T r e i n t a y s e i s.

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Colgó sin decir más. Mee levanté para caminar de vuelta a mi departamento y avisarle a Alex sobre la visita repentina, para que pueda estar prevenida sobre esto, no es que la odie, eso creo, solo que tienen caracteres diferentes y es un poco difícil juntarlas a las dos en la misma habitación. 

Alex es una chica muy desenvuelta en todo lo que conversa y mi madre pues, supongo que en su adolescencia fue un poco más conservadora. Aún así puedo sobrevivir ya que las amo a ambas. Cabe decir que no han tenido más de cinco oportunidades de cruzarse o poder entablar un dialogo largo. Es la primera vez que decide quedarse por una noche.

El día finalizo con mi trasero pegado a mi escritorio por horas, llegando a cenar una sopa instantánea producto del cansacio. Alex me dijo que no había problema con la visita de mi madre y que trataría de que James no viniera en el lapso que ella decidiera quedarse hasta que se fuera. Le agradecí por hacerme ese pequeño favor y le prometí invitarla a comer a penas tenga la oportunidad.

La mañana siguiente no tuve noticias de mi madre, solo le mande la dirección y me cambié para irme a mis clases. Mi agenda se encontraba debidamente organizada para poder despejarla co éxito y poder estar tranquila, no voy a negar que eso, era casi imposible en la totalidad, de una u otra forma siempre lograba tocarme los nervios de punta. El día transcurría de manera normal hasta el momento en que mi teléfono sonó. Era un número desconocido. Opte por no responder, generalmente no contesto a extraños, no me gusta.

Otra vez el mismo número vuelve a marcar, presiono el botón de volumen para cortar el sonido de la llama y volteó la pantalla. Unas vibraciones más y el teléfono dejo de moverse. Al cabo de un minuto, vuelve a llamar el mismo número.

Extrañada, arqueo una ceja y decido contestar. Quizás es mi madre llamándome por un número desconocido, dudaba mucho, usualmente sus visitas anteriores han sido en un mismo rango de llegada en la tarde, aproximadamente de 4 a 6. Antes de la ultima timbrada la curiosidad me ganó, deslice el dedo por la pantalla y traje el teléfono a la altura de la oreja.

— Mamá, ¿ha pasado algo?

Un pequeño silencio corono la comunicación, para que inmediatamente de eso una pequeña voz chillona conteste.

— "Claro hijita".

Era una clara imitación de un hombre. Chillona y definitivamente en tono de burla, forzando la garganta. Sin dudarlo, apreté el botón de colgar y deje mi teléfono a la altura de la banqueta. Mi respiración se agitó producto de la vergüenza y de la intriga. 

El teléfono volvió a sonar dos veces más, ni siquiera lo volví a tocar y solo lo observaba como si quemara. Decidí que era mejor bloquear el numero y dirigirme a la tienda para comprar la leche que había pedido mi mamá antes de que se me olvidara por completo. Estoy segura que no era nadie importante.

Después de recorrer las cinco tiendas cercanas al campus, salgo derrotada de la séptima con una bebida refrescante en mi mano. Es ilógico poder encontrar una bebida de origen extranjero en el perímetro de residencias estudiantiles. La última oportunidad se la iba a brindar a la tienda que estaba afuera de perímetro estudiantil. Tenía que recorrer unas quince cuadras, pero prefería hacerlo antes de escuchar los quejidos de cómo la deseo asesinar bajo su percepción cuando sé que es intolerante a la lactosa y no soporta desayunar otra cosa que no sea eso.

Al ingresar, agarre un pequeño carrito y comencé a pasearme por los pasillos de cada sección, me gustaba mucho hacer las compras del super para la casa, me esmeraba leyendo cada producto y la idea de probar cosas nuevas siempre me resultaba emocionante. Tan patéticamente que el sabor de una nueva linea de queso podría ser lo mejor de toda mi semana y esta tienda, al encontrarse fuera de rango contaban con cosas que no sean más que papas sabor de queso y sopas ramen instantáneas a cantidades industriales.

Me pregunto a cuantas chicas de mi edad les emocionara lo mismo, espero no ser la única. 

Ingrese a la sección de lácteos mirando fijamente cada producto dado a que no ubicaba la leche correspondiente, avanzaba a medida que terminaba de buscar por la fila, revisaba detalladamente cada marca, forma y color de los empaques para asegurarme que no se me estuviera perdiendo de la vista algo, hasta que un golpe en el carro me hizo detenerme.

— Perdón, perdón, perdón. — Dije inmediatamente antes de mirar completamente a quién me estaba dirigiendo.

— Qué pasa Smith. No creí que el coeficiente te diera tan poco como para saber que se tiene que avanzar mirando.

Al levantar la mirada y notarlo a él de espaldas observando una caja de leche mientras me hablaba con el rostro de lado, opte por dar la media vuelta para refugiarme en otro pasillo y no tener que soportarlo. Para mi excelente, conocida y confiable mala suerte, la rueda izquierda no podía doblarse con facilidad.

— ¿Ya tienes la fecha para poder iniciar el trabajo? 

Rode los ojos al volver a escucharlo hablar sin haber obtenido ninguna respuesta de mi parte, implemente un poco más de fuerza y decidí pasar por su costado obviando su presencia.

Ignorado, de nuevo.

— Hoy tengo tiempo libre, por si te interesa, después no podré.

Al parecer no parecía entender mi mensaje sin la necesidad de hablar. Así que empecé a tararear en voz mediana, a ver si esta vez le quedaba claro.

— Por qué cuelgas el telefono tan rapido? Podría ser una emergencia, hija mía.

Había encontrado la leche pero antes de sujetarla y llevarla a mi carrito giré sobre mis talones al reconocer por qué me había dicho eso. Como era de esperarse, una sonrisa amplia y burlona se dibujaba en sus rostro. Hoy se encontraba luciendo totalmente fresco, la barba la tenia recién afeitada, se notaba que hace poco había salido de la ducha porque el aroma de jabón y perfume se podían sentir latentemente. La piel la tenía limpia, era reluciente ante las luces blancas de este supermercado. 

— ¿Cómo tienes mi número teléfono? — Atine a responder lo primero que se me cruzo por la cabeza.

— Se dice el milagro, pero no el santo. —Volteó para ver si la persona que lo acompañaba y chasqueo la lengua al darse cuenta que lo había perdido.— Hoy en tu casa, en la noche. Es el único día que tengo para empezar. — Antes de poder negarme, desvió la mirada a la leche que había tocado con dificultad con las yemas de mis dedos segundos antes de conversar con él, dio los pasos suficientes para entrecortar la distancia entre ambos. 

Mi cuerpo se tensó al tener a un centímetro su pecho a la altura de mi rostro por la diferencia obvia de tamaños. Evan deslizo el brazo hacía arriba, cubriéndome completamente producto del movimiento, cerré los ojos y me encogí con facilidad en mi lugar.

 Agarro dos leche con facilidad entre sus dedos y la bajo despacio.

— No puede ser tan dificil. — Lo pronuncio en un susurro a la altura de mi oreja, mi piel se escarapelo completamente, mi corazón se encontraba agitado y por instinto abrí los ojos. Su cabeza se encontraba a la altura de mi cabello, con facilidad de calculo rápido, él debía medir un metro ochenta mínimo. Mi instinto hizo que dirigiera mi mirada a cualquier otro lado menos directamente a él, logrando un obstáculo por la cortina de mechones que se formaba. 

Acerque un poco la cabeza hacía lo que parecía una herida fresca en la mano, la cicatrización aun estaba en rojo vivo. Tiene más la figura de un posible corte, estaba intrigada. Cada vez que lo veo es imposible no notarlas. Sin ningún comentario más, se alejo inmediatamente de manera brusca, dejando los productos en mi canastilla y retirándose con las manos en los bolsillos.

Me quede ahí, estática, intentando regularizar mi respiración, haberla acortado con la esperanza de que ni siquiera se escuchara produjo un pequeño dolor en los pulmones. El cambio de aroma fue imposible que pase de desapercibido, de su piel limpia y perfumada con toques de lavanda fresca al del aire frío del supermercado me hizo caer en cuenta de la realidad. No podía moverme de tan solo saber que se encontraba merodeando en el mismo lugar que yo. Volver a cruzármelo era una idea que me revolvía e inquietaba. 

Opte por dejar la canastilla en el mismo lugar en donde me encontraba y salir hacia mi departamento para esperar a mi madre en este. 

EDÉN.Where stories live. Discover now