C i n c o.

1.9K 194 59
                                    


Me lleve una mano a la frente y busqué con la mirada a alguien que me pueda ayudar, pero lo único que encontraba ante mí era signos de una posible orgia romana. Lo primero que saltó a primera vista eran tres vestidos tirados en el piso junto a unos tacones, ambos eran del color completamente negro. Me sentía perdida, retrocedí inmediatamente de un brinco al notar que había pisado algo.

— Puaj. Parece que la temática estuvo interesante — Susurre para mí en un tono totalmente irónico mientras intentaba divisar de lejos aquel objeto. Levanté la cabeza decidiendo ignorarlo y así concentrarme en lo que acaparaba de manera positiva mi atención.

La habitación.

Era hermosa, y la palabra le quedaba corta, incluso, con toda esta decoración sexual.

El mármol se hacía presente, el balcón estaba abierto dando vista a la ciudad. No era fácil de digerir toda el maravilloso privilegio ante mis ojos. Amplio, de colores neutros y frio. Un cuento de un campamento sexual, seguro era una versión moderna de Blancanievos tirándose a las 30 enanitas

Di unos pasos más con la curiosidad incrementada para inspeccionar el área. 

Total.

No creo que nadie me pille ahorita.

Condones sellados, botellas de alcohol vacías y otras derramándose eran lo que adornaba el piso. Sumaban quince, a conteo rápido, pude reconocer algunas marcas del mercado, por supuesto, la más caras. Entrecerré los ojos tratando de reconocer aquella mancha que se encontraba un poco de lejos de

¿Eso es?...

Vomito.

Vomito en una alfombra que podría ser de el tamaño de mi cama y la de Alex juntas.

Mi rostro se contrajo ante al asco y decidí que no quería quedarme más tiempo en ese ambiente ya que empezaba a creer que iba a contraer una ETS con tan solo respirar.

Al menos que este tío tenga el hígado de hierro y sea un alcohólico desde los 3 años, es imposible que te tomes toda esta cantidad de alcohol en una noche.

— Estoy más que segura que contraeré más de 100 enfermedades, incluyendo la peste negra, venga de donde venga — Comenté irónica en un tono de voz más alto, manteniendo el dialogo interno.

Esto de hablar sola ya era una costumbre. Dicen que las personas mas inteligentes son las que hablan solas, o alguna chorrada así leí en internet. Lo cual creo que es mentira porque sigo creyendo que soy siendo la misma tonta de hace años, pero bueno, si me dejan en pleno tremendo derrumbe tengo que darme ánimos a mí misma de alguna manera. Giré sobre mis talones con la idea de regresar hacia mi departamento.

— ¿Perdón? — Una voz ronca hizo presencia a mis espaldas retumbando y cortando el silencio en la amplia habitación.

Decidí que lo mejor era no hacer caso a aquella voz, rogando para mis adentros que no me hubiera estado hablando a mí. Quizás llegue en mal momento y estoy interrumpiendo alguna actividad sexual sacada de mis cabales.

— Morena, te estoy hablando a ti. — La misma voz se pronunció en un tono más alto que el anterior — ¿Eres sorda o te haces?

Definitivamente este tío debe estar junto a Ashley y Lisa en primera fina compitiendo para el mas pesado del día o mejor dicho, del mes.

— No, no soy sorda. — Dije cortante en respuesta mientras me giraba para voltear a verlo, me crucé de brazos en un reflejo de defensa, no quería verle la cara, no por miedo, sino porque no sé qué podría salir de mí con cólera y debía controlarme, quién se habrá creído para venir a hablarme en ese tono de voz tan maleducado. 

EDÉN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora