda, viéndolo irse. Era imposible no confirmar que, tal como sus amigos, él tampoco no podía pasar desapercibido, las mujeres se quedaban aunque sea reojo.

— Ah. Muchas. gracias — Sostuve con cuidado agradeciéndole por su trabajo y caminé de regreso hasta donde estaban mis compañeros.

— ¿Sabes lo incómodo que es intentar tomar el mismo último sorbo de café una y otra vez en la misma taza solo para no tener que bajarla y mirar disimuladamente?

Una risotada salió a penas escuche a Stephen quejarse.

— ¿Me estás diciendo que has bebido tu escupitajo, una y otra vez? Hasta donde pueden llegar tu instinto de chismosa. —Sorbí y saboreé la crema que adornaba mi pedido.

— ¿Y?

— ¿Y qué? Nada —Encogí mis hombros— simplemente tuvo la amabilidad de prestarme dinero para una taza de café. Había olvidado la tarjeta de estudiante y justo observó la situación, no hay razón para estar malinterpretado. Se lo voy a devolver.

EDÉN.Where stories live. Discover now