C a t o r c e.

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Me costó unos minutos normalizar mi respiración y poder recobrar el aliento de manera decente. En menos de una hora, había experimentado más sentimientos y adrenalina que en todos mis veinte años de mi vida.

El efecto del alcohol estaba empezando a desaparecer de mi organismo. 

El ambiente en el que me encontraba sola, jadeante y completamente desgreñada ya no me estaba dando buena espina, los grafitis en los murales lucían escalofriante en juego con el estado de todo el local. Vasos de alcohol y manchas pegajosas en el suelo que impedían mi correcto desplazamiento buscando la salida, claro, a parte del tobillo dañado.

Es como si hubieran desaparecido con un chasquido a toda la gente en este local.

«Mejor tenerle miedo a los vivos que a los muertos»

Trataba de repetir las palabras que mi abuela me había enseñado, pero el problema es que en este momento es imposible temerle a solo uno.

Envalentonada bajé las escaleras con mucha cautela, apoyándome en los barandales. Logré visualizar el gran hueco ubicado en la parte posterior de toda la zona que indicaba al jardín conectando hacia la salida principal. 

La brisa nocturna me abrazó completamente, tranquilizando mis nervios. Me encantaba, el frescor de la noche podía conectarme con mis emociones y en este momento era lo que más necesitaba. Debo calcular que deben ser las tres de la mañana por la intensidad de la brisa del mar, mi teléfono se quedo sin batería cuando fingía leer mis mensajes antiguos en un momento de la noche, ignorando o esperando poder sentirme cómoda en la conversación de James y sus amigos.

Unos crujidos entre el suelo de madera viejo empezaron a sonar, me abrace a mí misma y entrecerré los ojos al notar la figura que venía de forma rápida.

— Alisse. Aquí estas — Nunca me había apetecido tanto escucha ala voz de Alex, inmediatamente la reconocí di dos pasos torpes y la abracé.

— ¿Dónde estabas? — La solté para aferrarme a su brazo, inclinando el peso hacía ella y así poder descansar de todo el que intentaba equilibrar.

— Estábamos cerca de acá — Señala a James que intentaba avanzar entre la dificultad de la mesa de ping pong mal desarmada— Fue todo una puta locura. Es la primera vez en tantos años que aparece la poli, desaparecí ante el mar de gente. Tu teléfono ¿por qué no respondes? Te he reventado.

Levanto el teléfono y aprieto el botón de encendido, el signo de nulo aparece en la pantalla en alto como respuesta a la pregunta de Alex y entrecierra los ojos.

— Vámonos de acá. No hay nadie pero lo más seguro es que regresen. —James sube de nuevo la luz de su teléfono intentado inspeccionarme— ¿Te has lastimado? — Pregunta preocupado.

Asiento sin decir nada más que un quejido. El dolor se hacía más agudo.

— Joder. Eso se ve muy mal. —Indica mirando mi talón— Está inflamado y rojo. ¿Con qué te has dado? Tenemos que llevarte a que te lo vean de una vez.

James baja hacía mi, rodeando sus brazos a la altura de mis piernas para así levantarme entre sus brazos. Me causa un poco de inquietud su agarre, no porque este saliendo con Alex, sino que no estoy acostumbrada a este tipo de contactos con personas que conozco, aunque después de lo que ha sucedido, creo que debería de tachar de mi lista la incomodad con extraños.

Poco pero me relajo al ver la sonrisa de mi mejor amiga, quien se sumaba apoyando su mano en mi brazo en forma de consuelo.

Al llegar al carro, me coloca delicadamente en la parte trasera de su camioneta, empujo ligeramente los grandes libros que se encontraban desparramados para poder acomodarme mejor y estirar la pierna. Conduzco la mirada al centro de entretenimiento para ver la hora.

Cuatro y treinta de la mañana.

— No podemos ir al hospital, tengo un examen a primera hora de la mañana y no puedo faltar. — Digo una vez que ambos se encontraban sentados.

— Alisse, si no vamos a verte ese talón créeme que un examen por faltar va a lo menos por lo cual te vas a preocupar.

— Es cierto —James la interrumpe para darle la razón— hace un par de meses lanzamos a Ian de un trampolín que habíamos encontrado en un parque para niños, estaba un poco subido de peso así que a penas llego colapsó y se doblo el talón. — Enciende el carro y emprende marcha — Al final, lo que pensábamos que era solo inflamación fue un esguince serio y casi se la amputan.

Contraje mi cara ante la anécdota para golpear el hombro ligeramente por la broma y negué con la cabeza divertida.

— Si no quieres ser la próxima pata de palo y te use para amarrar una sábana a tu pie para poder escaparme. Colabora Smith. —Alex intento cambiar su tono de voz a uno serio, perdiendo ante su carcajeo delicado.

Intente insistir varias veces, luchando contra la cabezonería de ambos, hasta que mi mejor amiga me amenazó de golpearme el talón contra un libro de más de tres tomos para que aceptara.

El rubio confirmo que esos libros duelen por experiencias de primera mano.

Las única petición que aceptaron era no fuera el típico de la universidad, la vergüenza me carcomía por completo, aún no les había contado acerca de cómo sucedió. Cada vez que me lo preguntaban intentaba cambiar de tema.

— Ohhh. —Alex exclamó radicalmente, haciendo una "o" con la boca y llevando un puño en la misma— Casi nos olvidábamos. — Posó su mano en el asiento del conductor y volteo hacia mi— Pequeña Alisse, ¿quién iba a pensar que ibas a tener tan buena puntería?

Una risa escandalosa salió de James mientras me lleve la mano tapándome tratando de disimular el sonrojo. La distracción sobre ese hecho fue buena gracias a la persecución pero no fue la suficiente para mi mala suerte.

— Deberías enseñarme, a ver si también apago a alguna que otra que se te quiere subir encima. — Golpeó a James de forma juguetona— Se lo merece, nadie la manda a ser tan perra sin tener ningún motivo.

James contrajo el rostro y volteó hacia la ventana, fingiendo observar a través del espejo y disimulando de manera pésima, pero Alex estaba tan distraída comentando del hecho que no se pudo percatar.

¿Ashley podría tener algún motivo para poder reaccionar de esa manera?

No lo sé, y tampoco quiero planteármelo, quizás son paranoias mías.

Total, no la conozco de nada más que...

¡La junta!

Tendré que verla todo lo que reste de este semestre.

Me había olvidado de ese pequeño detalle.

EDÉN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora