V e i n t i s i e t e.

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— ¡Enseña más! — Grito un desconocido resaltando entre el público, la chica que se ubicaba a mi costado comenzó a jugar con el borde de mi top, entre risas, retiró las manos logrando algunos silbidos de decepción del público ante la falsa expectativa creada,  empecé a contornear la cabeza al ritmo de mi pelvis  para luego tirarle la coleta que hace unos segundos había retirado del los mechones de mi cabello. 

Podía distinguir algunas luces de flash aún con los ojos cerrados. Solo quería dejarme llevar, poder abrazar este momento de falta de sentido común que probablemente en algún momento podría contar como una pequeña aventura.

Cuando la atención de las chicas de la pistola se torno de nuevo hacia mi persona, empezaron a disparar alcohol hacia mi dirección. Abrí los ojos y acepte receptiva a la altura de mis labios. Aproveché para observar de nuevo hacia el balcón, pero Evan ya no se encontraba más.

Que bueno que se haya marchado. No me interesaba, ni siquiera un poco, pero al mismo tiempo no puedo negar que una pequeña parte de mi desearía que se hubiera quedado hasta el para que así pueda tragarse sus palabras por completo.

Los chorros seguían cayendo aleatoriamente a todas las chicas que nos ubicamos mientras llegábamos al climax de la canción.

— Polo abajo. Polo abajo. Polo abajo.

La primera chica de la izquierda sin dudar se lo saco en la segunda petición cantada, luego prosiguió en fila. Tragué saliva al notar que ya llegaba mi turno, contaba con la vaga esperanza de que por lo menos alguna no aceptara y poder refugiarme en esa misma decisión.

Observe a todo los espectadores ansiosos. Lleve mis manos a la altura de la costura baja de mi top elástico que ya estaba totalmente mojado, y al empezar a doblarla unos brazos me retiraron de forma rápida y brusca del escenario. Todos empezaron a abuchear y las fuerzas que tenia en ese momento eran torpes y escasas como para determinar de manera rápida quien era, el zamaqueo violento me tuvo desorientada un par de segundos hasta que logré reconocer el aroma de la persona quien me cargaba a sus espaldas. 

Ahora ya entendí porqué el alcohol no me hacia efecto, nadie me había explicado que algunos tardaban un poco en subir. Levante la cabeza ligeramente y posé la palma de la mano a la altura de su hombro para no perder el equilibrio al querer acercarme a la altura de la oreja de Evan.

— Deberían un manual el alcohol —Susurré delicadamente intentando darme a entender, pero al parecer sonaba mejor en mi cabeza. — ¿tú crees? —Finalice con una pequeña risa y volví a relajar la mitad de mi cuerpo hacia abajo totalmente rendida esperando a que decidiera bajarme. 

Cerré los ojos al notar el camino en el cual nos trasladamos de la zona general a la sala escondida que se encontraba en este antro de perdición. A diferencia de la manera violenta en como me obtuvo al cargarme, me posó con cuidado una vez ingresamos a la altura del estante del extremo de la entrada. 

Abrí los ojos una vez sentí mis pies firmes en tierra, la habitación casi en penumbra, se encontraba a diferencia de hace un par de minutos. Unas luces amarillas acomodadas en cada rincón brindaban una atmósfera cómoda y amigable para mi visión. 

Apoyé la espalda contra el librero, viéndolo de espaldas parado frente al ventanal que tenía al frente, por el tipo de luna podría decir que es polarizado, porque puedo notar mi reflejo. Giró sobre mis talones curiosa y empiezo a deslizar el indice de mi dedo entre las tapas duras de aquella pequeña biblioteca. 

— Déjame salir. —Ordene en tono ligero, lo suficiente como para dejarme escuchar. Mientras esperaba su respuesta, mis yemas posaban juguetona entre las portadas, lomos y cabezas de libros que a penas podía reconocer.

EDÉN.Where stories live. Discover now