V e i n t i d ó s .

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Al cabo de unos minutos Stephen termino su labor y caminamos juntos hacia la salida de este pabellón, íbamos conversando de manera alegre hasta que una pequeña pelirroja lo saludó de manera efusiva, como si no se hubieran visto desde hace mucho tiempo.

— Espero verte en viernes. —Concluyó. Ya con ánimos de seguir su camino, la pelirroja esperaba una respuesta de él.

Decidí hacerme un lado dado a que no entendía mucho de la conversación y tampoco me sentía capaz de ser participe. Caminé hacia el panel de novedades que se encontraba colgado en un muro cercado y empecé a observar algunos artículos especialmente uno dirigido al director de la facultad.

— ¿Viernes? ¿Qué hay que me he perdido? Uno llega a la mitad de semana y ya los planes vuelan. —Carcajeó fiel a su estilo mi amigo.

— Edén. Obviamente. Después de lo ocurrido por la policía al parecer es lo que la gente está comentando. Oh, rayos. —Miró su reloj y luego a nosotros— Se me ha hecho tarde. Pero quiero verte ahí.

Sin decir más, se fue casi corriendo para así perderse en el pabellón.

— Hola y adiós. — Murmuré al verla marchar mientras la despedía con la mano de manera sarcástica.

— ¿Crees que? —Stephen no terminó la oración porque lo interrumpí de manera tajante mientras se acercaba a mi para retomar el camino juntos.

— No. Y así lo supiera, no tiene que ir. Solo espero que realmente esta vez escuche porque no pienso ser complice de esto.

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— Por favor. Por favor. Por favor. — Alex suplicaba, casi de rodillas frente a mí.

— No Alex. Por favor tú. — Me cruce de brazos dispuesta a pelear por mi posición ante mi opinión.

— Stephen vamos, es una gran oportunidad. Míralo desde ese punto de vista, es como mi venganza, quién no quisiera poder vengarse de algún ex novio enseñándole lo bueno que estás y sobre todo, que no estoy destruida como los mensajes de texto que le mande en la mañana.

Ante la incoherencia de sus palabras, me pare y me dirigí hasta la cocina. Todo este debate me producía sed. Ya llevábamos casi una hora en la sala debatiendo las consecuencias de esta posible decisión.

— A parte —Dije en voz alta mientras abría la refri— ¿Qué tan seguro estás sobre la existencia ese evento del viernes? Es decir, hace poco vino la policia y todo ese rollo.

— Oh, eso si, es cien por cien de que el evento se va a realizar, es la manera de confirmarlo por así decirlo. ¿O qué esperabas? ¿Un evento en Facebook? — Alex subió al sofá para observarme de lejos a lo que diría— Samantha también me lo ha confirmado hoy, en la clase de medio día.

Coloqué mi mano en la cintura y rodé los ojos, mientras tomaba agua. Me detuve para observar a Stephen invitándolo a dar su veredicto por décima vez.

— Creo que Alex debería ir. — Dijo mientras asentía de manera divertida— Contigo y conmigo.

— ¿Qué? — Arruge el rostro ante lo escuchado— Alo. — Moví mi mano de izquierda a derecha llamando la atención de ambos— ¿Es qué nadie se acuerda en que terminó mi primera y — señalé a ambos con el dedo índice— decidida última vez en ese lugar clandestino?

— Ay Alisse, no seas una dramática.

Fruncí el cejo con cara de indignación exagerada.

— Bueno, pero lo menos ahora nos reímos de esa experiencia ¿no? — Sonrío de manera sarcástica— Por favor, te lo voy a pedir por última vez, me siento preparada ante esta oportunidad para poder ver a James y escupirle en la cara que es un imbécil y tengo el atuendo perfecto. No podré hacerlo sin ustedes. Por fis, por fis. — Se arrodilló en el sofá mientras colocaba su cara de cachorrillo exagerado— Y si algo sale mal, estás tú. Y solo necesito eso.

Stephen continuó la conversación con Alex acerca de lo que podrían usar mientras dejaba el vaso en el mesón de granito.

