T r e i n t a y c i n c o.

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Saqué mi cabeza lentamente conforme abría la puerta del baño. Mi corazón aún palpitaba con fuerza y mis manos temblaban involuntariamente.

— Buenos días. — Una delgada rubia me saludo al notarme a través del espejo. No respondí hasta confirmar con la mirada de que nos encontrábamos solas en el servicio higiénico, al lograrlo, noté su labial potencialmente rojo que hacían juego con el color de tacones que llevaba puesto, las mejillas sutilmente coloradas por un cálido rubor y las pestañas con bastante rímel.

Me acerque al lavatorio respondiendo a su saludo para luego proceder a sumergir mi cabeza en chorros de agua.

— ¿Necesitas ayuda en algo? —Volvió a dirigirse a mí mientras guardaba los cosméticos que estaba usando para retocarse.

— ¿Perdón? — Volteé algo atontada a observarla, me miraba extrañada por mi comportamiento.

— Sí, estás en la oficina principal. ¿Algún motivo?

— Ah. — Exhale — Sí —Intenté volver en órbita inmediatamente— el otro día converse con el director y me dijo que podía pasar a sacar cita con su secretaria. Soy Alisse Smith, estoy encargada de la entrevista para la décima clausura.

— Oh, ok. Te espero en el módulo de entrada. — Me regalo una pequeña sonrisa de cortesía, se acomodo dos mechones de su cabello rebeldes y salió del baño.

Me quede mirando mi reflejo por un instante mientras escuchaba el ruido de los tacones desaparecer. Preferí esperar hasta poder relajarme por lo que había transcurrido anteriormente. Producto de los nervios, solo recordaba ciertas lineas de la conversación. Quiero confiar que fue solo una coincidencia y una mala pasada del destino el haber escuchado eso. La sensación que me había dejado era absolutamente agridulce.

Al acercarme al modulo, las amplias y largas cortinas que cubrían los grandes bloques de vidrios de la entrada de la oficina del director estaban deslizadas. Como si fuera una muralla. La secretaria salía con un montón de vidrios rotos sin pronunciar ninguna palabra. Volteé la vista para no seguir siendo impertinente no sin antes observar la fina madera quebrada lo que supongo era un marco fotografico de un marco fotográfico.

— Déjame revisar la agenda y te confirmo. ¿Te parece? Ahorita no puedo brindarte una porque tengo que mover algunas que han cancelado el día de hoy y reprogramarlas. ¿Podrías dejarme tu numero telefónico aquí en este pequeño registro? — Me estiro un pequeño lapicero junto el registro mientras dejaba el recogedor en un pequeño almacen.

— Sí claro. — Asentí rellenando rápidamente las casillas correspondientes, luchaba con mi letra nerviosa para poder escribir de una manera decente. Una vez terminado, me despedí a secas y salí más rápido que lo que canta un gallo de este lugar.

El aire frio del ambiente chocaba con mi cuerpo caliente y sudado. Era como un golpe de protección y satisfacción. Repasé la situación por última vez en mi cabeza para analizar si en algún momento pude haber dado indicios de mi identidad. Negué con la cabeza al reafirmar mi pensamiento negativo.

Mi teléfono empezó a sonar, deslice mi mano a través de mi bolso para alcanzarlo y era un mensaje de la profesora.

— Alisse, acércate a mi oficina, inmediatamente.

Lo leí una y otra vez, no tenía un buen presentimiento. Sé que no se debe suponer algún tono por texto o hacerse ideas, pero no me causaba buena impresión. Deseo que mi instinto falle y solo sean los estragos de lo sucedido.

Guarde inmediatamente el telefono y camine a paso acelerado hacia su oficina. No podía correr por más que quisiera, aún sentía de dolor por la posición encima de baño. Una vez en esta, di una pequeña bocanada de aire e ingrese a esta dando pequeños toques a la puerta para esperar su confirmación a continuar. La profesora se encontraba parada en frente de la ventana, observando el jardín de la universidad. Era una excelente vista. Por primera vez el olor de esta me causo nauseas por el desasosiego.

EDÉN.Where stories live. Discover now