La entiendo, o eso intento, pero la idea de que salga lastimada me inquieta un poco.

A parte, sé que no quiero darle vueltas al asunto y mentalmente intento construir un bloque de cemento, pero no es solo por mi talón lastimado. Tener que ver a Evan, en su territorio, después de haberle tirado una cuba libre en frente de todos, es como si me expusiera ante lobos.

Y de tan solo pensarlo, la sensación de incomodidad me inunda aunque sé que no va a parar de insistir estos dos días y se volverá un autentico martirio.

Lucas.

El salvador.

— ¿Puedo invitar a un amigo? — Dije a secas, con la mirada aún al frente.

— ¿A un amigo? — Alex preguntó algo desconcertada. Se dio media vuelta emocionada y ante el tono de su pregunta se dio cuenta que era la única oportunidad para convencerme— Sí, sí, claro que sí. ¿A quién?

— Eso yo no lo sabía, eh. — Stephen carcajeó— Pero que bien te lo guardas.

Créeme Steph, que ni yo lo sabía hasta hace un par de segundos.

— Pues —titubeé nerviosa, prefiero no mencionarlo hasta poder invitarlo.

Mírenme, sacando pecho por mi invitado y aún no sé si está disponible, es más, ni siquiera sé si me recuerda. El pobre hombre puede estar casado, comprometido u algo por el estilo y yo aquí, haciéndome idilios mentales.

— Si se los digo, arruinaré la sorpresa. —Dije mientras caminaba hacía mi habitación— Voy a tomar mi medicamento, en un momento salgo.

A penas ingrese, me acerque hacia la papelera, rebusque entre los primeros papeles y encontré el frasco de los analgésicos brindados por el hospital. Era lo más cercano a estar segura sobre esta situación y la ansiedad no me iba a permitir a esperar hasta mañana e ir a buscar a Lucas.

Aunque también voy a sonar super ridícula en cualquier horario que decida.

¿Con qué excusa puedo hablarle?

Hola Dios.

Soy yo de nuevo.

Voy a poner mi vida en la decisión del destino. Si debo apoyar la idea loca de acompañarla, encontraré a Lucas por teléfono, sino, desistiré e inventaré alguna excusa.

Marqué el número de teléfono que estaba ubicado en la etiqueta, mientras nerviosa deslizaba mis manos por mi cabello. Un timbrada, dos timbradas.

Una dulce voz me contesto, indicándome que me estaba comunicando con el área de emergencia del hospital.

— Eh, hola. — Intenté respirar y continuar para parecer confiada— Hmm, quisiera poder hacer una consulta al médico de turno el cual me atendió el día de mi accidente. Tengo este número registrado para cualquier incidente o duda que llegará a tener.

— Claro, no hay problema —Las campanas de victoria resonaron en mi cabeza— Le comento. Si desea poder tener alguna información referente a alguna lesión de importancia, es necesario que se acerque personalmente a la clínica. No puedo brindarle la atención con cualquier médico de turno.

— Fue el Dr. Adams quién me atendió — La interrumpí, con esperanzas de poder lograr comunicación con él— Es realmente urgente, creo que he hecho una mala combinación y no encuentro la prescripción medica. —Agravé mi voz, con la idea de dramatizar la situación.

La enfermera tapo la entrada del teléfono mientras consultaba a su compañera, o eso podía oír a duras penas.

— ¿Cuál es su nombre?

— Alisse, Alisse Smith. Tuve una lesión en el tobillo de madrugada hace poco. Dígale que atendió a Indiana, por favor.

— La voy a anexar señorita, pero en este momento el médico está de turno. Puede que tenga que esperar en la linea si es que decide atenderla, pero dudo mucho que lo llegue a hacer. Generalmente el medico solo atiende de manera presencial.

Sin añadir más la música empezó a sonar mientras mordía mi dedo delicadamente. Recosté mi espalda contra la pared con la idea de acomodarme, pues no iba a colgar el teléfono hasta poder traer a mi salvador a ese antro de perdición.

—¿Alisse? — A los diez segundos, exactamente contados gracias a mi cerebro la voz de Lucas se hizo presente.

EDÉN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora